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La Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en el desarrollo de Canarias: presas de La Gomera, el esfuerzo continuado (VI)

La isla de La Gomera, de apenas 370 kilómetros cuadrados, es una de las zonas del planeta en donde se encuentran más presas por superficie
Presa y embalse de La Encantadora - La Gomera
Presa y embalse de La Encantadora - La Gomera
Presa y embalse de La Encantadora. / Juan Carlos Moreno

La isla de La Gomera, de apenas 370 kilómetros cuadrados, es una de las zonas del planeta en donde se encuentran más presas por superficie, nada menos que 63, de las que 24 alcanzan la categoría de Grandes Presas[1], no por su capacidad sino por su altura de más de 15 metros.

Pero estas frías cifras no dan idea clara del esfuerzo titánico que hicieron los gomeros por mantener una agricultura que era la base y la esencia de su supervivencia.

Debemos destacar que la Presa de Los Cocos -llamada La Vieja– situada en el Barranco del Cabrito o Juan Vera, fue construida nada menos que en 1913, por lo que ha superado el siglo de antigüedad y sigue prestando hoy en día su función. La Vieja, junto con las otras presas existentes en su cuenca Cocos II y Cocos III, forman “uno de los conjuntos hidráulicos históricos más interesantes de Canarias”, en afortunadas palabras de Jaime González González, en su interesante artículo Registro de las Grandes Presas en explotación en la isla de La Gomera. También es destacable el complejo de Chejelipes, que con sus cinco presas -Llano de La Villa, Chejelipes, Izcagüe, Palacios y La Laja- supone un aprovechamiento integral de una de las cuencas más productivas de La Gomera: la del Barranco de La Laja.

Un aspecto a destacar ha sido la cohabitación de la iniciativa pública y privada, que ha dado importantes frutos en la isla colombina.

Casi la mitad de las grandes presas -diez- y la mayoría de las presas pequeñas, son de iniciativa privada, ubicadas sobre todo en la zona Sur-Suroeste y siendo de las más antiguas de la isla. La razón es clara: las grandes explotaciones agrícolas se situaban en dichos parajes y la falta de regulación era un obstáculo insalvable para realizar una gestión mínimamente eficiente.

Además, casi todas las presas privadas son anteriores a los años 50, mientras que las presas de titularidad pública comenzaron su construcción ya arrancada esta década y sobre todo en el período comprendido entre 1960 y 1990. Están situadas en su mayoría en la vertiente Norte para atender a las necesidades del cultivo del plátano y otros productos hortícolas, mientras que las privadas, las sureñas, atendían fundamentalmente el sector tomatero, uno de los más prósperos en aquellos ya lejanos años y hoy drásticamente disminuido.

La tipología de las presas es variada. Además de las de núcleo impermeable y las bóvedas, más modernas, nos encontramos con fábricas hechas con contrafuertes, materiales sueltos, gravedad y de materiales variopintos (mamposterías, hormigón mamposteado, hormigón, hormigón armado, escollera…) que hacen de las presas gomeras un extenso catálogo de los modos y modas constructivos con este tipo de estructuras. De entre todas ellas destaca La Encantadora, una presa de hormigón de arco-gravedad, situada en un paraje idílico, con un aliviadero central espectacular y que sirve de ilustración a este artículo.

Otra presa singular es la de Liria, con un aliviadero (hoy en desuso) del tipo morning glory, ejemplo único en Canarias. Actualmente, está en estudio una iniciativa en la Isla para habilitar rutas de visita a las presas, un proyecto que ojalá se lleve a cabo, pues merece la pena que los visitantes admiren no solo la belleza de estas estructuras, sino que puedan ser conscientes del esfuerzo que supuso su construcción, sobre todo de las más antiguas, sin ninguno de los medios que la tecnología moderna pone al servicio de los ingenieros.

En la actualidad se busca la fórmula que haga de La Gomera una Isla aún más sostenible, tarea difícil, teniendo en cuenta que un 10 % de la superficie de Isla forma parte del Parque de Garajonay, Patrimonio de la Humanidad desde 1986. Dicho esto, cualquier actuación debe ser estudiada con un absoluto rigor y respeto al medioambiente. Esto se pone de manifiesto a la hora de encontrar entre su gran número de embalses el o los emplazamientos más apropiados para lograr un complejo de centrales reversibles. Hasta la fecha se ha intentado, sin éxito, utilizando el binomio La Encantadora-Llano del Quebradón, siendo necesario explorar otras alternativas. Existen embalses en las proximidades de la cota de los mil metros (Arure, La Quintana, La Mérica) y otros de cota mucho más baja que podrían servir para estos fines, pero acometer esta iniciativa debe hacerse con gran sensibilidad hacia el medio ambiente y las necesidades agrícolas sin menoscabo de una rentabilidad mínima que haga esta empresa atractiva.

Otro reto importante sería el de lograr el trasvase Norte-Sur (en el Norte encontramos más recursos y en Sur mejores explotaciones agrícolas) lo que tiene su dificultad, dado su posible impacto medioambiental y las dificultades técnicas y orográficas. No obstante debe estudiarse, ya que complementaria a lo dicho anteriormente, con una perfecta simbiosis entre centrales reversibles-trasvases. Las dificultades son numerosas, pero nunca insalvables.

Es justo hacer mención en este artículo a las Comunidades de Regantes que explotan la mayoría de ellas, así como hacer un llamamiento a nuestras autoridades de la necesidad de proceder a su conservación. En ese aspecto hay que romper una lanza a favor del Consejo Insular de Aguas de La Gomera que está realizando un esfuerzo muy importante en este sentido.

Las presas como obras de fábrica son sólidas, algunas centenarias, y apenas dan problemas estructurales; pero tienen elementos incorporados más frágiles y problemas de mantenimiento que exigen una atención constante: desagües, tomas, oxidación de elementos metálicos, aterramientos, accesos, etc. Por eso, resulta mucho más útil y económica una ajustada inversión continua que cuantiosos desembolsos económicos puntuales cada varios -o muchos- años. La Gomera se merece que el esfuerzo realizado por nuestros mayores se siga prolongando en la actualidad para mantener vivas, operativas y llenas de contenido estas estructuras, que son la base y madre de nuestra agricultura y modo de vida: sostenible, apegado a la tierra y que evite el abandono de esta actividad vital.

[1] Según la definición de la normativa vigente en España, una “Gran Presa” es aquella que tiene una altura superior a 15 metros o bien una altura entre 10 y 15 metros con capacidad de embalse superior a 1 Hm³

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