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Javier Almuzara: “La careta, la falsificación, la impostura del teatro, de la ópera, es un artificio que refleja una verdad esencial”

El escritor asturiano es el autor del libreto de 'Fuenteovejuna', la obra de Jorge Muñiz basada en el texto de Lope de Vega con la que Ópera de Tenerife abrirá su temporada 2022-2023
Javier Almuzara. / DA

El Auditorio de Tenerife ha escogido una ópera española contemporánea para abrir su temporada 2022-2023 dedicada a este género. Una partitura del siglo XXI, obra del compositor de origen asturiano Jorge Muñiz, que sin embargo pone en escena una historia que se levantó sobre un escenario por primera vez hace ya 400 años: Fuenteovejuna, de Lope de Vega.

Este nuevo título operístico que adapta una de las obras teatrales más emblemáticas del denominado Siglo de Oro tuvo su estreno absoluto hace apenas cuatro años, en el Teatro Campoamor de Oviedo, y el espacio escénico de la capital tinerfeña será ahora el segundo en todo el mundo que lo ponga en pie. Para ello contará los días 18, 20 y 22 de este mes de octubre con la Orquesta Sinfónica de Tenerife y el Coro Ópera de Tenerife-Intermezzo. Además de con los cantantes María Miró, Antonio Gandía, Felipe Bou, Damián del Castillo, David Astorga, Isabella Gaudí, Marina Pardo, Fernando Latorre y Juan Noval-Moro en los papeles principales. Todos ellos bajo la dirección musical de Santiago Serrate.

Justicia, abuso de poder, solidaridad son atributos humanos. Y las obras clásicas lo son no tanto por sobresalir en una época determinada, sino, precisamente, porque nos hablan de la condición humana. Con el autor del libreto, el escritor asturiano Javier Almuzara, ha conversado DIARIO DE AVISOS.

-¿Qué fue más complejo: trasladar al siglo XXI una obra teatral del XVII o convertirla en un texto que, en buena medida, debía supeditarse a la música?
“Esa era, precisamente, la gran trampa, el gran escollo que había que soslayar. Las palabras tenían que tener ya de entrada un principio musical. Por eso la decisión primera fue mantener el verso, el verso clásico, con las estrofas del Siglo de Oro. Pero también había que limar las asperezas que en la época actual nos ofrece, a quien lo canta y a quien lo escucha: el cambio de orden en las frases, los arcaísmos, los juegos de palabras más o menos alambicados… Es decir, mi objetivo era mantener la dignidad del gran verso clásico, pero con un lenguaje que hoy sea comprensible y tenga una nobleza intemporal”.

“A Lope de Vega no le molestaba en absoluto la incoherencia; lo que realmente le aterraba era el aburrimiento”

-Una puesta al día de la forma que a uno no le cuesta mucho hacerse a la idea de que no tuvo que resultar sencilla.
“Claro, resultó complicado, porque no podía recortar el texto teatral de Lope de Vega conservando los versos originales. De actuar así, hubiera creado un Frankenstein sin vida, una obra completamente inarticulada. Llegué a la conclusión de que la única forma de abreviar sin matar era reescribir Fuenteovejuna, esperando que Lope me inspirase. El trabajo consistió sobre todo en extraer el núcleo dramático, eliminando las acciones secundarias, los personajes menos esenciales, pero a la vez preocupándome mucho de conservar el tuétano de la historia, simplificando el elenco y jugando con la misma ambigüedad del autor: esto es, que el tono dramático se vea aliviado por la inteligencia con la que se mueve cada uno de los personajes. La vida en medio de la opresión sigue su camino; quise reflejar que todos luchaban por la alegría”.

-Este ejercicio literario y musical, este viaje en el tiempo, consiste en crear un clásico contemporáneo. ¿Dónde cree que reside la vigencia de ‘Fuenteovejuna’, la actualidad del pensamiento de Lope de Vega trasladado al papel?
“Todos aspiramos a ser capaces, desde nuestro tiempo, de crear una voz que siga resonando, que dé cuenta de nuestras ideas y de nuestras pasiones sin perder vigencia. El argumento de Fuenteovejuna es atemporal. Los abusos de poder son constantes, por desgracia. Escoger un ejemplo de finales del siglo XV, como hizo Lope, no supone alejarse de la realidad contemporánea, la de él y la nuestra. Es tomar distancia para objetivarla, para verla sin la borrosidad que ofrece lo inmediato, como una lección de historia que debemos aplicarnos a nosotros mismos”.

-¿La fidelidad a un texto ajeno es una frontera que no conviene traspasar o un estímulo para crear algo nuevo a partir de unas premisas?
“Lope es un estímulo. Es el fénix de los ingenios, es un monstruo de la naturaleza, por lo que pretender ser como él es una ingenuidad. Yo debía aspirar a ser Javier Almuzara en mi mejor versión. Que Lope tirase de mí para alcanzar ese tono intemporal que busco en todo lo que hago. Quiero creer que Lope de Vega estuvo ahí, que fue un ángel tutelar que me protegió en los momentos de zozobra y me llevó de la mano hasta el final. Siempre me preguntaba cómo lo habría hecho él. El texto tomó forma de una manera muy rápida, pero después de mucho tiempo de preparación. Cuando me hicieron el encargo recibí un regalo envenenado. Los verdaderos regalos son tremendos, porque te obligan a estar a la altura, a merecerlos. Así que durante un tiempo estuve cavilando cómo debía hacerlo. Leí a Lope, leí sobre Lope; Mercedes Polledo, mi colaboradora, buscó textos relacionados con la justicia de la época y demás… Traté de empaparme del contexto para que al final la escritura saliera de mí de forma orgánica. Procuré vivir en esa sopa creativa con el fin de que el libreto surgiera de un modo natural. Durante un año y medio estuve dándole vueltas y vueltas y vueltas, pero la redacción no fue más allá de dos o tres meses. Eso, a mi juicio, le dio una coherencia estilística”.

