
Por Benjamín Reyes
Dácil Manrique de Lara (Las Palmas de Gran Canaria, 1976) ha debutado en el cine para rendir un emotivo y merecido homenaje a su abuelo materno: Alberto Manrique (1926-2018), uno de los adalides del grupo de vanguardia artístico LADAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), que comenzó su andadura en 1949 de la mano de Manolo Millares, Felo Monzón, Juan Ismael y el propio Alberto Manrique. El resultado es El último arquero, un documental sensible y poético, que acaba de estrenar Televisión Canaria y que se proyecta este miércoles en el Festivalito de La Palma.
-¿Por qué ha tardado 10 años en estrenar El último arquero?
“Ha sido básicamente por la financiación. Empecé a rodar por mí cuenta y riesgo. Compatibilicé mi trabajo en Madrid con viajes a Gran Canaria donde grababa momentos de la vida cotidiana de mi abuelo. Ya casi me había rendido y casualmente me encontré en Madrid con Ana Sánchez Gijón de la productora La Mirada. Y me dijo que le enviará el guion y el teaser y me dijo: Vamos para adelante. Al final se me fue el tiempo porque ese regalo que le quería hacer a mi abuelo no pudo ser entregado antes de que nos dejara”.
-Aparece como guionista Isabelle Dierckx. ¿Qué papel desempeñó?
“Para mí era muy difícil despegarme de mí misma. Isabelle hace de espejo. Conecté con su poética y su sensibilidad documentalista. Ella me ayudó a ordenar mis ideas. Además, conté con las colaboraciones de Andrés Koppel y Elena Goatelli. Todos ayudaron a clarificar más la película y que fuera menos poética. La película está relacionada con la memoria. Su estructura es como la de abrir cajones que recuperan recuerdos.”.
-Fue una de las últimas intervenciones públicas de Martín Chirino.
“Sí, poco después falleció. Realmente hice más entrevistas, pero las deseché. La de Martín Chirino la mantuve porque creo que presenta a mi abuela muy bien. No está porque sea Martín Chirino”.
-¿Qué importancia ha tenido Alberto Manrique de Lara en la historia del arte en Canarias?
“Esa pregunta es difícil para mí porque soy su nieta. El refrán de que nadie es profeta en su tierra encaja muy bien aquí. Se le valora más fuera de Canarias que en la islas. Tiene muchos premios a nivel nacional e internacional. En Canarias creo que no se le ha reconocido suficientemente. Formó parte de LADAC, un grupo de artistas que hicieron algo absolutamente revolucionario en los años 50 del siglo XX. Tenía un mundo imaginario que iba más allá de la vanguardia”.
-¿Y en su vida?
“Toda la del mundo. Mi abuelo significó muchas cosas para mí. Para mi era una especie de tótem: muy sensato, muy inteligente, con mucho sentido del humor, muy justo. No tuve un padre, he tenido una madre que iba y venía (pero estaba). La figura paterna la suplió mi abuelo. Me enseñó muchas cosas y, sobre todo, a través del silencio. Yo le quería hacer un regalo y al final el regalo me lo hizo él a mí”.
-¿Qué trascendencia tuvo el grupo artístico LADAC?
“LADAC fue un grupo de jóvenes que tiraron fechas más allá del horizonte. El mar aísla a los isleños, pero ellos supieron romper ese aislamiento. La sociedad canaria de la época no les entendió. Abrieron un camino enorme en arte y en la conciencia social”.
-También tiene un destacado protagonismo su abuela, la violinista Yeya Millares.
“Mi abuela es la memoria de la película, la memoria que le faltaba a mi abuelo. La película habla del amor que se profesaban. Tenían una mentalidad más avanzada que la sociedad de su época”.
“Mi abuelo materno, Alberto Manrique, ha sido un tótem para mí. Mi abuela Yeya Millares es la memoria de la película”
-Pone la voz en off y apuesta por mostrarse de espaldas (solo le vemos el rostro en una ocasión).
“Absolutamente. Yo no soy la protagonista. Es un homenaje a mi abuelo. Cuando se me ve el rostro es cuando entró a formar parte de su obra”.
-¿A qué tipo de público está dirigido el documental?
“A un público sensible con el arte, la familia, la vida y la realidad. El Ministerio de Cultura la ha calificado para mayores de 7 años”.
-Como documentalista figura María Dolores Manrique de Lara.
“Es mi madre. Ella vive con mis abuelos maternos. Le quería dar un hueco en una película que aborda la ausencia del padre. Ella buscó las fotografías de la familia y las archivó. Hacía entrevistas a mi abuela y me las trascribía. Todo eso me fue muy útil para contar la historia. Hizo un trabajo excelente. Es una película familiar trabajada en familia”.

-¿Cuál ha sido el periplo por festivales?
“Se estrenó en el Hot Docs Canadian International Documentary Festival de Toronto (Canadá). Luego se proyectó en D’Art Festival, que se desarrolla en Chile y Cataluña; DocuPlay, en Ucrania, Full Frame, de California (Estados Unidos), el Festival de Las Palmas de Gran Canaria y, ahora, en el Festivalito de La Palma. En Las Palmas estuvo más de un mes en cartelera. Me ha escrito muchísima gente, que no conozco. Diciéndome que la película le ha emocionado y le ha tocado. Es lo más bello que te puede pasar”.