Desde que el volcán de Cumbre Vieja entrara en erupción en Cabeza de Vaca (El Paso) hace nueve días, son muchas las escenas de drama y pena que se viven en la Isla Bonita. El cielo se ha teñido de gris, en concordancia con los sentimientos que durante estas largas jornadas de evacuaciones, miedo y pérdidas han envuelto a los palmeros.
No obstante, con el paso del tiempo, la solidaridad ha ido ganando terreno, tanto entre los lugareños como la procedente del exterior, con donaciones de todo tipo y acciones altruistas, sin pedir nada a cambio. Y una de las personas que dejaron atrás su rutina para ponerse manos a la obra en beneficio de los damnificados es Lucas, un joven aridanense que expresa cómo le ha hecho sentir ser partícipe de los desalojos: “Hoy viví algo que jamás imaginé: llevé en nuestro furgón la vida de una familia”.
Describe que son varios los pensamientos que rondan su cabeza últimamente, incluido a raíz de lo que se vio obligado a presenciar: “Ojalá nunca hubiese tenido que vivir algo así, pero ver cómo 30 personas colaboraban para desalojar una casa fue igual de doloroso que increíble”. “Increíble por sentir una vez más que estamos más unidos que nunca”, detalla, al tiempo que lanza un mensaje “a todos los que estáis destrozados”, y es que “quienes no lo estamos del todo, estamos para ustedes”.
“Por último, decirles que ánimo, que esto pasará, se levantarán y volverán a soñar, porque no merecen menos y porque soñar es de los mejores placeres que la vida da”, continúa. Y quiso agradecer a quienes han sufrido las consecuencias de la erupción, concretamente a la familia que ayudó, “por dejar que aportemos un granito de arena en vuestras vidas. Gracias y lo siento mucho”. “Saldremos de esta”, remachó.
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