Por Eduardo García Rojas / Santiago Toste
El mundo de la cultura en el Archipiélago amaneció ayer jueves con la noticia del fallecimiento de la escritora tinerfeña Olga Rivero Jordán (La Laguna, 1928), matriarca de las letras canarias, tal y como subrayó el Gobierno autonómico en las redes sociales. Precisamente, la poeta lagunera, recordaba el Ejecutivo regional, fue la protagonista en las Islas, el pasado 19 de octubre, de la conmemoración del Día de las Escritoras 2020, y el viceconsejero de Cultura y Patrimonio Cultural, Juan Márquez, le hizo entrega de un reconocimiento. “La escritora Olga Rivero Jordán nos ha dejado. Todo mi afecto a su familia y amigos. Descanse en paz”, escribía ayer Márquez en Twitter.
Con una antología de su obra que ya se halla en las librerías, Olga Rivero Jordán es, asimismo, una de las 10 primeras autoras elegidas para la nueva etapa de la Biblioteca Básica Canaria, que pretende equilibrar la presencia de mujeres escritoras, casi ausentes entre los 53 títulos que se publicaron a partir de 1988, durante tres años, dentro de este emblemático proyecto editorial.
CECILIA DOMÍNGUEZ
“Conocí a Olga Rivero Jordán en los años 70”, explica a DIARIO DE AVISOS la escritora Cecilia Domínguez Luis. “Recuerdo que participamos en un recital junto a Pedro García Cabrera y Félix Casanova de Ayala en La Orotava, en la plaza de la iglesia de San Juan. Era la época en la que empezaban a poderse celebrar actos reivindicativos y nada más conocerla me pareció una mujer singular, con una visión de la vida y de la poesía nada comunes y muy atractivas”.
La autora orotavense, Premio Canarias de Literatura en 2015, lamenta que Rivero Jordán, “que vivía entregada a la literatura”, no fuese todo lo valorada que se merecía mientras vivió, pese a recibir en los últimos años diversos reconocimientos: “Pero ahí está su obra”, subraya. “Cuando una poeta fallece, lo importante es lo que deja atrás, y justo eso, lo que no muere, es con lo que la vamos a recordar”, asevera Cecilia Domínguez, quien destaca la originalidad de la escritora lagunera, con volúmenes como Las llamas rápidas de la sangre, Memoria azul o los cinco poemarios que se incluyen en Poesía inédita 1977-2004. “Estaba muy influenciada por las vanguardias; su poesía, tan singular como ella, era muy sensual y también surrealista”.
LA GUERRA CIVIL
La larga vida de Olga Rivero Jordán estuvo marcada en sus inicios por la tragedia de la Guerra Civil. Su padre, Luis Rivero, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de La Laguna, fue preso gubernativo al inicio del golpe militar de mediados de julio de 1936, huella que se grabó al rojo vivo en su memoria. Quizá eso explique que desde muy joven sintiera una poderosa atracción por la lectura, que, según las fuentes, quedó bien alimentada gracias a las obras que contenía la biblioteca del Instituto de Canarias y a las tertulias que organizara años más tarde, en las que se hablaba de lo divino y de lo humano, en el Ateneo de La Laguna.
Las crónicas subrayan de una u otra manera que la educación intelectual de Olga Rivero Jordán fue fundamentalmente autodidacta, lo que también explica que su primer libro lo publicara muy tarde, superados los 50 años, con el título de Los zapatos del mundo, aunque previamente mantuvo una actividad como articulista en periódicos de la provincia, entre ellos DIARIO DE AVISOS.
MESTIZAJE EXPRESIVO Y MEMORIA POÉTICA
Más narradora que poeta, su obra, que forma parte de varias antologías (Escritoras canarias del siglo XX y Antología de 100 escritoras canarias), se caracterizó por una escritura que, en palabras del poeta Antonio Arroyo Silva, “es única e irreemplazable, producto de un mestizaje expresivo y una memoria poética que recorre desde el primer balbuceo hasta la mayor profundización en el espíritu humano. Su verso seguro va más allá de los límites académicos de escuelas, generaciones, movimientos y prosodias”.
El homenaje que recibió del Gobierno de Canarias en la tercera edición del Día de las Escritoras probablemente le llegó tarde, pero intentó poner en valor la trayectoria de una mujer que antes de identificarse con generaciones sostuvo siempre que era “poeta”, porque creía “en la poesía”, así lo recoge la investigadora Bárbara Rodríguez Martín cuando escribe sobre ella en el libro colectivo Escritoras canarias del siglo XX: de la invisibilidad al reconocimiento, capítulo en el que destaca de Olga Rivero Jordán “su gusto por el verso libre, el experimentalismo tipográfico, el cultivo del poema en prosa” y el eco surrealista en muchas de sus composiciones.
A modo de despedida, reproducimos los versos de su poema Sola:
Sola
con el tejido
de mi carne
compongo mariposas
alas que llegan
al final
del universo.