Fernando Gargurevich y Doris Rico Contreras decidieron abrir en 2011 este negocio familiar en el que han trabajado sus hijos y otros miembros de su familia. Pese a que abrieron en un momento “complicado” por la crisis económica que azotaba el mundo y que empezaba a ser visible en nuestro país, esta pareja ha sabido sobrellevar la situación reinventándose, siendo pioneros en tener una terraza en San Miguel de Abona y abriéndole el camino al resto de locales, o haciendo frente a una situación surrealista como la que hemos tenido que vivir con la COVID-19, toda una hazaña que solo se explica con las palabras de Doris: “Tenemos que aprender a salir siempre adelante”.
En este local, especialista en comida venezolana, se pueden probar platos, elaborados con productos de kilómetro 0, tan deliciosos como el pabellón criollo, el típico sancocho venezolano (potaje con carne de ternera, pollo y verduras), 12 variedades distintas de arepas de diferentes sabores (asadas o fritas), cachapas y empanadas elaboradas a diario por ellos mismos, tequeños, tequeñón, pasteles andinos, chuleta de cerdo, entrecot, pechuga de pollo o parrillada. Por otro lado, también cuentan con platos combinados y con pollos, un producto muy demandado por su clientela.
En esta arepera se puede tomar un desayuno exquisito de pulguita, zumo natural y cortado por tres euros mientras lees DIARIO DE AVISOS a través de la nueva app, que permite la lectura del periódico utilizando un smartphone, un placer que se puede disfrutar en su amplia terraza y que también estuvo disponible en tiempos de confinamiento, ya que siguieron realizando pedidos a domicilio. La COVID-19 les afectó, pero “se buscaron la vida” y aquí siguen en pie gracias a que han conseguido hacer migas con los vecinos del pueblo, tratan de mantener la calidad de lo que preparan y dan, y se esfuerzan cada día por hacer su trabajo mejor y poniéndole más cariño.
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