“La única forma de abreviar sin matar era reescribir ‘Fuenteovejuna’, confiando, eso sí, en que Lope me inspirase”

-¿Cómo fue ese trabajo de escritura en diálogo con la música de Jorge Muñiz, el compositor?
“Fue un diálogo constante desde el principio, y eso es algo que debo agradecerle. Desde el primer momento estuvo atento a mis consideraciones y quiso seguir paso a paso el proceso creativo del libreto. Jorge Muñiz podía haber recibido el texto, despedirse y convocarme para el día del estreno, pero no fue así. Estuvimos siempre mano a mano realizando la obra desde la misma planificación. Yo le entregaba periódicamente un nuevo avance del texto y él iba trabajando sobre la concepción musical. La elaboración del libreto y de la música terminaron alternándose, fue una conversación creativa muy fecunda”.

-En las notas que acompañan al texto introductorio de ‘Fuenteovejuna’, Muñiz alude a su voluntad de homenajear a Mozart y sus óperas. En su caso, ¿tomó como referencia la labor de libretistas de la época?
“Todo trabajo de escritura es siempre solitario, aunque es cierto que yo contaba con muchas referencias que tuve muy presentes. Soy un apasionado de la ópera barroca y de la ópera del XVIII, por lo que mis referentes fueron los grandes libretistas del Siglo de las Luces: Metastasio, Da Ponte… Quería que el libreto fuese una obra reflexiva, con luz en su interior, en la que la razón, aunque de una forma tortuosa, triunfase al final. Que se abriese camino en medio de la oscuridad de la tiranía. De hecho procuré que los personajes reflexionasen sobre sus acciones, que no se dejaran arrastrar por las pasiones, sino que llegasen a comprender el significado de lo que hacían y por qué lo hacían. Espero que en el libreto se note ese poso racionalista, incluso didáctico, en el que los personajes aprenden a medida que van profundizando en su experiencia vital. Me gustaría creer que de esta obra se sale un poco más sabio”.

-Usted es poeta. ¿De qué modo la vocación literaria, la experiencia, su propia voz se fueron revelando en el libreto?
“A la música la poesía le sienta divinamente, y viceversa. Se entienden muy bien, son hermanas, nacieron a la vez. Hay una historia muy hermosa que dice que la palabra y la música nacieron juntas y compartieron el paraíso. Hasta que la palabra cometió el pecado original de la mentira y la música se alejó de su hermana, porque no sabe mentir. Pero mucho después llegó la poesía teatral, y con ella la ópera, y por fin las hermanas que se habían separado se volvieron a unir. La ópera es el intento de restituir esa armonía original entre la palabra y la música. Mi objetivo ha sido hacer de la mentira del teatro una gran verdad vital. Es lo que hace siempre el arte: mentir en honor a la verdad. La careta, la falsificación, la impostura del teatro, de la ópera, deberían ser siempre un artificio que trasluzca la verdad esencial”.

“Quise escribir un texto reflexivo donde la razón se abre camino en medio de la oscuridad de la tiranía”

-¿Y en ese proceso halló más cercanía o más distancia entre la visión poética de Lope de Vega y su propia mirada?
“Lope de Vega es un poeta muy de su época, como todos lo somos. Escribimos, fatalmente, desde nuestro tiempo. Estamos firmemente asentados en un momento, no podemos escribir desde otro siglo. Lope vive para las tablas, tiene que atraer al público. En su obra salta constantemente de los pasajes graves a los pasajes cómicos. A Lope de Vega no le molestaba la incoherencia, lo que le aterraba era el aburrimiento. Por eso es tan apasionante, por eso es tan divertido. Porque tenía al público pendiente en todo momento de sus juegos malabares. Eso es algo que en la actualidad no es necesario. Es muy probable que hoy Lope escribiera de otra forma, porque ahora de entrada tienes ganada la atención de los espectadores. Hay un respeto previo. En su época, el teatro no era un templo, la gente que acudía a ver una obra hablaba y comía durante la representación. Así que el autor tenía que ganarse la atención de los fieles. Por eso no se pueden hacer las cosas hoy exactamente cómo las hizo Lope de Vega. Hay muchos detalles en la obra que, obviamente, no se podían mantener. Debemos escribir desde nuestro tiempo, para nuestro tiempo. Pero siempre teniendo en cuenta que la obra ha de durar, que lo que hacemos debe tener la suficiente dignidad, la suficiente claridad, la consistencia suficiente para perdurar. En este caso concreto, hemos procurado reactivar la vida de Fuenteovejuna, devolver la frescura al texto original y aportarle nuestra forma contemporánea de mirar”.

-¿Qué pensó y, sobre todo, qué sintió, cuando asistió al estreno de ‘Fuenteovejuna’ hace ya cuatro años, en el Teatro Campoamor de Oviedo?
“¿Cómo lo puedo describir? Fue abrumador. Me sentí como si me hallara en el centro de un universo feliz que ha sido preparado para mi alegría. El estreno fue la culminación de muchos esfuerzos. Yo, en definitiva, me he pasado toda la vida hablando de música. Vivo de ello: doy clases de Historia de la Música, de Literatura y demás. La poesía es una forma menor de hacer música, así que en ese sentido la música es también mi vida. He hablado siempre de música y ahora la música me devuelve el favor cantando mis palabras. Solo puedo decir que soy feliz”.

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