
La crisis derivada de la pandemia del coronavirus ha tenido importantes consecuencias sociales y económicas, afectando en mayor medida a las personas en una situación de vulnerabilidad. La pandemia disparó la acción social de Cáritas Diocesana en Canarias, que atendió a 65.000 usuarios, unos 20.000 en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, y si bien los beneficiarios en la provincia oriental subieron el 83%, por el 22% de la occidental. Así lo comunicaron ayer los responsables de ambas Cáritas en el Archipiélago en la presentación de sendas memorias en las que recalcaron que “ha aumentado la pobreza y la exclusión”, ya de por sí sangrante cuando en el informe Foessa de 2019 se situaba en el 29%.
Cáritas de Tenerife atendió en 2020 a un total de 6.018 hogares y 19.769 personas (entre ellas, 4.552 menores de edad), a través de sus 17 arciprestazgos y los diferentes programas y proyectos que desarrolla. En un acto presidido por el obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, el director de Cáritas Diocesana, Juan Rognoni, desgranó cada una de las actuaciones, recordando que “detrás de los datos hay personas y familias, con distintas historias personales, que se encuentran en situación de emergencia”. Ese aumento del 22% ha sido originado por la situación de crisis social y económica de la pandemia, personas que se han quedado sin empleo o en ERTE, que trabajaban en la economía paralela, al cuidado de niños o ancianos, daban clases particulares, etc.” y que perdieron los pocos ingresos que le permitían subsistir pasando a no tener nada”.
Muchos de ellos acudieron por primera vez a alguno de los servicios ofrecidos por Cáritas, una tendencia que se mantiene.
Por su parte, la Diócesis de Las Palmas atendió a 6.262 familias y 23.136 personas, aunque elevaron estas cifras a 14.623 hogares y en más de 45.000 personas que participaron en diferentes procesos. El número de atenciones realizadas en 2020 supuso un incremento del 83% de los hogares atendidos con respecto a 2019. Su director Gonzalo Marrero informó de que en su diócesis “4 de cada 10 personas acudieron por primera vez” y, del conjunto de asistidas, “el 73% carecía de empleo, el 43% no tenía ingresos, mientras que el 31% fueron migrantes en situación irregular”.
Volviendo a nuestra provincia, durante el periodo de confinamiento entre marzo y mayo de 2020 disminuyó el número de personas acogidas en los recursos alojativos, ya que se paralizaron todos los procesos. La pandemia sacó a la luz la realidad de muchas personas en situación de “exclusión residencial extrema”, que sobreviven en lugares insalubres e indignos. En Tenerife y La Palma, Cáritas aumentó la atención de personas sin hogar en sus Unidades Móviles de Atención en Calle (UMAC), al acompañar a 969 personas, el 70% más que el año anterior. Cabe recordar que en Tenerife se realizó un diagnóstico riguroso del sinhogarismo que descubrió a más de 2.000 personas. En cuanto al área de Vivienda-Inclusión Social fueron atendidas 3.303 personas; de ellas, 158 fueron acogidas en alguno de los siete recursos alojativos de Cáritas, donde se proporciona cobertura de necesidades básicas y acompañamiento psico-socioeducativo y para la mejora de la empleabilidad. Del total de atendidas, 30 familias son monomarentales (mujeres solas con hijos menores a su cargo).
En el área de empleo, se atendieron a 825 personas en programas y otras 377 en distintos Itinerarios de Inserción. Del total, 535 recibieron formación profesional o complementaria y un total de 268 (el 23%) lograron la inserción. Bernardo Álvarez reiteró que Cáritas quiere “la promoción de las personas, de modo que puedan ser autónomas y gestionar su propia vida”, y el “mayor éxito se logra cuando tienen acceso a un empleo”. El obispo recordó la atención que se presta a los migrantes, no solo los que llegan a las costas en cayuco o patera, “una realidad dramática”, pero hay “muchos más provenientes de Latinoamérica y Europa que atendemos en las parroquias”.
Mujeres y personas de entre 45 y 65 años, los beneficiarios
En relación a los perfiles de beneficiarios en 2020, la mayoría de los atendidos fueron mujeres (casi el 70%), y a medida que se acerca el fin de la vida laboral se localizan situaciones de mayor vulnerabilidad. Las personas de entre 45 y 65 años representan casi el 60% de los beneficiarios de la acción de Cáritas.