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Carlos Hipólito: “Cuando abordo un personaje busco descubrir lo que hay más allá de lo que dice: lo que piensa y lo que calla”

El actor madrileño escenifica este viernes en el Puerto de la Cruz 'Dejadme la esperanza', un espectáculo en torno a la obra de Miguel Hernández que une poesía y música
Carlos Hipólito. / Viveka

Carlos Hipólito (Madrid, 1956) se halla en medio de una gira teatral, la de Oceanía, que en estos momentos afronta un descanso veraniego. Se trata de un texto de Gerardo Vera, fallecido en 2020, que al tiempo que es definido como “el testamento artístico y vital” del desaparecido creador madrileño también lo es como el “retrato de un país y de una época”. Pero Carlos Hipólito no cierra por vacaciones. El próximo viernes estará en el Puerto de la Cruz (21.00 horas), en el Festival Veranos del Taoro, una nueva propuesta escénica que desde el jueves y hasta el sábado se va a desarrollar al aire libre en el Parque de la Sortija. Acompañado por el pianista José Manuel Cuenca y el barítono Luis Santana, el actor pondrá voz a los versos de Miguel Hernández en el recital Dejadme la esperanza. De poesía y de teatro, pero, más que nada, de la pasión por un oficio que también es arte, versó esta charla con el intérprete.

-Viene a Tenerife con un espectáculo, ‘Dejadme la esperanza’, basado en la poesía de Miguel Hernández. En un tiempo tan raro como este, ¿la esperanza, y también la poesía, cobran una nueva dimensión?
“Sin duda. Siempre la tienen, pero en momentos como este que estamos viviendo cobran un sentido aún más pleno”.

-El festival del Puerto de la Cruz se desarrolla en espacios abiertos, al aire libre. ¿Resulta para usted muy diferente este contacto tan cercano con el público a hacerlo, por ejemplo, sobre el escenario de un teatro?
“Actuar al aire libre tiene un atractivo añadido. Estar en un escenario y poder ver el cielo y, en este caso, la luna y las estrellas, porque actuaremos de noche, añade un elemento mágico. Además, estoy seguro de que el lugar en el que voy a actuar es precioso”.

“Los actores nos pasamos la vida buscando recursos que hagan más creíbles los personajes que nos van tocando”

-Y si hablamos de cercanía, ¿qué suponen estos reencuentros con la gente, una vez que parece que dejamos atrás las restricciones por la pandemia?
“Por fortuna, en plena pandemia pude hacer varios espectáculos en Madrid y salir de gira. Con aforos reducidos y con todas las medidas de seguridad sanitaria, por supuesto. Existe un deseo muy grande de volver al teatro en condiciones normales, como ya está ocurriendo ahora, para disfrutar de un espectáculo en su plenitud. Todos estamos un poco hartos de consumir ocio y ficción a través de una pantalla. El contacto directo con los intérpretes es un valor añadido a la experiencia. Igual que estamos deseando ir a un concierto en directo, porque nos hemos cansado de escuchar la música enlatada, también queremos presenciar otro tipo de espectáculos en vivo. De manera que está siendo muy especial esta vuelta a la normalidad en los escenarios”.

-Hace ya más de 20 años que pone la ‘voz en off’ a Carlos Alcántara en la serie ‘Cuéntame cómo pasó’. ¿Cómo resultó la experiencia, en la temporada número 21, de ponerse delante de la cámara para interpretarlo?
“Fue una idea de los guionistas y de los productores. Pensaron que ya que era una serie que nos contaba nuestro pasado reciente, quizás también era el momento adecuado para contarnos nuestro presente, cuando además estaba siendo un presente tan raro debido a este coronavirus. Se inventaron una trama en la que se hacía un salto al futuro y aparecía un Carlos Alcántara de 60 años. Y ahí estaba yo, haciendo de Carlitos. Esa voz que he interpretado durante tanto tiempo, de repente tenía también imagen. Ha sido una experiencia muy bonita, porque aunque llevaba 20 años vinculado a la serie, realmente no había pisado los platós”.

-Debió de ser muy singular encontrarse con sus ‘padres’, con Ana Duato e Imanol Arias.
“Sí. Todo el trabajo de la voz en off se realiza en posproducción, en un estudio de grabación. Disfruté mucho de ese encuentro con todo el equipo, con el reparto… Imanol Arias y Ana Duato son amigos míos desde mucho antes de que comenzara Cuéntame, nos conocemos de toda la vida, y resultaba gracioso llamarles papá y mamá. Ana es un poco más joven que yo e Imanol y yo tenemos la misma edad [risas]. En definitiva, fue muy emocionante y me permitió vivir de otra manera ese personaje que interpreto en la serie solo con mi voz”.

