La escritora Roberta Marrero calificó este lunes de “acto de justicia poética” el homenaje que le brindó el Gobierno de Canarias, su tierra natal y, por tanto, “la mamá un poco tirana”, e indicó que las personas trans “siempre hemos tenido voz entre nosotras, lo nuevo es que ahora tenemos el altavoz”.
Roberta Marrero (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) recibió en el Centro Atlántico de la Juventud (La Laguna), de manos de la directora general de Juventud autonómica, Laura Fuentes, un diploma honorífico con motivo del Día de las Escritoras, en reconocimiento a la labor y calidad literaria de una autora cuya obra relata la libertad y solidaridad dentro de la comunidad LGTBIQ+. “Estuve pensando mucho durante el fin de semana en qué iba a decir y se me ocurrió una metáfora: la tierra natal es la madre y a veces no tenemos una buena relación entre la mamá, un poco tirana, y la hija si esta es adelantada a su tiempo”, admitió la autora.
Pero también ha aprendido con la edad que la mamá era tirana por el tiempo que le tocó vivir y que era “como venir de un sitio bastante oscuro”, relató Roberta Marrero, para quien “este reconocimiento de la mamá a la hija es un paso importante en una relación problemática”. “Y también porque a veces las personas somos un poco símbolos”, dijo, y, por ello, el homenaje recibido es “un acto de reparación” para una persona nacida en 1972, aún en el franquismo y que por tanto vivió luego el posfranquismo, algo “nada fácil” no solo en Canarias, “el ultra-sur de España”, sino en todo el país.
Fueron décadas difíciles “para la gente de la disidencia: trans, gays, lesbianas y, también, mujeres heterosexuales”, señaló Marrero, quien salió de España en la década de los 90, regresó y ha vuelto a partir. “Espero que las cosas sean más fáciles ahora, pero en España todavía hay que trabajar muchas cosas, hay que aceptar que aquello pasó y que eso fue importante”, subrayó.
Marrero, cuya obra plástica ha formado parte de exposiciones como David Bowie Is, en el museo Victoria & Albert de Londres, y Piaf, en la Biblioteca Nacional de París, dijo también que odia un poco la palabra “visibilidad” y apuntó que se trata más bien “de abrir cajas”, y la de dar voz al colectivo trans es reciente. De hecho, eran escasos los ensayos y creaciones artísticas sobre el colectivo hasta que Roberta Marrero publicó El bebé verde: infancia, transexualidad y héroes del pop en 2016, y ahora en España hay “una superavalancha de trabajos sobre la teoría queer”.