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Daniel Alonso: “Tememos que la ciencia, después de haber aportado tanto a la sociedad, vuelva a estar infrafinanciada”

El presidente de la Real Academia Canaria de Ciencias recalca que hasta la fecha se ha infradotado presupuestariamente a la investigación
Daniel Alonso: "Tememos que la ciencia, después de haber aportado tanto a la sociedad, vuelva a estar infrafinanciada"

Financiación, financiación, financiación. La receta para tomar buenas decisiones de cara al futuro, especialmente ante retos tan acuciantes como el cambio climático o las emergencias sanitaria y volcánica, pasa por que las administraciones destinen más recursos a mejorar la educación de sus ciudadanos. Así lo asegura, en esta entrevista con DIARIO DE AVISOS, el presidente de la Real Academia Canaria de Ciencias, el doctor Daniel Alonso Ramírez. Recibe a este periódico en la Sala de Grados José Manuel Méndez Pérez de la Universidad de La Laguna. “Para mí es muy importante hablar desde aquí”, dice. ¿Por qué? Quien da nombre al espacio es su predecesor, a quien se muestra agradecido por haberle cedido el testigo, así como por su labor, que califica de “magnífica”. En lo referente a la interacción de la ciencia con los distintos actores de relevancia en el Archipiélago, afirma que hasta la fecha se ha infradotado presupuestariamente a la investigación, y aun así, los isleños han podido despuntar en el ámbito internacional, hasta conformar un ecosistema de talento que permite poner a disposición de los gobernantes personal cualificado para tomar decisiones de manera empírica: basadas en hechos observados y medidos.


-¿Cree que se valora más el papel de la ciencia?
“Coyunturalmente, diría yo. Con la pandemia ha surgido la necesidad de generar vacunas rápidamente y saber qué estaba ocurriendo. Por eso ha habido un crecimiento en el valor que le otorga a la ciencia nuestra sociedad, pero es coyuntural. Y lo digo porque tememos que los ciclos vuelvan a repetirse; que una vez que la ciencia ha aportado algo positivo de manera clara, se vuelva a la dinámica de infrafinanciación. Somos muy poco inteligentes en el análisis de la historia: hoy podemos solucionar problemas muy concretos porque hace mucho tiempo atrás hubo personas que resolvieron problemas que entonces parecían irrelevantes, y a eso se le llama ciencia básica. Como no somos capaces de recordar eso, estamos tomando decisiones a golpe de hechos que suceden ahora y no en previsión de lo que pueda ocurrir. Ojalá nos equivoquemos, pero siempre vemos que es difícil que la ciencia mantenga una financiación adecuada, no solo en Canarias, sino en todo el país. Y eso que la inversión sistemática en ciencia produce réditos a medio y largo plazo, luego, renunciar a la financiación de la ciencia significa renunciar a nuevas perspectivas”.

Hay quien trabaja desde el ‘bando’ contrario: han surgido movimientos negacionistas.
“¿Qué se necesita para que, de forma genérica, un ciudadano analice críticamente la información que recibe y sea capaz de discernir qué información es válida y qué información no lo es? La respuesta es un alto nivel de educación, y no solo eso, sino un alto nivel de comunicación con los agentes de su entorno; que se creen espacios donde debatir de forma clara y abierta y se pueda llegar a conclusiones basadas en hechos y en datos, no en supersticiones, creencias u opiniones no fundadas. Llegar a ese nivel de educación requiere de inversión por parte de la ciudadanía a través de los impuestos. Me temo que buena parte de la discusión que se tiene en los grupos negacionistas se debe a que no existe una fuerte corriente de interacción entre los ciudadanos”.


-Parece que va a ser necesario volver a explicar que la ciencia no se refuta con opinión.
“La ciencia se basa en hechos contrastables. Un hecho científico basado en datos recogidos hasta hoy puede demostrarse falso mañana, porque surgen nuevas informaciones que apuntan a que lo que se estaba creyendo por cierto no lo es. Entender cómo evoluciona la ciencia es fundamental; la ciencia no es una religión, no emite una verdad que no cambia. Necesitamos que la ciudadanía entienda cómo se hace la ciencia y qué es buena ciencia. Un ciudadano bien formado ejerce mejor sus derechos y fundamenta mejor sus opiniones en beneficio de la comunidad”.

Uno de los actores para que eso ocurra es la Real Academia Canaria de Ciencias…
“Una de las funciones de la Academia es la divulgación de la ciencia y el asesoramiento científico. Es decir, si alguna entidad pública o privada quiere tener una opinión fundada sobre un hecho concreto, podemos decirle qué persona le ofrecerá las mejores soluciones. Pero todo eso es solo una gota en el mar. Tenemos que llevar a cabo una acción colectiva, con todos los agentes educativos, científicos, políticos…”

¿Cuál es la hoja de ruta que tienen desde la organización?
“Básicamente, el fomento de la ciencia. Eso significa interaccionar con los centros educativos de Primaria y Secundaria, para que los expertos en un campo de trabajo divulguen su actividad. En segundo lugar, la exposición de los resultados científicos novedosos a una comunidad interesada. Y después está la colaboración con otras entidades, ayuntamientos fundamentalmente, para llevar a los municipios cualquier tipo de conocimiento científico que creamos que puede ser enriquecedor para sus ciudadanos. Por ejemplo, en el caso de La Palma lo lógico fue hacer un ciclo sobre volcanología, pero también, por sensibilidad de nuestro presidente anterior, se tuvo en cuenta que una ciudadanía exhausta por los hechos que habían ocurrido a lo mejor necesitaba actividades creativas en torno a las matemáticas que le hicieran pasar un rato agradable. Organizamos un taller en el que los habitantes de Los Llanos pudieron divertirse y, por unos segundos, olvidar que mirando hacia arriba veían un volcán que había provocado una gran catástrofe”.

