
Campus África cerró una nueva edición con la presencia estelar de la viróloga, inmunóloga e investigadora del CSIC, Margarita del Val, una de las voces más autorizadas en la respuesta inmunitaria frente a las infecciones virales. La experta insistió a DIARIO DE AVISOS sobre la importancia de las vacunas para el control de la pandemia y que este invierno nos va a servir para calibrar la verdadera potencia del virus en un país con una amplia vacunación como es España.
-Se acerca la Navidad. ¿Qué es lo que más le preocupa?
“Estamos en una situación mucho más segura que en las Navidades del año pasado, porque estamos muy vacunados en España, sobre todo los mayores de 60 años, y eso marca una gran diferencia a nuestro favor, pero tenemos que actuar con precaución, mantener todas las restricciones posibles, en particular con las personas más vulnerables y en las que no ha prendido la vacuna, por tener los sistemas inmunitarios más débiles. En estas fechas nos acercamos a los abuelos, por eso hay que tener una precaución especial, evitar que suban los contagios porque habrá más probabilidad de casos graves. Apostaría por medidas como mayor teletrabajo, el uso de la mascarilla también en el exterior, no quitársela en espacios interiores y ventilar mucho. Incluso me gustaría que se hicieran por responsabilidad individual test de antígenos antes de acudir a las comidas y reuniones familiares. Entre todos hay que poner barreras para minimizar los contagios. Los padres y los abuelos podemos pagar el test a los hijos o nietos. Si dan positivo no deben acudir, incluso si tienen síntomas catarrales o de gripe, deben quedarse aislados evitando un posible contagio. Debemos proteger a nuestros familiares más vulnerables”.
–Estos últimos días miles de personas recibieron su primer pinchazo, quizás temor quedarse sin Certificado Covid. ¿Qué le diría la población que todavía no se ha vacunado?
“Que cada uno encuentre sus razones, pero deben vacunarse, sobre todo los de mayor edad y riesgo. El virus se va a quedar con nosotros, y tarde o temprano todos nos infectaremos. Para ellos que no creen que tienen un alto riesgo de fallecer pueden pensar en las secuelas que tendrían si contagiaran el coronavirus. Hay gente con falta de concentración y de memoria, fatiga mental, fatiga física, secuelas respiratorias, dolores musculares, o la pérdida del gusto y el olfato. Nos la hemos puesto casi 40 millones de españoles, se hubiesen enterado si hubiera pasado algún problema”.
-¿Qué está pasando entre la población joven de Canarias que no se está vacunando?
“La Consejería de Sanidad dice que no consiguen localizarlos, así que posiblemente estén estudiando y trabajando en la Península o el extranjero. No es raro que canarios y baleares mantengan el empadronamiento para beneficiarse a la hora de viajar y volver a casa en Navidades, verano y puentes. Solo hay que ver cómo muchas parejas viven juntas en un piso y están todavía censados en casa de sus padres, otros lo hacen para optar a una guardería o a un colegio que les gusta, etc. Pero cuando ha habido oportunidad han acudido a vacunarse y regularizaron esta situación, así es que no creo que los canarios sean los que peor se vacunan del país. En otras regiones y países también son los colectivos que más cuesta vacunar”.
-Fue una de las pocas científicas que alertó sobre la gravedad de la pandemia desde el inicio
“Empecé trabajando en una la vacuna para un virus y no la logré, pero tampoco otra persona después. Ahí me di cuenta que hay que conocer las herramientas, las defensas y el sistema inmunitario del enemigo, por eso soy viróloga e inmunóloga. Muy pocos tienen el conocimiento del potencial de ese sistema inmunitario. Esperaban que este coronavirus fuese como la de la gripe A de 2009, pero la gran diferencia es que esa gripe sustituyó a la de 2008, y la del 1977 sustituyó a la de 1976. Los cambios que se producen suelen ser en la parte de la superficie del virus, sin embargo, se olvidan del resto del virus que está controlado por la inmunidad celular, y por eso es silente”.

-Muchos acusaron a China de ocultar información y de no alertar de su peligrosidad.
