cultura

Distopías tras la ‘distópica’ pandemia

Los inquietantes futuros ficticios -o hipotéticos- que afloran en series y películas no desdeñan nuevos virus, catástrofes apocalípticas y disfunciones sociales y políticas
‘Apagón’ ahonda en la idea de la incidencia de una tormenta solar
‘Apagón’ ahonda en la idea de la incidencia de una tormenta solar. DA

Después de pasar lo que hemos pasado estos dos últimos años resulta muy aventurado hablar de distopías así como así, porque, como te descuides, cualquier representación ficticia de una sociedad más o menos próxima, que es lo que significa este término, DRAE dixit, puede convertirse en un pispás en un hecho bastante real. Es decir, en esa sentencia tan manida, y cada vez más cierta, de que la realidad supera a la ficción…

Lo hemos visto también en otros ámbitos de la vida. ¿Quién pensó a principios de la presente centuria que dos aviones chocarían contra las neoyorquinas Torres Gemelas por mor de un atentado terrorista a gran escala? Ni a los más imaginativos guionistas hollywoodenses se les pasó siquiera por la cabeza. Y ocurrió.

Cuando se estrenó Contagio, en 2011, al socaire de la eclosión de la gripe A, muchos pensaron que era una visión un tanto exagerada o simplemente una inquietante puesta en escena de un filme con ribetes cuasi apocalípticos. Este Steven Soderbergh -el director de la criatura- con tanta mala baba con su propuesta finiquitadora de la especie… Sin embargo, con la mirada puesta en el retrovisor de los años, esta película se ha erigido en una cinta pandémica avant la lettre. Y es que Soderbergh no iba tan desencaminado. Contagio, un notable filme, dicho sea de paso, ha sido la película que posiblemente más ha atinado con lo que años más tarde llegaría sin esperarlo nadie, salvo algún Nostradamus sabelotodo: la actual pandemia de COVID-19, con sus confinamientos, restricciones y vacunas.

Fotograma de la miniserie francesa ‘El colapso’
Fotograma de la miniserie francesa ‘El colapso’. DA

SERIES ‘EPIDÉMICAS’

Casi una década después de Contagio, y justo antes de que se iniciara la primera gran pandemia de este siglo -digo primera, porque muchos científicos aventuran que habrá más de este tipo, esperemos que se equivoquen-, le siguió una serie que abordaba estos asuntos epidémicos y que se rodó antes de que el personal se encerrara. Su nombre: Estación once, en la plataforma digital HBO Max, basada en la novela del mismo nombre de Emily St. John Mandel y que narra las vicisitudes de supervivientes de una gripe mortal.

En este mismo contexto vírico pululan series como The last ship, que ha dado Movistar+, sobre un mundo devastado por un extraño virus, producida por Michael Bay y protagonizada por Eric Dane, de Anatomía de Grey, ejerciendo aquí de capitán de un barco de la Marina mercante estadounidense, que, junto con una científica, en la piel de Rhona Mitra, tratan de solucionar el entuerto en el que se ha visto envuelta la humanidad; o The rain, en Netflix, una producción danesa que tiene como punto de partida la incidencia de un virus que se ha expandido a través de la lluvia por todo el territorio escandinavo, y en la que seis años después malviven unos pocos supervivientes.

Pero no solo de coronavirus y similares -y puñeteros, dicho sea de paso- organismos microscópicos viven las distopías actuales (bien valga el oxímoron). Las catástrofes y sus consecuencias también suponen un buen caldo de cultivo. Dentro de este prolífico ámbito podemos destacar Apagón, de reciente estreno en Movistar+. De factura española, esta serie de solo cinco capítulos, al menos en su primera temporada, juega con la posibilidad de que una tormenta solar de considerables dimensiones acabe con las redes eléctricas, tecnológicas y de comunicación de buena parte del planeta. Esta situación ha ocurrido varias veces a lo largo de la historia, al menos las que se han podido documentar. La más potente, por su magnitud, que se haya registrado hasta la fecha en época moderna, según resaltan muchos científicos, sucedió a mediados del siglo XIX, en 1859. Se denominó el evento de Carrington, aunque lógicamente su afección no tuvo tanta incidencia como si ocurriera en la actualidad, por razones obvias, si bien provocó el fallo del incipiente sistema de telégrafos en América del Norte y Europa. Ya en el siglo XX, las tormentas solares que afectaron a Nueva York (Estados Unidos), en 2021; y a Quebec (Canadá), en 1989, también produjeron apagones, además de las consabidas y espectaculares auroras boreales. Cada uno de los cinco episodios de Apagón está dirigido y/o escrito por diferentes cineastas patrios, como Rodrigo Sorogoyen, Alberto Rodríguez, Isabel Peña, Isaki Lacuesta y Raúl Arevalo, entre otros, que dan su particular visión, y desde diferentes perspectivas, de cómo sería un fenómeno de estas características y su incidencia en un mundo tan globalizado e interconectado como el nuestro. Las historias rezuman realismo e incertidumbre. Se trata, en definitiva, de una buena puesta en escena, con distintos supuestos y escenarios, para intentar digerir un acontecimiento de tales dimensiones.

