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Fútbol: la épica cotidiana, la epopeya contemporánea

El decisivo partido de hoy por el ascenso a Primera División que enfrenta al CD Tenerife y el Girona FC sirve de pretexto para explorar el vínculo del balompié con el arte
Imagen previa al primer gol marcado en 1986 por Maradona en el Mundial de México contra Inglaterra; cuatro minutos después haría ‘el Gol del siglo’. / DA

“El cielo es ganar al Real Madrid y el infierno perder contra el Barbastro. Siendo del Barça, tenemos ambos extremos asegurados”.

Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003)

Si uno lo piensa poco, la distancia entre el fútbol y el arte parece que debería cuantificarse en años luz. Si uno lo piensa un poco, las expresiones artísticas y este deporte no han dejado de entremezclarse. Incluso desde que el fútbol no era fútbol y se llamaba episkyros en la Antigua Grecia y los legionarios romanos practicaban el harpastum en Britania en el siglo I; Eduardo III de Inglaterra prohibía en el siglo XIV, por violento, el fútbol de Carnaval y los florentinos jugaban al calcio en la Piazza Santa Croce en el XVI. Sin olvidar el juego de pelota mesoamericano, que al parecer servía para resolver disputas. Es una lástima que no esté acreditado eso de que los futbolistas precolombinos usaban una cabeza humana como balón.

El fútbol, en lo que tiene de guerra por otros medios -y en lo que posee de épica-, no ha dejado de ser materia artística. Si Homero, o quienquiera que fuese el que creó la Iliada y la Odisea, tenía a Aquiles, Héctor, Agamenón, Paris, Odiseo, Eneas, Áyax y Menelao, este deporte ha contado con sus propios héroes: Maradona, Pelé, Messi, Cruyff, Di Stéfano, Cristiano Ronaldo, Zidane, Ronaldo, Garrincha, Puskas, Iniesta… son protagonistas de esta epopeya contemporánea, en la que no faltan trágicas derrotas ni triunfos gloriosos, grandes batallas ni proezas sobrehumanas.

El trascendental encuentro que disputan hoy el CD Tenerife y el Girona FC por el ascenso a Primera División es un motivo oportuno [hay más] para acercarse a esta curiosa relación entre fútbol y cultura, en la que los partidos del siglo tienen lugar cinco o seis veces al año y las gestas, tanto como los humillantes fracasos, ya ni siquiera se producen solo los domingos, pues no hay nada que una buena suscripción a una plataforma de contenidos digitales no resuelva.

El poeta Rafael Alberti escribió en 1928 la ‘Oda a Platko’, impresionado por una actuación del portero húngaro del FC Barcelona

COMO LA VIDA MISMA

Albert Camus (1913-1960), ese delantero de patio de escuela, reconvertido en portero de patio de colegio y luego en escritor y filósofo, entre otras cosas y afanes, decía: “Pronto aprendí que la pelota no siempre viene por donde se espera. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre recta”. El francés también dijo: “No hay lugar en el mundo donde un hombre pueda sentirse más contento que en un estadio de fútbol”.

El poeta andaluz Rafael Alberti (1902-1999) publicaba en 1928 su Oda a Platko -Ferenc, Franz o Francisco era su nombre-, impresionado por la actuación del portero húngaro del FC Barcelona en la final de la Copa del Rey de ese año, frente a la Real Sociedad. El guardameta evitó un gol de los donostiarras tirándose a los pies del delantero, pero no evitó la patada en su cabeza que Cholín -así se llamaba- había destinado al balón. A Platko le pusieron seis puntos de sutura y regresó al campo.

Cartel oficial del Mundial de Fútbol España 82, que reproduce una obra del artista Joan Miró. / DA

EL CINE

Existe un buen puñado de películas que, con mayor o menor fortuna, de forma explícita o tangencial, aluden al fútbol. Desde John Huston, que reunió en un terreno de juego a Pelé, Osvaldo Ardiles y Bobby Moore con Sylvester Stallone y Michael Caine en Evasión o victoria (1981) -aunque no se puso pantalón corto, Max von Sydow sí que interpretó a un oficial alemán- a Quiero ser como Beckham (2002), pasando por Volver a empezar (José Luis Garci, 1982), el primer Óscar a la mejor película extranjera que recibió España, o Fue la mano de Dios (Paolo Sorrentino, 2021). Precisamente D10s, es decir, Diego Armando Maradona, por si alguien aún no lo sabe a estas alturas de partido, representa como pocos el papel de héroe trágico en la mitología futbolera.

John Huston juntó a Pelé, Ardiles y Moore con Stallone, Michael Caine y Max Von Sydow en ‘Evasión o victoria’

El cineasta y escritor Gonzalo Suárez es hijastro de Helenio Herrera, el Mago, quien afirmaba que al fútbol se jugaba mejor con 10 jugadores que con 11. Suárez llegó a ejercer de ojeador para el entrenador argentino. Su vínculo con el deporte se manifiesta, por ejemplo, en la novela Los once y uno (1964) y también en la película El portero (2000).

Siguiendo con la literatura, habría que recordar que Jorge Valdano, futbolista y entrenador argentino, compiló en su día Cuentos de fútbol (1995), al que siguió Cuentos de fútbol 2 (1998), con relatos de autores como Bernardo Atxaga, Mario Benedetti, Alfredo Bryce Echenique, Miguel Delibes, Fernando Fernán Gómez, Roberto Fontanarrosa, Eduardo Galeano, Juan García Hortelano, Javier Marías, Rosa Regàs, Julio Ramón Ribeyro, Manuel Rivas, Augusto Roa Bastos, José Luis Sampedro, Manuel Vicent, Juan Villoro, Antonio Skármeta o Soledad Puértolas.

Al mecánico Josef Bloch, que había sido anteriormente un famoso portero de un equipo de fútbol, al ir al trabajo por la mañana, le fue comunicado que estaba despedido. Así comienza Peter Handke su novela El miedo del portero al penalty. Una frase en apariencia inocua, pero que a uno, no se sabe por qué razón, le recuerda a aquella mañana en la que Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto, según relató Kafka.

Si ‘el gol del siglo’ que marcó Maradona a Inglaterra en México 86 no es arte, que baje Nijinsky y lo vea

En 1982, España albergó su primer -y hasta ahora único- Mundial de fútbol. El cartel oficial reproduce una obra de Joan Miró, al que se suman los destinados a anunciar cada una de las sedes de la competición que finalmente ganó Italia. Esas láminas están firmadas por artistas como Chillida, Tàpies, Kolar, Bury, Topor, Eduardo Arroyo, Jacques Monory o Alechinsky.

MÉXICO 86

Pero si el arte se alimenta del fútbol mucho más de lo que parece, este deporte por sí solo también es arte. El 22 de junio de 1986, en el Estadio Azteca de Ciudad de México, Argentina e Inglaterra disputaron los cuartos de final del Campeonato Mundial de Fútbol (2-1). En menos de cinco minutos Maradona marcó dos goles que han pasado a la historia: la mano de Dios y el Gol del siglo, en el que, partiendo desde su propio campo, regateó a cinco jugadores en una insólita coreografía. Si eso no es arte, que baje Nijinsky y lo vea.

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