“Aún así, con lo que decía y hacía ya se podía intuir lo que estaba pasando. China no para ni confina una provincia de 50 millones de habitantes por amor al arte, ese sacrificio supone un gran daño a la imagen política y económica del país. Las circunstancias ya estaban diciendo que no era una simple gripe, que era suficientemente grave, y no se quería creer desde el resto del mundo. La primera vez que salté a explicar el coronavirus ya veía algo más grave de lo que opinaba el resto de compañeros”.
-¿Qué retos ha supuesto?
“Destaco en primer lugar el haber desarrollado las vacunas con tanta velocidad y con una gran efectividad, y para eso la cooperación público-privada ha sido muy importante. Ha habido muchos fondos para acelerar la investigación y ha permitido que se hayan realizado unos ensayos clínicos mucho mejores, con cinco veces más voluntarios, lo que dio un buen nivel de seguridad, porque captas efectos adversos menos frecuentes. Se construyeron fábricas sin saber si tendría éxito la investigación, y se fabricaron dosis sin saber si iban a funcionar. Todo ha supuesto un reto tremendo y se afrontó muy bien. Desde el inicio había un importante conocimiento previo sobre coronavirus y habían vacunas ya creadas para otros anteriores. Aunque este reto pareció muy grande, a la vez fue fácil, sabíamos que podían funcionar, y había que hacerlo con mucho empeño y con cuidado, para evitar tener problemas de seguridad. Sin embargo, en el futuro nos vendrá una epidemia frente a la que no sabremos cómo hacer vacunas. Por ejemplo, hay enfermedades para las que no tenemos vacunas y no es porque no se haya invertido suficiente dinero, es que son mucho más complejas que este coronavirus. Para mí está pendiente seguir mejorando los tratamientos”.
-¿Qué pasa con las vacunas esterilizantes?
“Un punto muy importante para erradicar el coronavirus es que las vacunas fueran esterilizantes, es decir, persona vacunada, persona segura. Son las vacunas esterilizantes las que hacen falta para detener una pandemia. Tenemos que investigar muchísimo más para saber hacer este tipo de fármacos, y la situación ahora sería totalmente distinta si los tuviéramos. Hacen falta más vacunas, sobre todo esterilizantes, para todas las enfermedades respiratorias y para otras infecciones. Hay que seguir por ahí trabajando”.
-Aboga mucho por la ventilación de espacios
“Así es. Un gran cambio científico viene de la mano de los aerosoles. Pensábamos que muchos virus respiratorios se transmitían solo por contacto, pero cuando nos dimos cuenta que se quedaba suspendido en partículas pequeñas en el aire y, aunque tengan poca carga vírica, se podían transmitir a personas muy distantes fue clarificador. Por tanto, al igual que en el siglo XIX se pasó a potabilizar el agua y eso supuso un descenso de todas las enfermedades infecciosas, ahora y en las nuevas décadas tendremos que pasar a potabilizar el aire, es decir hacer un aire limpio, que no esté respirado por otros que te manden sus virus y un aire que no tenga contaminación atmosférica. El primer cambio radical lo hemos visto en los lugares libres de tabaco. ¿Qué hacemos respirando la basura que echan los coches o las fábricas si nos generan cáncer o daños en los pulmones?”.
-¿Hay que rehacer o reformular las vacunas tomando como base las nuevas variantes más transmisibles como la Delta?.
“Dentro de los planes de las farmacéuticas no está hacer grandes cambios, los harán a pequeño nivel. No pueden preparar todo para que luego esa variante desaparezca en poco tiempo barrida por otra como está pasando actualmente. A la original la superó Alfa, que estuvo con nosotros unos seis meses, y fue reemplazada por la Delta, que ya lleva unos cinco meses, y así seguirá, no sabemos cuando va a parar esto ni qué ocurrirá con la llegada de ómicron. Y si fuera más contagiosa posiblemente surgirán otras más. La enfermedad más contagiosa que conocemos es el sarampión, que es seis veces más transmisible que el coronavirus original, y todavía tres veces más contagioso que la variante Delta. Por tanto hay mucho camino por recorrer. Este coronavirus además tiene una letalidad relativamente baja, el 1% de la población española, que son muchos muertos. Pero peor hubiera sido un MERS, con el 40% de letalidad, o el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), que sin retrovirales era la muerte para el 90% de los infectados”.
-A la hora de afrontar la pandemia unos pusieron por delante la salud y otros la economía ¿Quién ganó?
