A pelotazos de nieve o deslizándose subidos en los parasoles de sus vehículos, los tinerfeños volvieron a ser ayer un poquito más felices. Cualquiera podría decir que admirar el Teide nevado siempre causa el mismo efecto, pero quizás este año la alegría que irradia el volcán con su manto blanco se hacía más necesaria que nunca. Desde las alturas, el miedo a enfermar -que no el respeto-, la tristeza por haber perdido el trabajo o la incertidumbre por estar en ERTE se convertían en asuntos en los que dejar de pensar durante unos minutos.
Posando frente a la cámara sin apenas abrigo se encontraban Félix, Josbelín, Nicolás y Marián. Así nacen los planes improvisados, uno propone subir al Teide y el resto coge la primera chaqueta que puede y sale de casa. Aunque estos amigos se acordaron de llevar una cosa más: “una botellita de vino para los que no conducen”, dijo Josbelín entre risas.
Esta familia, originaria de Venezuela y viviendo en La Laguna, nunca antes había contemplado el Teide nevado. La mayoría se encuentra en ERTE, así que la reapertura del Parque Nacional fue para ellos “un regalo; un día para compartir”.
Algo más preparados acudieron Yennifer, Evelyn, Lucas y Carlos, que trazaron un plan desde que supieron que los accesos al volcán ya estaban abiertos: hicieron un par de bocadillos, recogieron a los niños del colegio y subieron a jugar con la nieve.
Para Lucas, de cuatro añitos, era su bautismo de nieve. Como buen canario, el de Tabaiba estaba encantado con poder usar su pequeña tabla de surf para deslizarse. Porque si en Madrid han proliferado los esquíes tras la última nevada, los isleños conservan su tradición de convertir utensilios de playa en juguetes aptos para la nieve.
Divirtiéndose también vimos a Marisol, a quien la suerte siempre le sonríe. Esta trabajadora de La Chasnera, la gasolinera tinerfeña conocida por dar numerosos premios de lotería, tuvo la fortuna de que ayer era su día libre, justo el día en que al fin se abrían los accesos al Teide.
“Pero ya nos vamos, eh. Que nos estamos congelando”, advertía Marisol durante la entrevista y después de tirarse varias veces por la nieve ayudada del parasol del coche. “Qué dura es la vida de modelo”, bromeaba mientras posaba para las fotos.
“Chicas, ¿dónde están?, ¿vamos al Teide?”, con esa frase bastó para que Bea, Nazareth y Patricia se reunieran. Lanzándose la nieve, entre risas y gritos, contaban que una de ellas estaba en paro, mientras que el resto tenía el día libre.
Para mitigar el frío estas amigas recurrieron a un truco infalible: “El chocolate caliente que no falte”, incluso ante un plan improvisado, como era el caso.
Mientras, en una zona donde se acumulaba gran cantidad de nieve, Carolina, Alba, Álvaro e Irene se tomaban un ‘selfie’. Los cuatro vinieron de Andalucía hace dos años y se conocieron trabajando, pues todos son enfermeros, aunque ahora están repartidos entre La Candelaria, el Hospital Universitario y la Clínica Parque. Para el frío no se trajeron nada calentito, porque son “más de playa”, pero estaban contentos de que les tomaran fotos: “¿Qué hay más canario que salir en la prensa local?”, presumieron.
El virus sigue siendo un peligro a tener en cuenta pese a la nieve
A las 14:00 horas de ayer el Cabildo de Tenerife hacía el anuncio más esperado: todos los accesos al Parque Nacional del Teide estaban abiertos. Pero esta noticia venía con un recordatorio importante sobre la situación en la que se encuentra la Isla respecto a la incidencia de coronavirus. En nivel de alerta 3, evitar los contactos con no convivientes, reducir la movilidad y huir de las aglomeraciones sigue siendo de máxima importancia. El virus, pese al fantástico evento que es la llegada de la nieve, sigue exigiendo el uso de mascarilla, también en el Teide.