En 1987, Pedro González y su mujer, Providencia Díaz, abrieron el Bar Kiko en Valle San Lorenzo. Pedro comenzó trabajando en hostelería en diferentes hoteles de la Isla, hasta que se cansó de trabajar para otros y decidió abrir un local propio en el que su mujer se encargaba de hacer comida casera y sus amigos y vecinos se reunían para jugar al dominó. Años más tarde cerró este primer bar para abrir el Bar Kiko que conocemos en la actualidad, un local de restauración en el que César, actual propietario del local, se ha criado y ha crecido.
Una vez que fallece su padre, su madre decide arrendar el local, aunque el destino hizo que solo dos años más tardes volviese a la familia González Díaz para convertirlo en un local con comida canaria exquisita, elaborada de forma casera diariamente, en el que poder disfrutar de un buen café mientras lees DIARIO DE AVISOS a través de la nueva app que permite la lectura del periódico a través de un smartphone.
La carta del Bar Kiko: bocadillos, pulguitas, tapas…
El Bar Kiko ha funcionado siempre bien. En este local venden, además de bocadillos, pulguitas, croissants, sándwiches y tapas, una comida tradicional canaria entre la que se encuentran platos como la carne de cabra, el bacalao encebollado, la ropa vieja, la paella o las asaduras, entre otros. También cuentan con pollo o arroz, y tiene la particularidad de que cada plato está elaborado diariamente de forma casera a base de productos frescos y locales, algo que hace que el Bar Kiko sea aún más atractivo.
Las restricciones frente a la COVID-19 las llevaron bastante mal, ya que no cuentan con terraza. Aun así, César y su tía Antonia, que trabaja con el, son personas de recursos y se las han apañado para seguir adelante. Ahora la subida de precios les amenaza de nuevo, pero César tiene claro que no quiere subirlos demasiado a sus clientes, ya que para él su clientela fiel es imprescindible.