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La dependencia del exterior, amenaza isleña si hay guerra

Canarias, muy tocada por la pandemia, verá lastrada su recuperación por el conflicto de Ucrania, la energía más cara y el desabastecimiento de materias primas
Soldados rusos en la frontera de Ucrania. Efe

Desde prácticamente el inicio de la Autonomía canaria, y especialmente a partir de los años 90 del siglo pasado, los isleños han debatido sobre la necesidad de adoptar medidas para diversificar su modelo económico y evitar los conocidos males del monocultivo, por mucho que el de las últimas décadas, el turismo, haya sido de lejos el más boyante en la historia del Archipiélago.

Pero también se ha hablado y mucho durante los últimos lustros sobre lo necesario de crecer en soberanía alimentaria en Canarias y frenar la tan creciente como insostenible densidad de población en su fragmentado y frágil territorio. Sin embargo, el balance es deprimente, por cuanto el turismo, hasta antes de la pandemia, ha pasado de rozar en 2010 el 25% del Producto Interior Bruto (PIB) isleño a suponer el 35% del mismo y generar un 40% del empleo una década después.

Además, la soberanía alimentaria apenas llega al 20%, pese a que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda que el nivel de autoabastecimiento en Islas sea de entre el 35% y 40%, y la población crece a un ritmo excesivo para una tierra en la que ya viven 2.246.370 personas pese a que expertos como Antonio Machado Carrillo advirtieron hace lustros que lo sostenible pasa por aproximadamente medio millón de residentes.

A todo ello hay que tener en cuenta que, a pesar de lo reciente del boom turístico y sus pingües beneficios, tan desconocidos hasta entonces en una tierra marginada históricamente desde una metrópolis decadente como Madrid durante el desmoronamiento del Imperio español y su convulso siglo XX, los cimientos actuales de la sociedad canaria están carcomidos por las elevadas tasas de miseria, a tal punto que 810.900 residentes están en riesgo de pobreza y/o exclusión social, según el informe Arope de 2021, cifras que, obviamente, han crecido a cuenta de la pandemia.

Así, tocada del ala estructuralmente, se enfrentan ahora las Islas a un futuro donde abundan negros nubarrones, como la escalada bélica en Ucrania, donde ya se registran bombardeos en un enfrentamiento que, inevitablemente, torpedeará la recuperación turística de forma exponencial a su recrudecimiento, porque no solo la inestabilidad es un fantasma que asusta al turismo, sino que, además, el conflicto incide directamente, para mal, a las economías de los países miembros de la Unión Europea y, especialmente, a la de Alemania.

Dependencia

No en balde, los países que exportan gas a la Unión Europea han adquirido una gran importancia, demostrando la dependencia que tiene el continente de otros países al tener una escasa producción de energía no renovable, y desde Rusia llega el 35% de las importaciones europeas de este recurso natural para producir energía, situación agravada por los problemas en algunas reservas de gas noruegas.

Que España cuente con el as de la manga de los gasoductos argelinos no la librará en caso de crisis energética en la UE, dada su estrecha vinculación a la misma y el hecho de que el país se alineará inexorablemente con la OTAN para proteger su frontera sur de las apetencias marroquíes, cuyos recientes acuerdos con Estados Unidos la obligan a no perder la condición de aliado principal en esta parte del mundo para dicha superpotencia. Y, cuando la energía se encarece, todo sube de precio en Canarias, como es sabido.

Para colmo, la incipiente crisis de desabastecimiento de materías primas y productos tecnológicos como los microchips está muy lejos de su cénit, no digamos ya de su final.

Con el cambio climático en marcha, el cóctel es, sin duda, explosivo para la economía canaria.

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