después del paréntesis

Coches

Lo notificó la prensa en días pasados: el presidente del Gobierno de España propone invertir 13.000 millones de euros en los coches eléctricos. Se confirma una condición del moderno en varias vías. Una, la supresión del ruido; dos, el efecto pernicioso de las emisiones contaminantes que afectan al cambio climático; tres, suspender lo que los combustibles fósiles disponen: la velocidad y los accidentes de tráfico. Agotaríamos así lo que los nuevos tiempos determinan, a fuer de lo que vendrá, como el coche autónomo que nos dejará y nos recogerá en nuestro trabajo y nos conducirá con absoluta seguridad por la autopista. En ese punto se encuentra lo que significó y ha significado hasta ahora eso que se llama petróleo, el tesoro de las últimas centurias y que determina no solo los modelos de producción (frente al pobre carbón), sino lo que ese combustible condiciona a existentes.

El ajuste supone constatar no solo que el mundo cambia, también que se renueva hasta hacerse irreconocible, como ocurre con la era digital o como está a punto de suceder con eso que se llama el sistema 5G. El planeta se arrima, pues, a otro esplendor. De donde, ¿qué hacer mañana con el coche de gasolina que hace poco me compré para huir de lo que se nombra gasóleo? ¿En cinco años seré un condenado patrio por no acceder a los nuevos automóviles provechosos?

Se infunde valor a lo que ocurre, como le sucedió a las fotografías de papel, por ejemplo, después de la dicha era digital, de las cámaras de ese tipo o de los teléfonos (cada vez más sofisticados) que nos acompañan. Es decir, ¿qué ocurrirá?, ¿habrá una revolución de los países productores que protestarán por lo que los gobiernos imponen como hacen los taxistas contra Uber? ¿Cómo reaccionarán Venezuela o Arabia Saudita cuando no cuenten con compradores de la energía que explotan? Eso alumbran las nuevas prácticas. En poco aviones del mismo tipo. Luego los dichos gobiernos también se avendrán a poner remedio a las grandes industrias por las dichas emisiones, de donde…

Lo que la realidad parece probar es lo que ahora esta tierra desvela. Así los equipos de fútbol tales de Francia y de Inglaterra volverán a ceder la cúspide al Madrid y al Barcelona; esto es, no todo hacia adelante, asimismo hacia atrás. Y que es posible contemplar como un paraíso perdido lo construido en Qatar. O lo que es lo mismo, pese a mi modesto vehículo, lo nuevo se aviene a mejor. ¡Que Dios nos asista!

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