Omaira García Rodríguez (Los Llanos, 1978), investigadora del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, de la Aemet, repite en esta sección entre otros motivos porque lo manda el volcán de La Palma. Es una de las expertas que vigila atentamente al gran dragón de Cumbre Vieja. Más exactamente las emisiones que pueden dañar el aire que respiran los palmeros y todos los canarios. Su ocupación habitual se centra en el manejo del Espectrómetro de Infrarrojo por Transformada de Fourier, instalado en Izaña, que investiga la atmósfera del planeta, pero el trabajo se incrementa ahora con lo relativo al volcán. Ha estado en Cumbre Vieja a cincuenta metros de la colada norte, acompañada por expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ha instalado y ha hecho el seguimiento, con sus compañeros de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología), de las estaciones de medición de la calidad del aire situadas en dos puntos de su isla natal. Doctora en Física de la Atmósfera, ha vivido días intensos en la isla en la que un día nació y otro –muy, muy lejano- se jubilará. Y sufre con la desgracia de los palmeros, algunos muy allegados. Por eso puede que se me vaya la mano sentimental entrevistando a una científica que es palmera hasta lo más profundo de su alma, tan palmera como reacia a hablar públicamente de sí misma.
-¿Cómo lo estás viviendo?
“Con sufrimiento, con tristeza. Es un volcán relativamente pequeño, pero que ha hecho mucho daño y que ha expulsado el doble de elementos que el Teneguía”.
-Todo el mundo está preocupado con la calidad del aire. ¿Con motivo?
“Nosotros no somos los encargados de medir la calidad del aire que estamos respirando, en el sentido de establecer los parámetros admisibles para la población. De esto se encarga la UME (Unidad Militar de Emergencias) y el Gobierno de Canarias; también el Cabildo. Nosotros estamos investigando el aire, con aparatos de extrema precisión, pero no seguimos los mismos protocolos y sí informamos al Gobierno de Canarias de cualquier anomalía grave que se produzca y que detectemos”.
-Desde Izaña (Tenerife) también se investiga al volcán.
“Por supuesto y hemos registrado picos altos de dióxido de azufre, pero en momentos muy concretos, por lo que no ha dado tiempo a que sean nocivos para las personas”.
-Omaira, La Palma es hoy un laboratorio.
“Por supuesto, para nosotros, los investigadores de la atmósfera lo es y no te digo para los vulcanólogos, los geólogos y para otros científicos. Hay especialistas de todo el mundo en La Palma analizando piedra a piedra. Y de varias partes del mundo, organizaciones especializadas con las que la Aemet tiene contactos nos están pidiendo cenizas y otros elementos para su análisis”.
-¿En qué centras tu trabajo concretamente?
“En la vigilancia de la distribución vertical de aerosoles, en el daño atmosférico que puede causar la nube de ceniza y en el seguimiento de la calidad del aire. En este momento (el viernes a mediodía) lo que expulsa el volcán de Cumbre Vieja se mezcla con polvo sahariano, el aire circula menos y esto puede conllevar problemas”.
-¿No crees que ha sido milagrosa la ausencia de daños a personas?
“Mira, aquí, en la gestión del volcán, hay que dar un diez a los responsables. Se actuó a tiempo, se actuó coordinadamente y se sigue haciendo. Ha sido un trabajo irreprochable y también agotador”.
-¿Se detectan las emisiones desde Izaña?
“Absolutamente, con toda claridad”.
-¿Han existido momentos que podríamos llamar críticos para las personas?
“Algunos, pero pocos”.
-¿Ha habido transparencia informativa con la población?
“Absolutamente, sí. En esto también ha sido un ejemplo el Pevolca. No se ha ocultado nada a la población, se ha actuado con absoluta honestidad y las informaciones que parten del Pevolca son honestas y veraces. Tenemos que felicitarnos también por eso, porque yo creo que La Palma se merece esa información y la ha tenido. Y precisamente la honestidad ha tranquilizado mucho a los palmeros”.
