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Fito Cabrales: “Cuando tocas en directo hay muchas orejas escuchando; existe una energía que solo se percibe en un concierto”

El artista vasco y su banda interpretarán el 24 de junio en el sur de Tenerife los temas que conforman su álbum más reciente, 'Cada vez cadáver'
Fito Cabrales. / DA

Fito y Fitipaldis están de gira por España presentando en concierto Cada vez cadáver, el séptimo álbum de estudio de la formación que lidera Fito Cabrales (Bilbao, 1966). El cantante, compositor y guitarrista vasco regresa en junio a Canarias, donde el día 24 tiene previsto actuar con su banda en San Miguel de Abona, en Golf del Sur, y al día siguiente en Gran Canaria. Como en otras giras, la de Cada vez cadáver está siendo una celebración del rock, pero esta vez, qué duda cabe, la fiesta incorpora un significado especial, pues supone para el artista y sus compañeros el regreso a los grandes auditorios, a los conciertos masivos que hasta ahora estaban vetados por culpa de la pandemia. De recuperar sensaciones, de disfrutar con la música y del ritual de ofrecérsela a miles de personas que vienen a escucharte versa, entre otras cosas, esta conversación con DIARIO DE AVISOS.

-Este es un año, por muchas razones, de reencuentros. ¿Cómo está siendo la experiencia de compartir su música en un escenario ante el público y ya sin restricciones frente a la pandemia?
“Sin duda hay un extra. Siempre digo que todas las giras son una celebración. Cuando sacas un disco y emprendes una gira se implica mucha gente y formamos una gran familia. Pero es cierto que ahora, después del apocalipsis que hemos pasado y de todas las dudas que teníamos sobre si podríamos al fin volver a tocar para miles de personas, todo se convierte en más especial. En cada ciudad que visitamos hay un extra, no solo para nosotros, sino también para la gente que viene a escucharnos. Últimamente le vacilo mucho a Carlos Raya [guitarrista de Fito y Fitipaldis] diciéndole que parecemos una banda góspel. Existe una comunión exagerada con el público. Imagino que es por la alegría que sienten todas esas personas de escuchar en directo a la banda, pero también creo que se debe al entusiasmo de poder reunirse sin mascarillas, sin miedo… Ya antes había conciertos, pero, en mi caso, lo que sentía al volver a casa era alivio: aquí estoy más seguro, sin mascarilla, sin gel… De manera que el público está happy y es una sensación maravillosa”.

“Cuando compongo, al final hago puzles: no sé muy bien si tengo una canción o en realidad son cinco”

-¿De qué manera ha vivido este tiempo de coronavirus que nos ha cambiado la vida a todos?
“No ha sido siempre igual. Todos hemos pasado por diferentes etapas. Al principio era un poco como que vienen los extraterrestres. No sabíamos muy bien qué coño estaba pasando. Era horrible. Eso de estar encerrado en casa, que no sucedía nada… He sentido asombro, miedo, mala hostia… Tuvimos tiempo de grabar el disco, menos la última parte, que nos cogió cuando de repente todo se cerró y no pudimos volver al estudio hasta mucho después. Pero eso no fue lo que más me jodió. Hago discos cada tanto tiempo y me da un poco igual que salgan cada cinco años, cada seis o cada siete. Sin embargo, la recompensa de hacer un álbum, de crear canciones, es presentarte ante el público con tu música. No poder hacerlo me fastidió. Tenía mucha ilusión con esta gira por muchos motivos: vienen con nosotros Morgan y es la primera que hacemos con Coki Giménez, nuestro batería”.

-¿En qué momento de su trayectoria ha llegado ‘Cada vez cadáver’? ¿Cómo se relaciona y qué distancia marca con sus anteriores trabajos?
“Sí que existe una mayor distancia con respecto a los otros discos, pero no sé si eso luego lo perciben nuestros seguidores, la gente que suele escuchar a Fito y Fitipaldis. Es obvio que también hay una continuidad, claro. No somos una banda que se transforma totalmente de un disco a otro, como David Bowie. Siempre estamos buscando ese sonido rock. Pero hay una diferencia: son detalles muy pequeños, como buscar otras tonalidades para la voz, otros registros para el saxo… En el campo de Carlos Raya, el productor y el gran artífice de este trabajo, ha habido una evolución. Si en algo hay unanimidad en torno a Cada vez cadáver es en su buen sonido. No hablo de buenas canciones, pero sí de buen sonido. Todas las medallas son para el gran Carlitos. Yo no me puedo colgar ninguna”.