Imagen de ‘Estación once’, sobre una gripe mortal
Imagen de ‘Estación once’, sobre una gripe mortal. DA

DESASOSIEGO

En este mismo terreno de desasosiego catastrófico, si bien aquí de una manera finalista, sin cortapisas, por las consecuencias que acarrearía, puede incluirse la hilarante No mires arriba, de Adam McKay, con un reparto de quilates, encabezado por Jennifer Lawrence, Leonardo Di Caprio, Meryl Streep, Cate Blanchett y Jonah Hill. El filme, de 2021, nos pone en la tesitura del impacto de un gran cometa en la Tierra. Unos científicos alertan, tanto a las autoridades políticas -léase la Casa Blanca- como a los medios de comunicación, de la llegada al planeta de un objeto sideral de enorme tamaño, que acabará con todo bicho viviente. Aunque narrada en clave de ácida comedia, la película resulta extrañamente realista porque refleja de forma cruda la frivolidad de un mundo megainformado, pero cuyo exceso genera desinformación.

Las disfunciones sociales y políticas también conforman futuros exacerbantes y llenos de inquietud: la realidad ayuda o ha ayudado bastante. La salida del Reino Unido de la Unión Europea, el tan traído y tortuoso brexit, y la irrupción del arribista Donald Trump en el panorama político, con su elección como presidente de Estados Unidos contra todo pronóstico, y su dificultosa salida -amenaza, además, con volver-, con el inaudito e impresentable asalto del Capitolio, han conformado un caldo de cultivo para el solaz distópico, que se ha visto azuzado con la guerra en Ucrania y el reactivado peligro nuclear, algo que pensábamos superado. Así, llegamos a series perturbadoras, donde se distorsiona el orden social o simplemente se pervierte.

La surcoreana El juego del calamar, en Netflix, y su evocación de una sociedad enferma, violenta y escasamente empática -a expensas de su segunda temporada- es un ejemplo diáfano, sin llegar al paroxismo de Swnopiercer. Rompenieves, también en Netflix, y con un surcoreano, además, al frente del proyecto, el oscarizado Bong Joon-ho, el del fenómeno Parásitos. Esta historia futurista, de la que Bong ya dirigió una película en el año 2013, cuenta con tres temporadas, y narra la vida en un mundo congelado, donde los únicos supervientes atraviesan la Tierra en un tren dividido en compartimentos a modo de clases sociales y sus diferencias.

La serie estadounidense ‘The last ship’ narra un mundo devastado por un extraño virus
La serie estadounidense ‘The last ship’ narra un mundo devastado por un extraño virus. DA

¿NUEVA NORMALIDAD?

En este punto, pero con visos más “realistas”, en la plataforma Filmin, y que se puede ver también en RTVE Play, se encuentra la miniserie francesa El colapso, una ilustre predecesora de la española Apagón y con claras similitudes formales. Un título que define bien a las claras esta ficción que plantea el fin de la sociedad tal y cómo la conocemos y el inicio de una nueva normalidad.

Filmada en plano-secuencia, lo que acentúa la sensación de naturalismo y realidad, pero también de agobio y franca tensión, las diferentes historias plantean, en base a una crisis de la que no se dan más detalles, cuestiones como el posible fin de la humanidad o una oportunidad única para resetearnos como especie.

Y si tomamos los derroteros de la política y el renovado auge de los populismos, aunque es un poco anterior a la irrupción de la pandemia, resulta sumamente interesante la miniserie británica de seis episodios Years and years, especialmente porque en ella “sitúan” en este mismo 2022 la muerte de la reina Isabel II, en su primer capítulo, y también vaticinan hasta la guerra en Ucrania.

Coproducida por la BBC, Years and years está protagonizada, entre otros, por Emma Thompson, en la piel de una líder de ultraderecha. Se trata de una ficción bastante realista, porque juega con elementos involucionistas que estamos viendo en la actualidad y que reflejan ciertas derivas.

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