
Inclúyeme, una de las asociaciones solidarias más activas en el sur de Tenerife, pide a los ayuntamientos de la comarca sur, en sintonía con la demanda planteada por otras ONG, que apuesten de una manera más decidida por la labor que prestan los Servicios Sociales.
“Algunos departamentos funcionan, otros menos y otros nada; en general, se echa en falta que la política baje a ras de calle, donde están los problemas y las necesidades de la gente; no está, por desgracia, a la altura de lo que está pasando. ¿Por qué no se refuerzan los Servicios Sociales para atender citas y verificar toda la información de los usuarios?”, se pregunta el vicepresidente de la asociación, Nando Herrera, que no se explica “cómo hay ayuntamientos que prioricen el asfaltado de carreteras y dejen bajo mínimos las áreas de Servicios Sociales cuando hay personas que no tienen ni para comer y les dan cita para tres o cuatro meses”.
Inclúyeme subraya el creciente número de personas jóvenes que tocan a su puerta desde que comenzó la pandemia. “Al principio nos llamaban personas mayores, pero eso ha ido cambiando con el tiempo, hay demasiadas familias con grandes necesidades que atendemos, muchas de ellas con menores e incluso bebés”.
Además, este grupo de voluntarios que actúa en toda la comarca sur sitúa en Granadilla de Abona el punto crítico en el que atienden a más usuarios y donde, a su juicio, resulta “imprescindible y urgente” reforzar el trabajo de los servicios sociales y ampliar los horarios de atención.
Inclúyeme, que como Virgen de la Esperanza, Cáritas o Cruz Roja, constata la cruda realidad a pie de calle de cientos de familias sin apenas recursos, advierte de que el perfil de usuario que demanda ayuda ha ido transformándose en los últimos años. “La gente que hoy pide comida a lo mejor tiene un terrenito a su nombre, pero ese terrenito, que no le da de comer, le impide que tenga derecho a recibir una ayuda; y lo mismo pasa con quien tiene una vivienda en propiedad, pero a la vez no cuenta con ingresos y lo demuestra con papeles. Las administraciones deberían hacérselo mirar. Esto no puede caer en el olvido”, manifestó Herrera a este periódico.
recogida de comida
La solidaridad tinerfeña volvió a quedar de manifiesto el pasado fin de semana con la recogida de más de 3.000 kilos de alimentos en el Sur, que ahora Inclúyeme repartirá en los próximos días entre las familias que peor lo están pasando.
Personas procedentes de distintos puntos de Tenerife respondieron a la llamada de la emisora Rumberos FM y del citado colectivo, y superaron con creces las expectativas depositadas en la recogida de productos de primera necesidad que transportaron hasta una gasolinera de Cabo Blanco (Arona), punto elegido para realizar las entregas.
Los alimentos recolectados entre las 10 de la mañana y las 10 de la noche del pasado sábado fueron trasladados al nuevo local de la asociación, cedido, hace menos de un mes, por un particular en San Isidro (Granadilla de Abona), “aunque, por desgracia, durarán poco allí, porque la demanda es enorme”, manifestó Herrera, que calculó que en un “par de semanas” no quedará nada de los 3.000 kilos en el almacén.
Herrera explicó que, lejos de mejorar, las necesidades se agravan con el paso del tiempo en el Sur a causa del frenazo turístico por la pandemia. “Sigue incorporándose gente para pedir comida después de haber aguantado hasta ahora gracias al sustento de las familias: padres que han resistido gracias a sus hijos e hijos que han aguantado gracias a sus padres, pero ahora ya no pueden más”, indicó.
El vicepresidente del colectivo puso como ejemplo el caso de una madre treintañera con tres hijos que se presentó el sábado durante el maratón radiofónico para pedir ayuda: “Nos dijo que su marido no le da dinero y ella no cuenta con ingresos, estaba bastante afectada, nos contó su historia y, al tratarse de un caso tan urgente, le entregamos un lote de comida”.