Parece que, últimamente, las cosas suceden a un ritmo vertiginoso: pandemia, volcán, guerra…en el horizonte está la crisis energética. ¿Qué respuesta tienen los investigadores canarios?
“Es tanta la actividad internacional dedicada a la sostenibilidad, recursos energéticos y buscar un cambio de modelo de producción de energía que no ocasione una catástrofe medioambiental, que es difícil decir qué es lo más importante, porque hasta la más pequeña contribución puede mostrarse relevante. En Canarias tenemos investigación en energías renovables, en recursos marinos, y grupos dedicados tanto al análisis económico como, desde la física-química o la biología, a la sostenibilidad. Parte de la financiación regional se destina a estas líneas porque son prioritarias. No digo que estén bien financiadas, pero lo están mejor que la media de la ciencia en las Islas”.

Esa infradotación de recursos, ¿hace que se exporte más ciencia de lo que se crea para la propia Comunidad Autónoma?
“Diría que hay una dualidad. Hay una fuerte inversión en Canarias en lo que se consideran áreas estratégicas, del todo razonable. Pero no hay una fuerte inversión en otro tipo de ciencia, como puede ser la básica, que, bien financiada, permea en toda la sociedad. Un científico bien formado puede terminar dando clase en Primaria y Secundaria, por lo que transmite conocimientos a nuestros hijos e hijas. Si queremos una sociedad crítica, esa formación ha de ser la mejor posible. Es más, una investigación de calidad atrae recursos económicos. No es solo qué invierto para obtener qué, sino qué cosas puedo ir haciendo que parecen intangibles pero que acaban transformando nuestra sociedad. Hemos pasado de una sociedad con altos niveles de analfabetismo a otra en la que eso se ha erradicado prácticamente. Hemos pasado de una sociedad que hacía una ciencia muy marginal a otra que ha empezado a hacer ciencia cada vez mejor, incluso a nivel internacional. El siguiente reto es ascender, que todas las personas suban la escalera y estén todavía mejor educadas, nuestra ciencia sea aún mejor y más parcelas de la ciencia canaria alcancen niveles internacionales de excelencia. Eso requiere recursos”.

¿No temen no estar a la altura, por la falta de colaboración institucional, de las generaciones que les preceden? En transición ecológica, por ejemplo, se están dilatando los plazos inicialmente previstos, en contra del dictamen de los expertos.
“Yo sería comprensivo con quien toma las decisiones. Al cambiar el modelo existente habrá personas que se verán afectadas y a las que hay que dar una alternativa. Los pasos hay que darlos con energía, pero también teniendo en cuenta la parte social, que no podemos dejar al margen. Ahora hay sobre la mesa estudios que relatan lo que puede ocurrir en una alta probabilidad, y también otros dosieres que atañen a personas que se verán afectadas por esas decisiones, y a las que hay que ir preparando para que sufran lo menos posible. Ante un escenario tan complejo no sería apropiado dar una respuesta asertiva, sino expresar confianza en nuestros dirigentes”.

¿Creen que están siendo suficientemente escuchados en el diseño de la futura sociedad canaria? Hace unas semanas, en la Comisión de Reconstrucción de La Palma en el Parlamento, representantes de las dos universidades públicas isleñas hablaban de la ausencia de académicos en espacios de decisión.
“La ciencia siempre ha formado parte de la toma de decisiones, en mayor o menor medida, porque cuando los gobernantes quieren resolver un problema acuciante, recurren a quien creen que tiene las respuestas. Si nos vamos a la Canarias de hace 80 años, seguramente no existía una comunidad capaz de resolver algún problema concreto de forma inmediata. Ahora tenemos 2,1 millones de habitantes, dos universidades e institutos de investigación de reconocido prestigio internacional. Ahora sí que existe un cuerpo que pudiese ser consultado; un valioso recurso para la toma de decisiones. Quiero creer que las personas a las que elegimos democráticamente saben que cuando los problemas atañen a la ciencia, la comunidad científica es la que les acerca a la solución”.

¿Cuáles son los proyectos que quiere abanderar a lo largo de este mandato?
“La Academia ha estado magníficamente llevada por todos sus presidentes hasta ahora, con lo cual, mi primer reto es no defraudar sus expectativas. Espero hacerlo, al menos, igual de bien que ellos, porque a día de hoy la institución ha adquirido una relevancia y un prestigio que no habría sido posible sin la acción de los equipos anteriores. Me gustaría que aumentáramos nuestra actividad en todas las islas y hacer ver a la ciudadanía que la ciencia es algo cercano a ellos, que influencia sus vidas. También tenemos que hacer ver a nuestros dirigentes que la Academia es un recurso para ellos, un sitio al que pueden acudir en busca de asesoramiento científico o en búsqueda de un agente que les ayude a hacer que la educación en Canarias sea mejor. Esas son nuestras aspiraciones básicas. Y a eso sumo hacernos más presentes en la sociedad, no tanto en los medios; más bien en los centros, en las asociaciones de vecinos, en los ayuntamientos…”

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