
La pandemia de coronavirus superó ayer la barrera de los 600 fallecidos en Canarias (601) desde que comenzó la crisis sanitaria, de los que 341 se registran en Tenerife, por los 200 de Gran Canaria y los 42 de Lanzarote, estas dos últimas islas dispararon en febrero los registros de muertos en el Archipiélago.
Los datos son claros. La COVID-19 está matando a los integrantes de los grupos de mayor edad de la población canaria. Ayer se registraron cinco nuevos decesos, todos de personas mayores de 70 años. En total, 473 fallecidos tenían más de 70, lo que significa el 78,7%, y si recogemos a partir de los 60 años, los 549 totales suponen el 91,3%, nueve de cada 10.
Poniendo en comparación estos 600 fallecidos de coronavirus con los de la gripe, significarían casi nueve veces más que los registrados en las Islas en la peor temporada, la de 2018-2019, cuando se anotaron 68 óbitos. En la pasada campaña 2019-2020 y en la 2017-2018 se registraron 36 y 37 muertos, respectivamente, es decir, la COVID suma casi 17 veces más muertos que la gripe.
Por tanto, es necesario acelerar la vacunación de las personas de edad avanzada, al ser los grupos más vulnerables ante esta patología. Para eso hacen falta más vacunas que, aunque están llegando, no parecen que sean en número suficiente para lograr los registros de 30.000 diarias que nos permitirían avanzar hacia una inmunidad de rebaño durante el próximo verano.
La vacunación masiva de la población es fundamental para poder frenar los efectos de la pandemia, al igual que seguir manteniendo las medidas de autoprotección. Más si cabe cuando ya circulan por España y Europa variantes británicas, sudafricanas y las dos brasileñas (Manaos y Río). Hay preocupación por si estas variantes influirán en la eficacia de los antígenos actuales. La Organización Mundial de la Salud insiste en una vacunación mundial. No es posible que los países ricos estén avanzando y muchos pobres no hayan comenzado. De qué valdría su protección si la pandemia continúa en el resto y, por tanto, el coronavirus sigue variando sus características.
La relajación que experimentó la sociedad de las Islas tanto durante los periodos de las Navidades y Reyes como en Carnavales ha alertado al Gobierno de Canarias. No se volverá a cometer el mismo error y se volverá a endurecer las restricciones para evitar nuevos contagios que supondrán una cuarta ola de la pandemia. Ángel Víctor Torres admitió ayer que le preocupa mucho la Semana Santa después de que en todas las fiestas anteriores se produjera un repunte de contagios, de ahí que su Ejecutivo “arbitrará mecanismos de dureza”, ya que no quiere que termine con un aumento, porque se pondrá en riesgo la apertura del mercado turístico”.
La rapidez en la campaña de vacunación y el nuevo pasaporte verde que pondrá en marcha la Unión Europea pueden ser la salvación del sector turístico y, por ende, de la economía canaria. La Moncloa tiene “muy avanzado” el plan de los pasaportes de vacunación, un instrumento de gran interés para rescatar cuanto antes el sector turístico, hostelero y de ocio, especialmente golpeado. Es fundamental recuperar cuanto antes la movilidad internacional y hacerlo “de forma coordinada y con seguridad”.