Hoy se clausura la trigésimoséptima edición de la Feria Regional de Artesanía, que en esta ocasión ha reunido en el Recinto Ferial de Santa Cruz de Tenerife a 137 artesanos y artesanas de todo el Archipiélago. Un punto de encuentro donde se ha dejado patente el amplio y rico patrimonio cultural y artísticos que existe en las Islas y que, en la mayoría de los casos, pasa de generación en generación.
Es el caso de Susana Afonso, que es cestera de rafia. Hace calado en hebra y también roseta canaria. Un oficio al que lleva dedicándose “toda la vida” y que aprendió por su abuela. Cuenta a DIARIO DE AVISOS que, aunque “se trata de una tradición, es muy bonita, pero también muy dura, porque, además, tienes que pagar muchas cosas”. Eso sí, esta icodense de nacimiento no se imagina trabajando en otra cosa.
Asimismo, Susana Afonso explica que “yo no me hallo sin hacerlo. Es todo hecho a mano, con una aguja e hilo. Tienes que hacer la estructura con alambre primero, darle forma y luego rellenarlo. Después tienes que coser el alambre para ponerte a calar hebras”. Elabora pendientes, cestas e incluso lámparas. Durante la pandemia lo pasó “fatal”, pero fue un tiempo en el que aprovechó para hacer mercancía e innovar, por ejemplo, con pendientes y colgantes a los que da color con tintes naturales y artificiales.
Susana tiene un pequeño puesto frente al drago milenario y dice “ir escapando ahora que el turismo ha empezado a venir”. Igualmente, vende a través de las redes sociales que le gestionan sus nietas, que estudian y aprenden el oficio. En otro de los puestos se encuentra Manuel, que ha venido desde Gran Canaria y que se dedica a la cuchillería desde hace ocho años.
Crea “cuchillos de cabo piezas” únicos, que elabora con cuernos de cabra, de carnero y de vaca, así como con madera, plata, oro e incluso con monedas antiguas, como duros y pesetas. El talento y el amor de este albañil de profesión a lo que hace es indiscutible. Usa su imaginación para crear cuchillos que son una auténtica joya. “Se le da calor a la punta de cuerno, se prensa y se hace una tabla”, explica este artesano, que está convencido de que “el oficio se está perdiendo y que habría que recuperarlo” con el apoyo de las administraciones.
“En Gran Canaria tenemos una asociación en la que damos cursos. Lo que pasa es que hay gente que no los termina y así perjudican a los que nos dedicamos a ello de forma profesional”, subraya.
Estas herramientas de trabajo, originarias de Gran Canaria, que desde siempre se han usado en el campo, pueden costar “entre 140 y 2.000 euros”. Productos elaborados “desde la hoja hasta la vaina”, que lleva varios días terminarlos, dependiendo de su complejidad. En el puesto de los hermanos Najas están José Carlos y Juan Luis, dos herreños que elaboran instrumentos musicales de cuerda. Son carpinteros de profesión y desde hace 10 años se dedican exclusivamente a la artesanía. Es algo que les viene de familia: “Siempre veíamos a nuestro padre, desde que éramos pequeños. Aprendimos de él y ahora nos dedicamos a ello”.
Estos hermanos lutieres hacen guitarras, violines, ukeleles, tambores herreños, chácaras, laúdes, bandurrias y, por supuesto, timples canarios. Cuentan que el sistema de fabricación “es complejo, porque no se usan clavos ni tornillos”, solo pueden pegar. También, que “las maderas siempre deben estar bien secas para poder trabajar”, aunque se utiliza “el agua y el calor para domar los aros y darles la forma que se desea”. Pero, además, hacen que estos instrumentos suenen bien. Algo que no es sencillo y para lo que revelan que hace falta mucha “intuición”.
Por último, conocemos a Pascasio, que ha venido desde la isla de La Palma con su mujer Carmen “para hacerle compañía y ayudarle”. Pascasio es carpintero, tiene 88 años y lleva en la artesanía desde 2008. Aprendió el oficio solo, fijándose “en un ebanista muy bueno que trabajaba muy bien” en la Isla Bonita.
“Tengo un nieto y dos bisnietos, pero no quieren dedicarse a esto, porque creen que es sacrificado, aunque yo pienso que el trabajo que uno hace a gusto no lo es. Es muy importante que a uno le guste y disfrute con ello”, explica. Este palmero hace morteros, cucharas, tenedores, cuencos, castañuelas, claves e incluso exprimidores. Un trabajo que define como “laborioso”, al que hay que dedicarle horas y en el que “no se puede correr”.
Todos estos profesionales artesanos y artesanas coinciden en que la XXXVII Feria Regional de Artesanía les ha venido bien para darse a conocer, pero que han notado menos gente que otros años. Reconocen que hay “una crisis económica”, que “estamos en pandemia” y que ha habido “otros eventos que se han desarrollado al mismo tiempo”. Aún así, artesanos y visitantes coinciden en que vale la pena asistir, porque “hay gente nueva, con modernos métodos y diseños”.
¿Lo mejor? Que aún queda la jornada de hoy por delante, de 11.00 a 21.00 horas, en la que poder adquirir productos de nuestra tierra.