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Fallece a los 82 años el director de cine estadounidense Peter Bogdanovich, icono de la ‘revolución de los 70’

El cineasta neoyorquino deja tras de sí un extraordinario legado como uno de los grandes representantes del 'Nuevo Hollywood'
El director de cine estadounidense Peter Bogdanovich. / Europa Press

Europa Press / El Español

El director de cine estadounidense Peter Bogdanovich, responsable entre otros films de La última película o Luna de papel, ha fallecido a los 82 años de edad, según ha confirmado su familia.

Bogdanovich ha muerto por causas naturales poco antes de las 01.00 de la madrugada de este jueves (hora local estadounidense), de acuerdo con un comunicado remitido por su hija, Antonia Bogdanovich. “Nos gustaría pedirle respeto por nuestra privacidad mientras lamentamos la muerte de nuestro ser querido, este hombre maravilloso”, según un comunicado recogido por la cadena NBC.

El director neoyorquino deja tras de sí un extraordinario legado como uno de los grandes representantes del llamado Nuevo Hollywood, una corriente cinematográfica de marcado carácter contracultural y con una nítida influencia europea, así como puerta de entrada a legendarios directores como Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Martin Scorsese o George Lucas, gracias en parte a otro de sus grandes éxitos y homenaje a la comedia física de los albores del cine, ¿Qué me pasa, Doctor?, con Ryan O’Neal y Barbra Streisand.

No obstante, su figura ha sido objeto de múltiples reapreciaciones con el paso de los años, dada su tumultuosa carrera profesional, salpicada de fracasos, demandas y decisiones económicas catastróficas como la que le llevó a comprar los derechos de su película Todos rieron en 1981, desencantado con la promoción que el estudio hizo del filme, lo que le llevaría a declararse en bancarrota cuatro años después y a engancharse a las drogas, como el director reconocería posteriormente.

Bogdanovich también tuvo que salir al paso de las acusaciones formuladas en su momento por el dueño del magacín Playboy, Hugh Hefner, quien dijo del director que sedujo a la, por entonces menor de edad, hermanastra pequeña de su antigua compañera sentimental, Dorothy Stratten, quien a su vez había sido asesinada en 1980 por su exmarido, Paul Snider.

El director negó todas las acusaciones, aunque finalmente acabó contrayendo matrimonio con la joven Louise Stratten en 1988, años en los que Bogdanovich comenzó un distanciamiento con la producción cinematográfica para dedicarse a su faceta crítica.

Su última película, Lío en Broadway, fue estrenada prácticamente bajo el radar en 2014, pero en los últimos años la figura de Bogdanovich volvió a adquirir prominencia con su participación en la restauración de Al otro lado del viento, la película inacabada de Orson Welles y en parte una exploración de la relación entre los dos directores, estrenada por la plataforma Netflix en 2018.

Nacido en Kingston, Nueva York, en 1939, en el seno de una familia de inmigrantes yugoslavos que huyó de una Europa que empezaba a sucumbir al delirio nazi. Su padre era un pintor y pianista serbio de creencias cristiano ortodoxas y su madre procedía de una rica familia judía austriaca. En los años cincuenta se lanzó sin mucho éxito a la carrera de interpretación, estudiando con la legendaria Stella Adler, pero no pasó de algunas apariciones esporádicas en la televisión y en obras de teatro veraniegas. En esos años empezó a cultivar la cinefilia de una manera obsesiva. “En mis mejores años de espectador, llegué a ver 500 películas al año, y tomaba notas de cada una de ellas”, explicaba en una entrevista en El Cultural en 2015 por el estreno de Lío en Broadway.

Tras hacerse un nombre como crítico y programador en instituciones como el MoMA de Nueva York, el director se trasladó a Los Ángeles donde, bajo la tutela de Roger Corman, estrenó su filme de debut, Targets (1968), en el que ya abordaba de manera melancólica el final del sistema de estudios que tanto adoró y al que rindió homenaje una y otra vez. “Cuando ves la riqueza del cine del pasado, el extraordinario trabajo de gente como Hawks, Hitchcock, Welles, Keaton, Lubitsch… todo eso no va a volver”, decía en la misma entrevista en El Cultural. “Es irrepetible por muchos motivos. El sistema de los estudios lo permitió porque era un sistema eficaz, que tenía a todo el mundo en contrato y permitía hacer muchas películas y que los directores realmente profundizaran en su oficio. Nadie hace hoy más de cien películas, como hizo John Ford. Y con los mejores artistas de cada departamento, con los actores, los fotógrafos, los escenógrafos, los músicos… La conjunción de talentos era abismal. Eso nunca volverá, por eso las mejores películas ya se han hecho. Los que llegamos después estamos condenados a la decadencia”.

El éxito llamó a su puerta en 1971, cuando contaba con 32 años, con The Last Picture Show (La última película), filme que obtuvo una gran repercusión y que consiguió ocho nominaciones a los Óscar, incluida la de mejor director. La película, ambientada en los años 50 en una pequeña ciudad de Texas, abordaba la historia de iniciación a la vida de Sonny, Duane y Jacy, tres adolescentes aburridos en un pueblo en el que solo se puede escapar de la monotonía en el viejo cine, en el salón de billar o en la cafetería. Una película encantadora y atemporal sobre la traición y la pérdida. Durante el rodaje, Bogdanovich se enamoró de la joven Cybill Sheperd, lo que provocó su divorció de la madre de sus dos hijos.

Bogdanovich exploró su ofició indagando en las obsesiones y métodos de trabajo de míticos cineastas en magníficos libros. Sus entrevistas a lo largo de los años a John Ford y Orson Welles, con el que se volcó para divulgar en condiciones su obra, son tan esenciales para la historiografía cinematográfica como el seminal volumen de conversaciones Hitchcock / Truffaut (1967). Sus libros sobre el propio John Ford o Fritz Lang, así como El director es la estrella I y II y Las estrellas de Hollywood, son insustituibles por la sabiduría, perspicacia y amenidad que reúnen sus opiniones.

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