
Vengan a tiempo los versos del inmortal poeta del Romántico español José de Espronceda para parafrasear que allá mueven feroz guerra ciegos reyes en Madrid y Rabat mientras las aguas que insisten en separar a los pueblos de Canarias y Marruecos se siguen llenando de los cadáveres de inocentes ajenos a tales trifulcas de salón y corbatín.
Son los supervivientes de una patera que esos mensajeros de la esperanza en que se han convertido los funcionarios de Salvamento Marítimo trajeron hasta el puerto de Arguineguín (Gran Canaria) quienes han denunciado que hasta 24 personas se han ahogado, entre ellos siete bebés y 13 mujeres. Es la enésima prueba de que Canarias es el escenario de una hecatombe humanitaria sin parangón por lo que respecta a esta parte del planeta y que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), adscrita a las Naciones Unidas, denunció que solo en 2021 se había cobrado al menos 937 vidas, de las que 80 eran de niños y otras 214 de mujeres.
Un año antes, la misma organización recopiló al menos otras 877 razones que, por todas y cada una según versó otro poeta, John Donne, son merecedoras de que doblasen las campanas dado que, como popularizó el novelista Ernest Hemingway en su inolvidable novela sobre la Guerra Civil española, cada persona forma parte inexorablemente de un ser colectivo constituido por todos los humanos, tambén conocido como la Humanidad. De ahí que nadie sea ajeno, en realidad, a la muerte de un congénere.
Supervivientes a la última tragedia en la ruta canaria

Esta vez nos queda el consuelo, nada baladí, de que, siempre gracias a los guardacostas de Salvamento Marítimo, 36 personas han sobrevivido a este nuevo naufragio, entre ellas once mujeres y una niña que, según ha detallado el portavoz de Cruz Roja, José Antonio Verona, venía acompañada por un familiar, y que en la actualidad son atendidos en el CATE (Centro de Atención Temporal de Extranjeros) de Barranco Seco, en Las Palmas de Gran Canaria.
Lo peor es que, según Caminando Fronteras, una ONG con el aval que le da trabajar en la zona de origen de las pateras a pesar del acoso a la que es sometida por parte de las autoridades marroquíes ante la lamentable indiferencia de las autoridades españolas, otra embarcación, esta vez una zódiac con otras 59 personas a bordo, sigue sin dar señales de vida mientras el estado de la mar no augura nada bueno.