De los campos de tierra a los escenarios más grandes del fútbol. En cien años el CD Tenerife ha tenido tiempo para escribir una historia que no tiene fin, que estuvo cerca de rubricar un nuevo capítulo en letras de oro hace apenas unos meses que no sirvió para recuperar la merecida plaza en la máxima categoría del fútbol español, pero sí reactivó un sentimiento que siempre ha estado, que nunca se ha ido, que durará mil o dos mil años más, un sentimiento que no tiene final.
Se cumplen hoy cien años del nacimiento de un sueño, que a veces se ha tornado en pesadilla, pero siempre tiene un final feliz. Porque lo que nació como un proyecto con la máxima humildad, con carácter local, se convirtió en un fenómeno reconocido a nivel mundial, con un fútbol de patente blanquiazul, elegante y efectivo, capaz de tumbar a cualquiera que estuviera delante.
Con esas señas de identidad el Tenerife se fue haciendo grande desde que en 1953 logra dar el salto por primera vez a categoría nacional venciendo al Orihuela por 3-0 en el teatro de los sueños blanquiazules, el Heliodoro Rodríguez López. Era el punto y final a una larga estancia en Tercera División y el inico de un camino que desembocaría, en 1961, en el ascenso a Primera División con Heriberto Herrera en el banquillo y un plantel plagado de calidad y carácter canario.
La estancia duró un año, el equipo regresaría a Segunda, caería hasta la Tercera y encontraría otra fecha clave en sus cien años de historia. En 1983 el cuadro blanquiazul regresa a Segunda División B, categoría de reciente creación, con muchos jugadores de la casa y refuerzos llegados de fuera con los que el club conseguía dar un salto de calidad.
Seis años después, en aquel verano maravilloso de 1989, el Tenerife daría con sus huesos en Primera División tras un año inolvidable, con otra plantilla marcada por la canariedad y un nombre propio, el de Rommel Fernández, verdugo del Real Betis en la promoción. En esa misma suerte de la promoción se salvó el Tenerife el año siguiente en lo que serviría para consolidar un proyecto en la máxima categoría y que sería reconocido en todo el mundo, empezando por los años en los que el conjunto blanquiazul, con Jorge Valdano al frente, se convertía en el verdugo de un Real Madrid al que le arrebató dos Ligas y lo eliminó de la Copa del Rey con victoria en el Rodríguez López (2-1) y en el Santiago Bernabéu (0-3).
En esa misma etapa debutó el Tenerife en la Copa del UEFA con una eliminatoria de pasión ante el Auxerre, con diez jugadores y Pier de portero en Francia, otra sobreviviendo al infierno del Olympiakos griego y una más en la que, pese a caer ante la Juventus, el Tenerife despidió la experiencia venciendo (2-1) a la Vecchia Signora en el Rodríguez López.
Con Jupp Heynckes en el banquillo el CD Tenerife volvió a asomarse a Europa… y a convertirse en verdugo de un Real Madrid al que dejó por primera vez en su historia fuera de las competiciones continentales. El estratega alemán consiguió la mejor clasificación liguera de la historia blanquiazul con un triunfo (0-2) en El Molinón y en su segundo año llevó al cuadro tinerfeñista a las semifinales de la Copa de la UEFA en una competición donde eliminó al Maccabi de Israel antes de llegar al mejor partido que han visto los ojos de los blanquiazules.
En aquellos dieciseisavos de final al Tenerife no le acompañó la suerte en el sorteo europeo. Tocó la Lazio. Los italianos ganaron en territorio romano (1-0) con gol de Nedved y en el Rodríguez López los blanquiazules le dieron la vuelta a una contienda que parecía una montaña rusa de goles para acabar ganando por 5-3 en un día para el fútbol total. El Tenerife se cargó luego al Feyenoord (2-4 en la vuelta) y al Brondby (0-2 en Dinamarca) pero fue eliminado en semifinales por el Schalke en la prórroga del duelo de vuelta.
Fue el punto de inflexión en la historia blanquiazul porque aquel proyecto de Javier Pérez tardaría poco en irse a Segunda y aunque regresaría a Primera con la histórica victoria en Butarque (0-1 con Rafa Benítez de técnico) dejando al Atlético de Madrid otro añito más en el infierno, volvería a descender para no recuperar la máxima categoría hasta 2009, con José Luis Oltra como entrenador.
Un año en Primera, y dos saltos al vacío, hasta la Segunda B, de forma consecutiva para regresar a Segunda A y contar con dos opciones de recuperar el lugar merecido, entre los grandes, que no se materializaron. El Centenario se cumple en Segunda, pero con sentimiento de Primera.