sucesos

Ese calvario llamado autopista TF-5

A la cruz viaria que arrastran los tinerfeños desde el siglo XX le bastó ayer un accidente nimio y unas gotas para atrapar a miles de conductores en un fenomenal atasco

El tiempo pasa, pero permanece el cabreo de los tinerfeños por los atascos que inevitablemente se sufren en la TF-5, popular e incluso oficialmente reconocida como autopista pese a que incumple palmariamente los requisitos exigidos para ello, y que vuelve a hacerse presente con un descomunal atasco sufrido -para variar- un viernes a la hora de comer, todo un clásico de esta cruz con la que los conductores de esta Isla cargan desde el siglo XX.

Ciertamente, las mejoras efectuadas en los últimos años por parte del Cabildo (aunque es obvio que insuficientes aún) y las restricciones propias de la pandemia habían aliviado el colapso crónico de la llamada autopista del Norte, por mucho que solo los obligados y algún temerario pretendan llegar a tiempo a sus citas cuando salen de la capital tinerfeña después del mediodía de un viernes, sin duda el momento crítico de esta autovía junto a esas primeras horas de las mañanas laborables de quienes tienen que llegar a Santa Cruz desde el Norte.

Pero ayer se volvió a las andadas, justo otro maldito viernes a la hora de comer. Los testimonios de los conductores atrapados ayer, que se cuentan por miles, recuerdan a los peores atascos en el lugar, lo que tiene su especial demérito. Quienes tuvieron mejor suerte fueron los primeros implicados en el caos circulatorio, algunos de los cuales tardaron poco menos de dos horas en transcurrir desde la capital a La Matanza, supuestamente originado por el vuelco lateral de un furgón a la altura de El Bohío, a la altura de dicho término municipal.

Pero esos hechos, acaecidos aproximadamente a las 14.30 horas de ayer y con la inestimable colaboración de apenas unas débiles lluvias a la hora de ralentizar la circulación en cualquier vía de Tenerife, más otros incidentes como el de un vehículo averiado en el carril izquierdo a la altura de La Laguna, desembocaron en una pesadilla para quienes salían entonces de Santa Cruz, y que tardaron más de dos horas en llegar, por ejemplo, a Los Rodeos, lo que a más de uno le supuso pernoctar inevitablemente en la Isla. A su vez, la alternativa de La Cuesta se colapsó igualmente.

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