cultura

Fidel Galbán: “La profesión de cuentacuentos evoluciona de manera exponencial, pero mantiene su esencia”

El narrador cubano participa este sábado (11.00 horas) en el Teatro El Sauzal en una de las últimas citas del Festival de Narración Oral Verano de Cuento
El narrador cubano Fidel Galbán. / Adri González Brito

Fidel Galbán nació en Cuba en 1971. Allí se formó como actor, titiritero y atrecista. Comenzó en el mundo de la narración oral a través de la televisión y de un programa infantil cubano, Piñata de sueños, que producía la compañía de teatro El Guiñol de Remedios. Este proyecto continuó años más tarde en Televisión Española y Clan TV con la producción del programa infantil El Clan de los Titirimúsicos. Desde 1998 reside en Tenerife, donde como actor y narrador ha trabajado en prácticamente todos los teatros, festivales de narración oral y gran parte de los colegios y bibliotecas de las Islas. Hoy, a partir de las 11.00 horas, dará vida en el Teatro El Sauzal a uno de los actos finales del Festival de Narración Oral Verano de Cuento.

-¿Para contar bien un cuento es necesario un talento innato?
“Absolutamente, no. Contar historias forma parte intrínseca de nuestra coexistencia como seres sociales. Lo hacemos de manera natural, sin siquiera percatarnos. Unos más que otros, unos mejor que otros, pero en general gran parte de nuestra vida la pasamos contando. Cuando vamos en el coche o en la guagua con un compañero de viaje y nos contamos nuestras aventuras y desventuras para hacernos más fácil y ameno el camino; cuando llegamos tarde al trabajo y declaramos una mentirijilla sin importancia para que nos ayude a salir airosos del problema con el jefe. ¿Qué es un gran mentiroso sino un contador de cuentos?”.

-¿El arte del cuentacuentos también evoluciona o las grandes historias ya están escritas?
“Nuestra profesión evoluciona de una manera exponencial, aunque mantiene siempre su esencia. A raíz de la pregunta anterior, en la profesión del contador de cuentos el talento sí es una incuestionable ventaja, pero que al igual que una semilla necesita de la humedad adecuada y el oxígeno para germinar, el talento necesita desarrollo y formación. Resulta difícil crearse un espacio y una voz propia dentro un catálogo cada vez más amplio de narradores. La música, el teatro, los títeres, la danza, la plástica, el arte audiovisual se fusionan con la narración oral para crear espectáculo, para contar incluso las grandes historias de siempre y que estas resulten siempre nuevas en contenido y forma. Toda historia pasada contada en un nuevo contexto es una nueva historia y cada nueva generación tiene sus grandes historias por contar”.

-¿Cuáles son sus fuentes de inspiración para las narraciones?
“Toda aquella que me provoque emoción. Siempre parto de mí mismo como espectador antes de decidirme a contar una historia. Si la historia de alguna manera no me conmueve a mí, seguramente será una historia que no contaré. Esto es algo, por supuesto, muy personal. Pero si como profesional necesito contarla por razones ajenas a mi emoción, entonces la transformaré hasta encontrar en ella las motivaciones suficientes como para que logre conmoverme. Alguien, no recuerdo quién, dijo una vez, hablando de literatura, que un cuento es como una flecha que sale del arco y va directamente al blanco. Como narrador oral tengo la capacidad de poder utilizar la misma flecha y decidir hacia qué blanco la quiero lanzar”.

-¿Qué tiene de especial narrar para un público joven?
“Es el público más honesto y agradecido de todos. Si no les gusta tu trabajo no se esforzarán en ponértelo fácil. Es además un público, sobre todo las nuevas generaciones, con una atención mariposeante, adaptada a una dinámica visual y comprensiva muy rápida. Tienen al alcance de un dedo dibujos animados en streaming las 24 horas, videojuegos, vídeos interactivos, cine y teatro en pantalla a la carta. Es una competencia desleal y difícil para las artes escénicas y, muy en especial, para la narración oral. Lograr captar su atención y la de sus padres a través de las palabras es un reto, porque a pesar de todas las distracciones que tiene y consume, y creo que precisamente por eso, es también el público más necesitado”.

-¿Cómo valora un festival como Verano de Cuento?
“Un milagro, una quimera, un unicornio. No me explico cómo lo hacen, pero cada año vuelven, a pesar de todo, y la gente lo agradece profundamente. Así que gracias, Teatrofia Clown Company & Producers”.

-¿Sería capaz de relatarnos un cuento en cinco o seis líneas?
“Se me acaba de ocurrir uno -no es broma, de verdad se me acaba de ocurrir- y se lo dedico a un gran amigo y actor argentino que falleció hace algunos años, Eduardo David Zmud. Érase un hombre que tenía muchas cosas importantes y maravillosas que contar, pero era tan egoísta que prefirió guardárselas todas para él. Murió muy joven y en la autopsia descubrieron que su hígado se había convertido en un diamante”.

TE PUEDE INTERESAR