cultura

Iván Cabrera Cartaya presenta en la Fundación CajaCanarias ‘Vigilia en Velora’

El volumen del escritor tinerfeño, que estará en el acto de este miércoles acompañado por la poeta Cecilia Domínguez, obtuvo el Premio de Relato Corto Isaac de Vega 2019
Iván Cabrera Cartaya. / DA

El Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife (Plaza del Patriotismo, 1) acoge este miércoles, 12 de mayo, el acto de presentación de Vigilia en Velora, volumen ganador del Premio de Relato Corto Isaac de Vega CajaCanarias 2019. Con entrada libre y aforo limitado, la sesión, que dará comienzo a las 19.00 horas, también podrá seguirse en directo a través del canal de YouTube de la Fundación CajaCanarias y contará con la participación del autor, Iván Cabrera Cartaya, y la poeta Cecilia Domínguez.

Iván Cabrera Cartaya (Santa Cruz de Tenerife, 1980) logró este prestigioso galardón dos décadas después de alzarse con el Premio de Poesía Pedro García Cabrera CajaCanarias gracias a su obra Arena, cuando tan solo contaba con 20 años de edad. Licenciado en Filología Hispánica y Clásica por la Universidad de La Laguna, donde también cursó estudios de Historia del Arte, es autor, además de Arena, de los libros de poemas Obsidiana (2004), Fragmentos de sentido (2006), Cariátides (2007), Bajo el cielo innumerable (2007), Un sueño de esplendor (2010), Diálogo en el desierto (2011), Creencias de verano (2013), Para ser recitado al viento sibilante (2013), Noche en jardín destruido (2015), Aletheia del sur (2017) y Westheaven Bay y la Montaña Amarilla (2019), además del libro de entrevistas Bajo la bóveda del tiempo (2009), el libro de cuentos Tentaciones al caer la tarde (2011) y la novela La fiesta y el vacío (en preparación).

Vigilia en Velora es una breve colección de relatos a través de la que Iván Cabrera Cartaya ha querido comprobar “si era capaz de escribir un buen cuento”. El conjunto se compone de un texto fantástico que “quiere ser una pesadilla”; otro enclavado en el género de terror; junto a un relato a modo de homenaje y, a la vez, una larga reflexión en voz alta; un cuarto que se entrega “al eterno retorno nietzscheano y a la suposición de una posible analogía histórica que el azar no permitió”, y, a modo conclusivo, “otros dos más cercanos a mi propia experiencia íntima, con las hipérboles y silencios, simbolismos y libertades -para mentir desde la creación de una situación verosímil- que permite la ficción”.

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