“Hay gente que cree que con el estreno de la obra acaba el trabajo interpretativo; es justo lo contrario, ahí empieza”

-Un lugar común, que no deja ser cierto, nos dice que un actor jamás deja de aprender. ¿Es similar ese aprendizaje en el cine, en la televisión o en el teatro?
“Soy de los que creen que el mundo de la interpretación es muy parecido en todos los medios en los que se desarrolle. La cuestión técnica es la que marca las distinciones. Hay diferencias que te hacen trabajar de una manera o de otra si estás en un escenario o delante de una cámara, pero el trabajo de interpretación es básicamente el mismo. Los actores nos pasamos la vida buscando recursos que hagan más creíbles los personajes que nos van tocando. En esa búsqueda te sirven igual los personajes de cine, los de televisión y los de teatro. Con todos ellos se van descubriendo cosas nuevas”.

-¿Cómo se acerca al personaje que debe interpretar?
“Para mí el texto es una partitura que siempre hay que interpretar exactamente igual. Incluso cuando una función teatral se pone en escena durante tres o cuatro años, como, por suerte, me ha ocurrido. Nunca me han gustado las morcillas, esas cosas que en ocasiones los actores inventan, por ejemplo, para hacer más graciosa una escena. Soy bastante enemigo de ellas. El texto que interpretas debes respetarlo tal y como es. Si aceptas un guion o un libreto, debes asumirlo en su totalidad”.

-¿De qué manera desarrolla ese proceso para dar vida a lo que está escrito en un papel?
“Cuando me acerco a un personaje intento, sobre todo, descubrir lo que piensa, más allá de lo que dice. Lo que piensa y lo que calla. Eso, generalmente, me va dando una idea acerca de su magnitud: los claroscuros, las aristas que posee, lo que hace que no sea un arquetipo. Todos los seres humanos y, en consecuencia, los personajes, tienen un poco, o un mucho, de buenos y de malos, de tontos y de listos… De lo que se trata es de hallar esas partes ocultas, las que de entrada no se ven en una primera lectura. Eso se logra acercándose cada vez más al texto, afrontando un estudio psicológico del personaje…”.

“En ‘Dejadme la esperanza’ poesía y música dialogan; eso siempre me atrae, y más si la poesía es de Miguel Hernández”

-Supongo que esta es una labor que nunca se desarrolla de la misma manera, que en cada ocasión es un ejercicio que reviste mayor o menor dificultad que el anterior.
“Sin duda. Hay personajes que te entran de forma muy directa. Los entiendes desde el principio y casi no tienes que estudiarlos. Solo debes aprenderte el texto y todo sale de un modo muy natural. Sin embargo, otros te cuestan mucho más, quizás porque se hallan muy lejos de ti o porque no acabas de entender cuáles son los mecanismos que les hacen actuar como actúan. Siempre intento acercarme a los personajes desde la fidelidad más absoluta, interpretarlos de la manera más sencilla posible y presentárselos al espectador con toda claridad”.

-¿Suele ser muy grande la distancia que hay entre ese personaje desde la primera a la última función que usted interpreta, por ejemplo, en un teatro?
“Mucha gente piensa que el trabajo interpretativo termina cuando se estrena la función, pero es justo ahí donde empieza. Los ensayos sirven para ir creando la situación imaginaria. No obstante, una vez que la obra de teatro se pone en pie por primera vez comienza en verdad el trabajo de un actor, de una actriz. En cada función tienes una energía, unas vibraciones, unas emociones distintas, aunque la obra es la misma. Probablemente harás el mismo gesto mientras dices la misma frase, pero cada día has de lograr que eso parezca que está ocurriendo por primera vez. Tras una semana de funciones, un año o tres, tienes que conseguir que ese personaje esté vivo todo el tiempo. Eso se logra con concentración, con mucho esfuerzo y sin bajar la guardia“.

-¿Qué tiene que tener un proyecto para que le interese?
“Que esté de acuerdo con lo que cuente y que el proyecto en sí me atraiga. En este caso, acudimos a Tenerife, al Puerto de la Cruz, no con una obra de teatro, sino con un recital de poesía. Me acompañan un gran pianista, José Manuel Cuenca, y un gran cantante, Luis Santana, para entablar un diálogo entre la música y la poesía. A mí eso siempre me va a atraer. Sobre todo si la poesía está escrita por alguien como Miguel Hernández, uno de mis poetas de cabecera. Cuando me hablaron de este proyecto, me apunté a él sin dudarlo, sin pensarlo. Además, la selección de poemas me parece muy inteligente: hay algunos muy conocidos, pero también otros que no lo son tanto. Creo que el público descubre nuevos aspectos del poeta y su obra. Del mismo modo, hay una dramaturgia interna que va mostrando el compromiso de Miguel Hernández con la sociedad de su época”.

“Tras una semana o tres años de funciones, debes lograr que el papel que interpretas se mantenga vivo todo el tiempo”

¿Qué nuevos caminos interpretativos le gustaría recorrer a partir de ahora?
“Estoy en el impasse de una gira que contempla muchas actuaciones: Oceanía. Es un monólogo que he estado haciendo durante ocho semanas en Madrid, en las Naves del Teatro Español, y me va a llevar por 50 ciudades diferentes. La empecé a finales de abril y se prolongará hasta febrero de 2023. Mi prioridad es continuar con Oceanía, un monólogo precioso que escribió el gran Gerardo Vera (1947-2020), con tintes autobiográficos, en el que se cuenta una historia conmovedora. Nos está dando muchas alegrías”.

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