“Cada país y cada circunstancia son distintas. Las vacunas están siendo la solución y eso lo vemos muy claro en España, pero hay países en los que hay poca proporción de población vacunada y ahí no lo ven tan claro, porque cuando solo el 25% está vacunada no se ve su impacto beneficioso. En el caso de España, hemos vacunado tan rápido y con tanta eficacia que ya se vio al principio como las residencias se convirtieron en una balsa de aceite. Para mí sin salud no hay economía. El gasto que conlleva no enfrentarse bien a los problemas de salud desde el inicio lastra la economía”.
-¿Cual es la clave del éxito de la vacunación Covid en España?
“En España se vacuna muy bien y la sociedad tiene una gran confianza y cultura en las vacunas. Si vemos los datos de las campañas de vacunación infantil en Europa, con las tasas de cobertura vacunal Covid en los distintos países, son muy parecidos. La confianza en las vacunas no se improvisa,, y eso pilla a España muy madura. En 2019, la Sociedad de Inmunología española ya les tiró de las orejas al resto de países de Europa y les dijo que tenían un problema y les podría pasar factura algún día. Otro aspecto muy importante es que el éxito de España, Irlanda, Islandia, Portugal o Italia, es que han vacunado a los mayores de 60 años con rapidez y no mirando el porcentaje de vacunados de la población total, se priorizó la vulnerabilidad. Ellos son los que más sufren, enferman, van al hospital, a la UCI y mueren, por tanto protegerlos y cuidarlos ha sido clave. En España, el 98,5% de los mayores de 60 años está vacunados, en Alemania y la media europea solo llega al 85%, eso significa que el riesgo es diez veces superior y esa población vulnerable si se contagia tiene un impacto sobre la economía importante, por tanto se enfrentan a un gran problema. Es cierto que si no se vacuna un menor de 30 años también es malo, porque puede sufrir la enfermedad con gravedad y tener secuelas en su futuro, además de que se mueve mucho más y puede propagar la enfermedad, pero lo que nos da el éxito ha sido la vacunación de los mayores de 60 años. En los países del Este de Europa, me comentan que hay una gran desconfianza en los gobiernos y las políticas públicas, heredados de cuando cayó el régimen comunista, mientras que en otros países, a lo mejor han sido excesivamente prepotentes”
“Europa está quedando como un continente insolidario, revacunamos y no damos al resto ni las migajas”
Margarita del Val señaló respecto a ómicron que todavía “sabemos demasiado poco, ni siguiera dónde habrá surgido”, porque Johannesburgo es uno de los nodos de trafico aéreo mundial, y “ya la tenemos en muchos países, incluso con casos comunitarios, sin viajar a África”. “Ómicron se ha amplificado en Sudáfrica al tener un sistema de detección muy superior a muchos países, por tanto, no tiene sentido frenar los vuelos con el país y además le castigamos por hacerlo bien”. “Caemos otra vez en el miedo”.
Pidió poner ómicron en perspectiva: “Estamos conociendo sus mutaciones y sabemos muy poco del efecto que tienen. Solo podemos saber si una variante es más contagiosa cuando está compitiendo con otra”.
Por último, Del Val insistió en un reparto más equitativo de vacunas, pues “el problema es que tenemos reservadas la cuarta y la quinta dosis y, por tanto, las farmacéuticas no las pueden suministrar a países con menos recursos”. Está claro que teníamos que protegernos nosotros y nuestra población más vulnerable antes de donar vacunas a otros países. Pero creo que “hace tiempo que tuvimos que proteger a los demás, tenemos que pasar vacunas y dejar de acaparar dosis, permitiendo que lleguen a los otros países del mundo. Esperaban que les enviáramos dosis desde el principio de la pandemia, prepararon a sus sanitarios para administrarlas, prepararon a su población para comenzar a recibirlas, y eso se les ha quedado en nada. Tienen un gran desconcierto, les llegan pocas dosis y no saben qué hacer, si vacunar con primeras dosis a la población que puedan o bien completar la pauta de vacunación de los que ya tienen una. Están duplicado las compras pero llegan a la cola de los países ricos que ya habían comprado refuerzos. Hay una gran desconfianza hacia los países de más recursos que no es nada bueno para el planeta, generará inestabilidad. Europa está quedando como un continente insolidario, vacunamos y revacunamos y no damos al resto ni las migajas”, finalizó.