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Seco

Me he quedado seco. Entre el calor, la pandemia y las madres que los parieron, se me han ido las ideas al garete. Los tiempos fuera de tiempo no me perturbaban antes, pero con mi jubileo entro habitualmente en un estado de bajona irreparable. Odio la calima, sobre todo porque tengo que lavar el coche (15 euros) y me entra el polvo del desierto en el gaznate. Esto aumenta mi sequedad, unido a que la actualidad es ahora siempre la misma: o el covid-19 o Toni Cantó en el PP. Y así sucesivamente. Me paso ratos y ratos metiendo monedas en un cochino rosa que me regalaron en Reyes, pero que es tan grande que no tendré tiempo de hacerle la matazón. Tengo un amigo que cada vez que lo llamo para pedirle algo, me dice: “Bueno, romperemos la hucha”. La verdad, hace tiempo que no lo llamo. Hasta los digitales se han puesto desagradables, en general, pidiéndote dinero cada vez que pinchas una noticia. Como todo está en el titular, pues recomiendo que no se suscriban sino que compren los diarios de papel en los kioscos, como toda la vida. Me han invitado a Andorra, pero de momento no me muevo; quizá diez días después de Semana Santa y sin pasar por Barcelona, una ciudad que ya no trago. Esta Semana Santa, si no hay novedad, me la pasaré medio recluido y viendo la televisión o leyendo algo. Disfruto de grandes periodos de lectura, pero también me entra el tedio y me quedo días sin coger un libro. Los artículos escritos a salto de mata, como este, me entretienen pero reconozco que al final no digo nada. Se jubila Valentín, el camarero eterno de Los Limoneros, un discreto personaje de Teruel. Sus compañeros van a ofrecerle un homenaje. Ya ven qué domingo tan divertido; estaré en la sidrería de Chano, mandándome un cachopo.

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