El CD Tenerife sumó su cuarto empate consecutivo y la quinta semana en la que no pierde. Quizás eso, y que el equipo logró dejar nuevamente la portería a cero, sea la mejor lectura que se puede hacer tras otro mal partido del equipo blanquiazul. Y si no es la mejor lectura, seguro que es la más positiva, ya que los jugadores de Luis Miguel Ramis siguen sin demostrar que son aspirantes a cotas importantes esta temporada. Ante un Cartagena que se conformaba con el punto prácticamente antes de empezar el duelo, el Tenerife dispuso de las mejores ocasiones, pero volvió a demostrar que ha perdido la brillantez en las dos áreas, tanto en la defensiva como en la ofensiva.
En una semana con dos partidos, el entrenador del CD Tenerife optó por hacer rotaciones. Empezando por la defensa, cambió a los dos laterales a la vez, con Buñuel y Andoni López en lugar de Mellot y Nacho. En el centro jugaron Sipcic y León.
También en el medio hubo cambios. Aitor no entró en el once inicial, por lo que Larrea y José Ángel jugaron juntos. Teto y Appiah se fueron a los extremos, mientras que en la delantera Gallego se quedó en el banquillo, por lo que la pareja de atacantes será Romero y Garcés.
El Cartagena comenzó mejor plantado, aunque sin llegar a molestar del todo a un Soriano que estuvo toda la primera parte como un mero espectador.
Sin con las rotaciones Ramis intentó ser un equipo más vertical e incisivo tras robar la pelota, el plan no funcionó. Apenas llegaron este tipo de acciones y la primera mitad se saldó con dos ocasiones de gol. Ambas fueron para el Tenerife, eso sí.
La primera tuvo como protagonista a Iván Romero, quien acabó finalizando una acción en la que tenía a Borja Garcés incorporándose por detrás libre de marca. Acabó despejando a córner Aarón cuando el crono corría por el minuto 26.
En la siguiente no llegó a haber remate a portería, pero es verdad que por la posición de Garcés, la ocasión era clara.
Poco más se puede contar de una mala primera parte por parte de los dos contendientes. Ni Tenerife ni Cartagena ofrecieron un buen partido.
Durante el descanso calentaron dos laterales, Nacho y Mellot, pero solo saltó uno de ellos. Entró el primero y se quedó en la caseta A. López.
Los primeros compases del segundo acto arrancó con dos duelos perdidos por Buñuel ante Jansson. Esto pareció activar a los blanquiazules, quienes aumentaron la intención en los siguientes minutos, por lo que el Cartagena comenzó a tener problemas. Ramis puso a calentar a Gallego y a Dauda. También a Mellot poco después, ya que el Cartagena estaba encontrando muchas facilidades por el costado de Buñuel.
Justamente la ocasión más clara del partido para el equipo visitante nació en ese sector y acabó con un remate de Sadiku. Respondió Soriano con un paradón a una mano espectacular.
El técnico local reaccionó e hizo un triple cambio. Entraron Mellot, por Buñuel (se retiró lesionado); Aitor, por José Ángel; y Mo Dauda, por Appiah (M62).
Y nada más entrar en acción, los cambios surtieron efecto. Minuto 64. Conduce Romero, que se la deja para un Teto que se incorporaba más abierto para soltar un potente disparo que tropezó en el trasero de un defensa del Cartagena. Aarón pudo rechazar a duras penas pero el balón fue a Mo Dauda, que en su primer contacto con el balón, lo estrelló en el palo. Se avecinaba el tsunami blanquiazul y el Heliodoro lo sabía.
La presión ambiental del Heliodoro aumentó y los jugadores se pusieron las pilas. Mellot empezó a servir centros desde la derecha que originaron incertidumbre sobre la meta cartagenera. También la suma de Mo Dauda. Cada vez que tocaba la pelota, creaba problemas. Un centro suyo lo cabeceó Romero fuera. Buenos tres ataques consecutivos de los locales.
Pero Ramis quería más y puso en el campo a Gallego. Había que ganar como fuera. Minuto 71. Se marchó del campo Iván Romero y el Tenerife agotaba cambios.
Los minutos pasaron y el gol no llegaba. El partido se estaba haciendo muy largo y el Cartagena apareció en escena con una falta que acabó con gol anulado por fuera de juego. Minuto 84. La sombra de otro empate sobrevolaba el Heliodoro, pero había tiempo para impedirlo.
Nacho la tuvo en la última del partido, pero Aarón evitó la victoria blanquiazul.