la palma

Élida, la artesana palmera del siglo XX que “recrea” con su legado cultural

“Doy las gracias a este oficio porque ha sido muy importante en mi vida, mucho más desde que el Cabildo palmero puso en marcha La Palma artesanía”, cuenta De Paz

Élida de Paz es una lección de vida. Ama lo que hace pese a reconocer que no es un medio único suficiente para vivir. Y, pese a todo, es algo necesario para que ella, que ha bordado toda la vida y que se jubiló hace apenas dos años, necesite encontrarse con su labor a diario “para no sentir un malestar, una especie de vacío”, explica.

Élida reconoce el cambio que para ella, como artesana, supuso la creación del preceptivo carnet a finales de la década de los 80, cuando la llamaron para dar un curso y llegó la profesionalización y el reconocimiento para una actividad, un trabajo, que se hacía en la propia vivienda, por encargo, para casas o agencias de bordado en tiempos de su abuela y su madre, en aquel tiempo en que, apenas con seis años, le dieron una almohadilla, una cajita de alfileres y agujas y la enseñaron a bordar..

“En el año 57 empecé a bordar; pocos podían estudiar y no era una elección. Te mandaban a bordar y eso hacíamos todas las niñas”, explica. Esa obligación, en épocas de dificultad en las que era casi un privilegio no tener que ir al campo como ocurría con la mayoría de los hombres, Élida se convirtió en bordadora, en una artesana en mayúsculas, que, a partir de 1988, comenzó a formar a cientos de mujeres en este arte.

“Sí, de mujeres. En todos estos años, y mira que he formado y enseñado a gente, nunca he visto un hombre”, indica. Los bordados en indumentaria tradicional, mantelerías, dotes, ornamentos sacros y ajuares han llenado parte de la vida de esta mujer, mujer artesana, mujer palmera, mujer madre y trabajadora. Élida ha viajado para promocionar el bordado fuera de La Palma, en ferias en las que ha logrado reconocimiento, pero, sobre todo, muchos amigos en el mundo de la artesanía.

“Doy las gracias a la artesanía, porque ha sido muy importante en mi vida, mucho más desde que el Cabildo puso en marcha La Palma Artesanía, y luego el proyecto de moda hecha aquí, con diseñadores de aquí”.

Un referente de la artesanía

Élida es para muchos un referente, una auténtica artista que ha llevado a las telas de diseñadores como Diazar Atelier y a alguna de las más prestigiosas pasarelas españolas sus bordados en bellas piezas únicas. Valora especialmente La Palma Artesanía, un proyecto que para ella ha sido espacio de ilusión y entusiasmo, la manera de estar y verse reconocida junto a muchas otras artesanas, bordadoras, para las que debe haber relevo generacional, evitando que este arte desaparezca.

Élida es consciente de que forma parte de una generación de mujeres que no pudo elegir: “Yo con 14 años ponía las inyecciones a mi abuelo enfermo; siempre quise estudiar algo de la rama sanitaria, pero no pude. Eran otros tiempos. Hoy una de mis hijas es médico”, relata. Pese a todo, ha encontrado en el arte del bordado un mundo de creatividad en el que ha desplegado diseños, ideas y la enseñanza de este legado cultural de primer orden. La artesanía palmera sigue luchando por llegar a otros mercados, más allá de las fronteras españolas, pero en un entorno comercial muy competitivo donde la promoción y la excelencia de esta producción artesana es imprescindible.

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