La periodista Verónica Zumalacárrequi ha estado en el festival Periplo de Puerto de la Cruz para presentar su libro ‘La vuelta al mundo en 15 mujeres’ en el que relata sus sensaciones con mujeres que ha conocido a lo largo de sus viajes por los diferentes rincones del planeta. Zumalacárregui, que recibió el galardón Mejor Labor de Difusión de la Gastronomía en los XXXIV Premios de Gastronomía de DIARIO DE AVISOS, explica que la gastronomía está de fondo en el libro pero es un reportaje poliédrico del papel femenino en distintas culturas.
-¿Qué has querido transmitir con este libro de La vuelta al mundo en quince mujeres?
“Es un libro de relatos. Son quince relatos y cada uno lo protagoniza una mujer de un país distinto. Está escrito en primera persona y voy contando mis sensaciones al convivir con ellas, desde una mujer noruega que me invita un domingo a comer con su familia, con su pareja actual y los hijos que éste tiene con su exmujer y el marido y los hijos en común hasta una amiga india que se ha casado con un chico que han encontrado sus progenitores en el Tinder para padres indios en Nueva Deli. Cada historia profundiza en una temática distinta de sexualidad, trabajo, pero lejos del drama. Es un libro divertido, muy fácil de leer y la idea es que el lector reflexione un poco, que salga del sistema de creencias que tiene por su educación, por donde ha crecido, y que se ponga en la piel de otra persona de otro continente con una cultura totalmente distinta”.
-¿Cómo surgió la idea de hacer el libro?
“Es verdad que en cada viaje siempre conozco gente que me deja huella, hombres y mujeres, pero es verdad que con las mujeres empatizo más y como me escribieron varias editoriales proponiéndome escribir un libro de cocina les dije que yo al fin y al cabo no soy cocinera y que prefería escribir un libro sobre mujeres del mundo que me habían cambiado la mirada y así surgió esta idea”.
-¿De esas quince mujeres cuál es la historia que más te ha impactado?
“Hay un capítulo muy emocional, muy sentimental para mí porque es el último y es de una mujer ucraniana, que cuidó a mis abuelos hasta que murieron y que para mi es como una tía. Y cuento un poco lo que es la vida de una empleada doméstica. Una economista en Ucrania que tiene que emigrar porque aquí gana más dinero cuidando a unos ancianos. La última es la más personal porque hablo de mi abuela, de mi familia en general. Y del resto del mundo la que más me impresionó fue la de Mei, el capítulo se llama Mei y la homosexualidad, porque es una chica china que es lesbiana y no puede contarles a sus padres que lo es porque en su país todavía se considera la homosexualidad una enfermedad mental y se plantea casarse con un gay y que los dos oculten su verdadera sexualidad, no decírselo a nadie y que cada uno haga su vida, ella con chicas y él con chicos. La verdad es que una chica tan jovencita, tenía veintipocos años por entonces, se plantee una tapadera para toda su vida me impactó mucho”.
-¿En el libro hay recetas?
“La gastronomía está de fondo siempre. Mis charlas con ellas tienen lugar en torno a un plato de comida o alguna me cocina. Yo cuento lo que están elaborando, el restaurante al que me llevan a comer… Siempre está de fondo, pero no es un libro de gastronomía”.
-¿Has contado los países que has recorrido?
“Unos 70, más o menos. Muchos son de trabajo, pero yo viajo mucho por ocio”.
-¿Cuál es el que te queda por descubrir?
“Esto es como el dicho sólo sé que no sé nada. Cuanto más viajas más te das cuenta de lo mucho que te queda por conocer. Yo siempre digo que mi continente pendiente es África, aunque he estado en Uganda, en los países del Magreb, en Sudáfrica, este verano he estado en Benín, que es un país del Golfo de Guinea, pero todavía me quedan un montón de países por ver. Tengo ganas de eso y de ir a la Polinesia francesa que está un poco en medio de la nada”.
-¿Cómo ves el papel de la mujer en el mundo de la gastronomía?
“Creo que la semilla está plantada, que ya se reconoce más el trabajo de las mujeres, y que gracias a la mejora de la conciliación laboral tienen un poco más de facilidad para dedicarse a la gastronomía. La hostelería es un trabajo muy sacrificado, que requiere estar fuera de casa muchas horas y hay que tener una pareja que te ayude en eso, que te entienda, que te apoye y que sepa que tú como mujer eres la que vas a pasar más tiempo fuera de casa que es algo que hasta ahora no era lo habitual. Todavía queda un camino muy largo por recorrer”.
-¿Algún proyecto televisivo a la vista?
“Estamos volviendo a grabar Me voy a comer el mundo, que es un programa de viajes en el que cada capítulo se graba en un país y hemos estado en Marruecos, en Croacia, y ahora Georgia en un par de semanas. Ahora mismo estoy con eso y con el programa Dos miradas que grabo con Rafael Ansón”.