“Todo lo que he conseguido está relacionado con el ‘rock’; incluso a mi mujer la conocí en un concierto de Marea”

-¿Cuál ha sido el proceso de escritura y composición?
“Con la música estoy todo el día: cojo la guitarra y me pongo a tocar. Es divertido. Por eso intento no perder la sensación de que estoy jugando. No podría actuar pensando que cada vez que toco la guitarra es para hacer una canción o todo un disco. Con los textos es diferente. Me cuesta muchísimo. Quizás porque no escribo a diario. Soy simplemente un escritor de canciones. Hasta que no tengo una no me pongo en serio a trabajar en la letra. Lo que sí hago continuamente es ir apuntando frases, pequeñas ideas, y las voy dejando por ahí, para que cuando tenga que resolver, pueda basarme en ellas. El pánico a la hoja en blanco es solo eso, que está en blanco. Cuando comienzas a escribir algo, por muy breve que sea, se encarga de guiarte. Quizás ni siquiera es la primera frase de la canción, pero te marca un poco el mapa. Incluso al final hago puzles, porque no sé si tengo una canción o son cinco”.

-¿Y esas canciones evolucionan, van tomando otros caminos, a medida que se las presenta al público o quedan en gran medida definidas una vez que las graba?
“Cuando tocas en directo hay muchas orejas escuchando. Existe una energía que únicamente la percibes en un concierto y que va redefiniendo todos esos temas que has compuesto. No se convierten en algo absolutamente diferente, pero surgen pequeños cambios que en ocasiones son hasta inapreciables: súbela o bájala un punto, sitúala antes o después en el repertorio… Esto último es importantísimo. Un mismo tema puede funcionar mejor o peor en un concierto dependiendo de cómo se relaciona con el anterior y con el posterior. Lo mismo ocurre con su ubicación en el disco. Todos los músicos y todas las bandas prestamos mucho interés a cuál va a ser el paisaje que se desarrollará cada vez que alguien escucha tu disco. De vuelta al directo, también sucede que a lo mejor tú piensas que con esa canción la gente se va a relajar, pero ocurre todo lo contrario. A los temas que jamás has interpretado en un concierto les falta rodaje, sabiduría”.

“Uno se hace músico para compartir la música; soy muy ‘old school’ y pienso que todo el esfuerzo es para salir de gira”

-¿Cómo concibe el ‘rock’ Fito Cabrales? ¿Tiene más de actitud ante la vida, de compromiso o de expresión artística?
“Es una forma de entender la vida y también es un género musical sobre el que investigas y descubres una cultura muy rica. Si, por ejemplo, te gusta mucho Eric Clapton, quieres saber qué es lo que escuchaba él al principio y eso te lleva a B. B. King. Y si te gusta B. B. King, eso te lleva a unas raíces musicales. Para todas las personas que amamos el rock existe, además, un elemento muy personal. Es una manera de encarar la vida. Tengo 55 años y, si hago un repaso a mi biografía, mi vida siempre ha ido en paralelo al rock. Todo lo que he conseguido, todo lo que tengo a mi alrededor, está relacionado con esta música. Hasta mi mujer, a la que conocí en un concierto de Marea. Las cosas buenas me han llegado de la mano del rock”.

-¿Qué es lo mejor y qué es lo que no lleva bien de salir a la carretera para mostrar su música?
“Uno se hace músico para compartir la música. No le veo otra finalidad. Eso es lo mejor. Es la recompensa a lo mal que te lo pasas mientras compones canciones [ríe]. Yo sigo pensando muy old school: todo lo que hacemos es para al final salir de gira. Los tiempos cambian y quizás las nuevas generaciones no lo vean de esta manera, como el acto supremo. En cuanto a lo que llevo peor, soy muy casero, aunque no lo parezca. Me gusta estar en casa y tener tiempo para mí. Esto también es consecuencia de la edad. Según cumples años, el tiempo se va convirtiendo en tu mayor tesoro. Cuando estás de gira, casi no puedes hacer otra cosa. Soy del norte, vivo en Bilbao. Cada jueves salgo de casa y regreso los domingos. Con lo cual, tengo lunes, martes y miércoles para todo el resto de la vida: la familia y todas las cosas que debo hacer. De manera que cuando vuelves a casa estás siempre apretado con deberes. Eso es lo peor, la falta de tiempo libre. Pero, en fin, merece la pena. Tampoco hago giras interminables. No soy como los guiris que se tiran tres años de gira. Las mías duran un año como mucho”.

“Los proyectos, la gente, las colaboraciones… me suelen llegar con asombro; solo espero eso, seguir asombrándome”

-¿Qué nuevos caminos no transitados le gustaría recorrer en el futuro?
“Muchas veces suceden cosas que no estaban en el mapa. Y en eso estoy: esperando que llegue la sorpresa. Tampoco creo que vaya a hacer cosas demasiado extravagantes con respecto a lo que ha sido mi carrera hasta ahora, pero sí que quedan muchas cosas. Ahora hacemos conciertos grandes, pero me encantaría volver a tocar en sitios pequeños, en teatros…, en los que el lenguaje musical hay que cambiarlo. No obstante, quiero disfrutar de lo que hago en cada momento y no pienso demasiado en qué haré en el futuro. Las cosas, los proyectos, las colaboraciones, la gente que voy conociendo… suelen llegarme con asombro. Y eso es lo que espero, que lo nuevo llegue con asombro, que no esté todo muy meditado”.

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