el charco hondo

Manifiéstense

Hay quien considera, y lo comparto, que la curiosidad es el motor de la creatividad, un generador de ideas o soluciones, y de luz. Sí, de luz, porque la curiosidad ilumina las zonas de sombras, desintegrándolas. Imprescindible para describir y comprender la razón de las cosas o situaciones, la curiosidad es el rompecabezas del criterio propio, extrae del lado oscuro lo que se desconoce, lo transparenta. Como suele ocurrir, también la curiosidad encaja en diferentes categorías, o tipos. Alegre. Necesaria. Estresante. Social. Experimental. Ah, y carnavalera (luego, novelera). En el bar donde la curiosidad queda con las pelucas, la purpurina y las boas (para abrazarse, alegar, beber y reír), asoman preguntas ligeras, epidérmicas, ajenas a cualquier ambición de trascendencia o enjundia, abriéndose interrogantes puede que minúsculos, lanzando signos de interrogación contra la pared únicamente por si alguno queda pegado, dudando, especulando, poniéndose la mascarilla, quitándosela; suelen apostar y, sobre todo, preguntarse si finalmente habrá o no carnaval en la calle. A estas alturas, el carnavalero de a pie solo sabe que no sabe nada, parece que sí, y que no. Y la cosa es que el calendario se nos está echando encima. Tantas veces se pregunta qué será, tantas se tira de respuesta-tipo: depende. Así que, solo sea por saber cómo respiran los partidos, la curiosidad se pone al volante y propone, sugiere, invita, ánima y desliza la oportunidad de que el pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz se pronuncie, fije posición, formalice (oficialice) qué piensa la Corporación y, bajando al detalle, qué piensa cada grupo municipal sobre el carnaval en la calle, sí, no, abstención. La curiosidad y la lógica institucional dictan que los vecinos, en general, y los carnavaleros, en particular, merecen (merecemos) que cada grupo y concejal diga, se moje, vote, verbalice, dé su opinión sobre si debe o no el Ayuntamiento trasladar al Gobierno de Canarias un pronunciamiento plenario proponiendo (o no, ya se verá) que se dé cobertura (o no, en su caso) a la celebración del carnaval en la calle. Cartas boca arriba. Que nadie se esconda. Quiénes a favor o quiénes en contra del carnaval en la calle. Y, si se aprueba la moción, los grupos municipales que apoyen el carnaval en la calle tendrán que asumir lo bueno, y malo, que esté por ocurrir. Así que, solo sea por curiosidad, manifiéstense.

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