Harimaguada es el término con el que los aborígenes de Gran Canaria llamaban a unas mujeres que formaban parte de una institución socio-religiosa antes de la invasión de Canarias por parte de los europeos. Así, harimaguada vendría a denominar a la mujer encargada de la educación de las maguadas y participar en algunos rituales, siendo una figura muy respetada en la sociedad prehispánica.
Cuando en 1978 un grupo de estudiantes que coincidieron en el movimiento feminista y formaron el Colectivo Mujer y Educación, ni siquiera imaginaban que su juvenil impulso iba a fraguar, tras seis años, en un revolucionario (por progresista) proyecto educativo del Gobierno de Canarias con el objetivo de integrar la educación sexual en dos centros educativos tinerfeños (Colegio Marina Cebrián e Instituto Viera y Clavijo).
“Siempre recordaremos como el nombre de Harimaguada se concretó a las tres de la madrugada del último día de plazo para presentar el proyecto. Nos lo facilitó el Centro Amílcar Cabral, al que habíamos consultado. Nunca pensamos que ese nombre, en esos momentos poco conocido, fuera algún día a atravesar nuestras fronteras”, rememoran desde el Colectivo Harimaguada en un comunicado donde anuncian su adiós al activismo social, por mucho que ofrecen todo su legado y su presencia en redes sociales para quienes quieran seguir su impagable labor en favor de una sociedad libre de ese tabú que, pese a todo, sigue pesando sobre la educación sexual.
Ese adiós llega tras 41 años de trabajo en pos de una sociedad más saludable y libre, si se toma como referente la primera aparición pública del Colectivo Harimaguada, datada en 1980 con su primera aparición pública en la Escuela de Verano de Canarias.
De sucesivas ediciones salió el proyecto educativo gracias un equipo en el que habían profesionales de magisterio, psicología, pedagogía y medicina “con interés en lograr una verdadera educación integral, con el objetivo de alcanzar la mejora de la calidad de vida de la población”.
No fue nada fácil, precisamente, aquel arranque de 1984. “Aunque siempre intentábamos demostrar mucha seguridad, en nuestros primeros pasos tuvimos muchos miedos. En las primeras reuniones con el profesorado, cuando nos poníamos delante de asambleas de cien padres y madres expectantes, cuando nos enfrentábamos a un grupo de niños, niñas y jóvenes a los cuales se les nombraba por primera vez en el aula las palabras sexo y sexualidad…”.
Pero lo cierto es que el viento de la salud soplaba a favor del recién nacido Colectivo Harimaguada, y en apenas dos años aquel proyecto piloto pasó a ser todo un programa institucional que, además, llevó el nombre de Harimaguada. A pesar de las confusiones, lograron mantener su independencia del poder, sabiendo mantener a salvo el Colectivo de lo que pudiera suponer dicho programa.
En 1997 consiguieron poner en marcha el Plan Canario de Educación y Atención a la sexualidad juvenil, una conquista social pionera a la que hay que sumar sus efectos no solo en Canarias, donde llegaron a lograr la puesta en funcionamiento de servicios pioneros de atención a la sexualidad y la educación afectivo sexual (EAS) como el Teléfono de Información Sexual- TIS, el proyecto Sexser, servicios de orientación y terapia sexual, creación y dinamización de un centro de documentación específico en EAS, sino también en otras comunidades como Andalucía y el País Vasco, pero también en países como Uruguay y Portugal.
Nunca cedieron ante las críticas y censuras de los sectores más reaccionarios de la sociedad isleña, pero a la “falta de militancia, las situaciones personales cambiantes y las dificultades para ‘crecer’ como colectivo, se ha unido la creciente falta de apoyo institucional”, explican como causas de un adiós que no es tal, porque los resultados logrados por el Colectivo Harimaguada en la sociedad canaria tardarán mucho más tiempo en desaparecer.