
Real Madrid y Barça se quedaban solos tras nuevas renuncias. /Twitter
72 horas de auténtico vértigo fue lo que puso patas arriba al fútbol europeo. Se venía rumoreando desde hacía un tiempo que los clubes más poderosos del continente, con Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, como principal cabeza visible, estaban gestando el nacimiento de la Superliga europea.
Todo empezó en la noche del pasado domingo 18 de abril con un comunicado de tres páginas que no dejó indiferente a nadie a pesar de las horas intempestivas en que salió a la luz pública: doce clubes de los más ricos de Europa (Real Madrid, FC Barcelona, Atlético de Madrid, Manchester United, Manchester City, Liverpool, Arsenal, Tottenham, Chelsea, AC Milan, Inter de Milán y Juventus) anunciaban la creación de su propia competición, casi cerrada, con 15 miembros de pleno derecho y cinco invitados.
En las primeras horas del lunes 19 de abril, el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, se presentó en conferencia de prensa tras el comité ejecutivo del máximo organismo europeo. El esloveno no se mordió la lengua: “la Superliga es una propuesta vergonzosa de algunas serpientes que están guiadas por la codicia, un escupitajo a la cara de todos los amantes del fútbol”.
Unas horas después se confirmaba la presencia en el programa de la noche de Atresmedia El Chiringuito la presencia de Florentino Pérez para explicar las líneas maestras de la nueva Superliga europea.
El presidente del Real Madrid se equivocó en tiempo y forma presentando el proyecto de la Superliga casi de modo clandestino, y sin hacerlo en una rueda de prensa multitudinaria con la presencia de periodistas de todo el continente. Florentino, en el programa que presenta y dirige Josep Pedrerol, lejos de aclarar cual era el espíritu de la nueva competición, dio la imagen de prepotencia por parte de los grandes clubes europeos que organizaban una liga cerrada para 15 clubes con cinco invitaciones, y que el presidente del Real Madrid no supo explicar los méritos que había que contraer para jugar esa competición como equipo invitado.
El martes 20 de abril Gianni Infantino, presidente de la FIFA, dio su apoyo a la UEFA: el máximo mandatario del fútbol mundial fustigaba a los rebeldes, “que deberán asumir las consecuencias” de su ruptura.
Ese mismo día, la batalla judicial tomaba forma, ya que un tribunal mercantil de Madrid prohibía a la UEFA y la FIFA cualquier medida contra el lanzamiento de la Superliga.
Pese a esta victoria parcial de la Superliga ante los dos grandes órganos del planeta fútbol, un millar de hinchas de diferentes clubes dejaban a un lado las rivalidades deportivas para manifestarse en contra de la Superliga. En horas nocturnas varios medios británicos empezaban a informar de las dudas generadas en varios de los clubes fundadores, algunos de ellos pensando incluso en retirarse del proyecto.
Ante la magnitud de las presiones, el Manchester City fue el primero en tirar la toalla y anunciaba su salida del proyecto. Unos minutos después la Superliga era herida de muerte tras el anuncio de abandono del resto de clubes ingleses: Liverpool, Manchester United, Arsenal y Tottenham.
A través de las redes sociales se levantó una ola gigantesca contra la nueva competición por parte de todos los estamentos del fútbol europeo incluyendo a los representantes de los gobiernos de muchos países europeos.
La desbandada generalizada llegó el miércoles 21 de abril con las retiradas de los tres clubes italianos Milán, Inter de Milán y Juventus, con sendos comunicados, a los que acompañaba el Atlético de Madrid que se desmarcaba del proyecto de la Superliga por “las condiciones y circunstancias bajo las que se iba a producir nuestra incorporación no se han cumplido”.
Real Madrid y FC Barcelona se quedaban solos ante el peligro y con las amenazas del presidente de la UEFA Aleksander Ceferín que podrían ser expulsados de la próxima Champions.