(Tras su trabajo en La Palma ha regresado Omaira García a Tenerife. Les ha traído a sus hijos frascos de ceniza y piedras de restingolita, que ha expulsado el volcán y que permitirá hasta determinar su antigüedad. ¿Qué es la restingolita? Durante la erupción del volcán submarino de El Hierro se descubrió la expulsión de unas piedras con su interior blanco y a veces esponjoso. Quizá sean estos restos orgánicos milenarios de fauna marina fundidos con las piedras del océano. “Ya digo que quizá, pero la composición interna se está discutiendo y todavía las investigaciones sobre la restingolita están en pañales”, me dice. El volcán de Cumbre Vieja también ha expulsado piedras de restingolita. Los niños han llevado las cenizas y las piedras al colegio y les han dicho a sus compañeros: “Mi madre ha estado en el volcán”. Y añade Omaira: “Yo pienso que ellos creen que he estado dentro”).
-¿Un científico como tú tiene tiempo para hacer romanticismo al andar todo el día navegando por la atmósfera?
“Un científico aparca su romanticismo y se hace racional. No tengo tiempo para hacer poesía con un volcán que hace daño, aunque ayude tanto a la investigación. Nadie sabe las toneladas de información que el volcán de Cumbre Vieja nos está ofreciendo. De todas formas yo no soy romántica, soy científica”.
(Si ahondo en la trayectoria de esta mujer enamorada de su profesión tendré que decir que se hizo camarera en su época de estudiante para costearse su estancia en La Laguna. Y que estudió con una beca, porque tres hermanas de casi la misma edad seguían estudios universitarios al mismo tiempo y la economía en casa no era boyante. Puede ser un ejemplo para tantos jóvenes canarios ociosos que no dan palo al agua).
-Hay que estar orgullosos de quienes investigan ‘in situ’ al volcán, me parece.
“El que no haya habido una sola víctima habla de una organización perfecta. Y no sólo de los científicos, que hacen cálculos matemáticos de las corrientes de lava, analizan los materiales o predicen los cambios del viento, por poner sólo tres ejemplos, sino de los militares, las fuerzas de seguridad y los propios habitantes de La Palma, que han dado ejemplo de serenidad, que han acatado las instrucciones que se les han dado, a pesar de todo el dolor causado; y también de las autoridades que han coordinado todo esto”.
(En una entrevista firmada por Juan Jesús Gutiérrez en este periódico, Omaira García indicó -el día 12 de octubre actual- que Izaña es un mirador privilegiado, a 140 kilómetros de Cumbre Vieja, para registrar la actividad del volcán cuando la pluma del penacho volcánico vira al este. “Y detectamos perfectamente el dióxido de carbono y las partículas asociadas, que llegan hasta la cumbre de Tenerife”. Y aunque lo peligroso para la atmósfera del planeta global es cuando el penacho sube por encima de 8-10 kilómetros de altura y en La Palma sólo lo ha hecho a 5 como máximo, las cenizas han llegado lejos, al Caribe, por ejemplo, y por supuesto a Cabo Verde, Azores y Madeira. Los volcanes de Islandia, por circunscribirnos a Europa, son mucho más agresivos para la atmósfera. Y esas partículas se mantienen muchos meses en ella y hacen daño).
-Una vez has trabajado en tu especialidad en la crisis eruptiva palmera, ¿dónde te gustaría estar cuando esto acabe?
“Mi ilusión como científica es cumplir una estancia en la Antártida. Hay programas de dos meses de trabajo, descanso y luego otros dos meses allí. Espero conseguirlo”.
-¿Islandia?
“Un viaje muy interesante si hay una erupción violenta, porque esa sí que probablemente afectaría mucho a la atmósfera, como las anteriores”.
-¿Están monitorizando todo lo que ocurre en La Palma?
