san miguel de abona

El Roque de Jama: memoria guanche labrada en roca

El Roque de Jama y su entorno constituyen una de las zonas de la Isla donde mejor se aprecia la huella prehispánica; se han documentado 52 yacimientos, entre grabados rupestres y cuevas habitacionales y funerarias
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Roque de Jama. DA

Es uno de los grandes tesoros arqueológicos de Tenerife. El Roque de Jama, un peñasco que roza los 800 metros sobre el nivel del mar situado en el límite que separa los municipios de Arona y San Miguel de Abona, es uno de los elementos geomorfológicos que adquirió un gran significado entre la población prehispánica de la Isla, como lo demuestra la localización en su entorno de hasta 52 yacimientos documentados, relativamente bien conservados, 32 de ellos grabados rupestres. Se trata de valiosos vestigios que abarcan desde la etapa prehispánica hasta fechas posteriores a la conquista de la Isla, lo que convierten a esta zona en el espacio arqueológico con mayor densidad de yacimientos del sur de la Isla.

La técnica utilizada por los antiguos pobladores para la ejecución de los grabados era variada. Existen incisiones de cierta profundidad y trazos más superficiales, y la temática predominante era de tipo geométrico, abundando las líneas paralelas y cruzadas, aunque también se han localizado figuras cerradas (rombos y triángulos, sobre todo) con subdivisiones internas. Una de las estaciones relevantes se ha hallado en el Lomo de la Centinela, donde apareció un conjunto de grabados geométricos y un panel de gran singularidad en el que se descubrió la única inscripción lírico-bereber inventariada en la Isla.

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La aparición de los grabados rupestres en rocas situadas en lugares que permiten un amplio dominio visual puede deberse, según los expertos, a divisiones intertribales o para señalar las áreas de pastoreo, puntos de agua, áreas estratégicas para el control del ganado e incluso con el fin de limitar los recintos culturales.

“Las zonas del Roque de Jama, el Valle de San Lorenzo y San Miguel de Abona, en la que abundan los restos fonolíticos y no los clásicos basaltos, son muy ricas e interesantísimas desde el punto de vista arqueológico”, confirmó a este periódico el geólogo y palentólogo tinerfeño Francisco García Talavera, que subrayó la presencia de grabados de dameros, “los juegos de inteligencia de los guanches, de origen amazig”. Además, recordó que el historiador y médico Juan Bethencourt Alfonso documentó que en esa parte de la Isla se conservó la lengua de los pobladores prehispánicos hasta la segunda mitad del siglo XVIII.

Pero, además de los grabados, se han descubierto otras evidencias arqueológicas como cuatro cuevas de habitación (de escasa profundidad), situadas en la zona más alta del Roque de Jama, otras dos de naturaleza sepulcral (una en las Mesas de la Aldea, que conserva los restos del antiguo muro de cerramiento, y otra en la margen izquierda del barranco de Arujo, con evidencias esqueléticas en un rellano interno) y ocho yacimientos de superficie con presencia de piedras cuya funcionalidad no ha podido ser determinada.

La manifestación cultural se completa con seis conjuntos de canales y cazoletas (pequeños hoyos), algunos de extraordinaria importancia como el localizado en el Lomo de la Centinela o el Barranquillo de la Fuente. Se trata de huecos horadados en rocas en zonas elevadas que en su mayoría aparecen interconectados entre sí por medio de canales también labrados en rocas. Según la literatura arqueológica, estos conjuntos habrían sido construidos para derramar líquidos, lo que abriría la puerta a su posible uso para ritos aborígenes religiosos relacionados con la lluvia o la fecundidad.

García Talavera pide mayor sensibilidad a las autoridades para proteger y dar a conocer la cultura de los antiguos pobladores del Archipiélago. “Da la impresión de que no sienten nuestro patrimonio, parece mentira que después de más de 30 años de gobierno nacionalista se haya hecho tan poco, y es lamentable, porque se está perdiendo parte de esa cultura; no hay más que ver cómo están desapareciendo los topónimos guanches”, indicó.

Los valores patrimoniales que se extienden en el Roque de Jama y su entorno se completan con la presencia de elementos de naturaleza etnográfica: fuentes, infraestructuras hidráulicas, caminos tradicionales e, incluso, un caserío como el de La Fuente, que ha podido conservar la tipología característica de la arquitectura tradicional de la Isla.

El Gobierno de Canarias acordó, el 27 de febrero de 2018, declarar Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica el Roque de Jama-La Centinela “por la necesidad de protección y conservación que exige el amplio y brillante repertorio de recursos arqueológicos que tienen como soporte el Roque de Jama y los morros y eminencias orográficas que lo rodean: El Roquito, La Centinela, el Lomo de la Centinela, El Roquete o el Roque de las Mesas de Aldea”.

Para adoptar esta decisión, el Ejecutivo regional subrayó la “elevada fragilidad” y la “vulnerabilidad” del conjunto de yacimientos arqueológicos y argumentó la necesidad de establecer “una zona de seguridad que permita su protección frente a los procesos de expansión urbanística que se vienen desarrollando en el área circundante”.

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