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El supermercado El Empalme, en Icod, echa el cierre: 43 años de sueños y esfuerzo

Jesús Manuel y Amparo cierran el supermercado El Empalme, ubicado en el barrio del mismo nombre, el 'de toda la vida' y el que abrieron tres meses después de casarse, porque les ha llegado la hora de jubilarse y descansar
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Amparo y Jesús Manuel cerraron ayer el supermercado El Empalme para empezar a disfrutar de un merecido descanso. Sergio Méndez

Una mala noticia para vecinos, amigos y la gente del barrio. El supermercado El Empalme, en Icod de los Vinos, ‘el de toda la vida’, cerró ayer sus puertas después de 43 años por la jubilación de sus dueños, tal y como reza el cartel que pusieron para anunciar la decisión.


Amparo y Jesús Manuel lo abrieron en el año 1979. Se casaron en marzo y en junio decidieron montar su propio negocio que hasta ese momento era una pequeña venta que atendía Olga, una prima de él. Quiso cerrarlo pero como Amparo ya tenía experiencia porque había trabajado en otros establecimientos de similares características, le ofreció al joven matrimonio continuar con el negocio. Con apenas 20 y 23 años, no lo dudaron. Jesús dejó de trabajar como camarero en un restaurante y se lanzaron a la aventura.


Poco a poco fueron agrandando la tienda y convirtiéndola en un supermercado con todo lo necesario para hacer una compra. El orden, la limpieza, la buena mercancía, “porque toda la verdura, fruta y la charcutería son de primera calidad”, y la atención a los clientes, “para quienes hemos querido siempre lo mejor”, han sido el secreto de su éxito durante estas más de cuatro décadas, subraya Amparo.

El supermercado El Empalme, conocido en toda la Isla


Prueba de ello es que vienen desde sur de la Isla y nombra especialmente a Encarna, de Arona, “que todos los sábados va a Icod de los Vinos a pasear con su esposo, que es juez, y siempre compran” o desde Santa Cruz, porque tienen muchos clientes de los hospitales, ya que el lugar es un paso obligado para las ambulancias.


Detrás del local hay una pequeña vivienda en la que nacieron sus dos hijos, Noel y Nuria. Allí merendaban y pasaban horas mientras sus padres trabajaban.


Amparo, natural del barrio de Genovés, en Garachico, empieza muy temprano, a las 06.30 de la mañana, y una hora después ya está haciendo los bocadillos que después pasan a recoger bomberos, camioneros, guardias civiles y maestros. “Si hay tiempo se desayuna y si no, seguimos”, apunta.


Tienen cientos de anécdotas que contar durante estos 43 años de sueños y esfuerzos pero recuerdan una especialmente. “Fue en 2005, durante la tormenta tropical Delta, dos turistas, una chica francesa y un chico alemán, llegaron al supermercado y nos pidieron si se podían quedar en una esquina a pasar la noche porque estaban alojados en Chío, en el Sur, y tenían mucho miedo”, cuenta Amparo.


El matrimonio decidió llevarlos a su casa, le prepararon una habitación, cenaron juntos “con el viento a más no poder” y los dos visitantes se quedaron a dormir allí. A la mañana siguiente, la pareja se fue a trabajar y sus huéspedes a buscar un ramo de flores que les llevaron al supermercado en señal de agradecimiento.


Con cariño que han recibido y reciben de la gente no les fue fácil tomar la decisión de cerrar el negocio. Ella tiene 63 y el “jefe” como llama a su marido, cumple 66. “Ya hemos cumplido bastante, son 51 años trabajando, hemos pasado pandemias y guerras y queremos descansar y disfrutar de nuestros hijos y nuestro nieto”, se justifica la mujer.


Se están despidiendo de la clientela desde hace más de una semana pero ayer lo hicieron con especial intensidad, entre lloros y risas y regalos. Tienen palabras especiales para su fidelidad durante tantos años porque gracias a ellos estuvieron “todo este tiempo en pie” a pesar que a poca distancia hay dos grandes cadenas de supermercados y fruterías de nivel. “Y hemos vivido”, recalca Amparo.

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