“Absolutamente todo; los efectos en tierra, en el aire y en el mar. Todo. Ya te dije que en este momento La Palma se ha convertido en un laboratorio para muchísimos científicos. Varias universidades están trabajando aquí y han llegado investigadores de todo el mundo”.
-¿Tienen capacidad de reacción las universidades ante fenómenos como estos?
“Mucho menos que las nuestras, las de organismos como la Aemet, el CSIC o el Instituto Geográfico Nacional, que han estado allí al minuto, o incluso antes de la erupción. En las universidades, al menos en las españolas, los medios suelen ser más escasos. Pero en La Palma trabajan ahora compañeros científicos de Valladolid, Madrid y las universidades canarias, entre otras”.
-¿Cómo notaremos que el volcán se apaga?
“Pues cuando emita menos gases, cesen los temblores y se produzcan otras circunstancias que los vulcanólogos ya han indicado”.
-Me han informado de que a La Palma han llegado, incluso, fabricantes de aparatos de medición de todo tipo.
“En lo que se refiere a mi especialidad te diré que sí, sobre todo de los perfiladores que miden la distribución vertical de los aerosoles. Incluso suelen, en estos casos, ceder sus aparatos de última generación a los investigadores para que los probemos, de cara a una posterior fabricación en serie”.
-Yo viví el Teneguía, Omaira, y lo que más me perturbaba era el ruido.
“Mi familia se ha tenido que marchar de Los Llanos porque ya no podía más. Efectivamente el ruido ataca a los nervios y mantiene en vilo a quienes lo escuchan. Es terrible. Yo no había nacido cuando el Teneguía, pero este de Cumbre Vieja, ese ruido, te va minando la salud. Tras la crisis quedará mucho margen para el trabajo de los sicólogos, porque habrá gente muy afectada”.
-Tú pasas días, e incluso noches, en Izaña vigilando la atmósfera en una estación clave para su análisis, y tus investigaciones tienen repercusiones a nivel mundial. ¿No me digas que no te serenan y te emocionan amaneceres y atardeceres increíbles, al margen de tu trabajo científico?
“Ahí tienes las fotos de Daniel López, el astrofotógrafo acaso más famoso del mundo. Ha captado imágenes maravillosas desde Izaña y ahora tenemos un proyecto común, el Proyecto Teide, y sus cámaras utilizan la torre de observación de la Aemet para captar nuevas imágenes desde las cercanías del Teide”.
-Hay magia ahí arriba.
“Sí, la hay, pero si vas a seguir con el romanticismo de una científica te repetiré que yo condiciono ciertos sentimientos a lo racional y lo racional es bastante incompatible con lo romántico, al menos con el romanticismo tradicional”.
-La gente tenía miedo de que si la lava llegaba al mar el aire se haría irrespirable. Incluso los expertos.
“No, los expertos no. Sabíamos que la nube de dispersión se va al mar y ahí hace mucho menos daño. Hombre, para la vida marina no es nada bueno, ni para la aviación, pero no está afectando en exceso a la población, aunque ya te he dicho que han existido momentos muy difíciles”.
(Ha venido a Los Limoneros vestida con el uniforme de la Aemet. Y hemos estado -créanlo- seis horas hablando de volcanes y de vivencias, aunque las vivencias quedan fuera de plano en mi conversación con la científica. Omaira vigila ahora el volcán desde Izaña, pero no descarta volver a La Palma cuando se la requiera para seguir vigilando a pocos metros al dragón de Cumbre Vieja. Coincide con los vulcanólogos en que la cosa puede ir para largo, aunque no opina de ello porque no es su especialidad, ni quiere alarmar lo más mínimo a sus paisanos. La entrevista se ha terminado, pero no la conversación. La mejor conclusión es que Canarias está en buenas manos: muchos especialistas en distintos campos que hacen el seguimiento de un fenómeno geológico apasionante, que por ahora no cesa).