“No hay ningún indicio de que se esté planteando usar una bomba nuclear táctica” en la guerra de Ucrania. Así de tajante se manifestó el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España, José Manuel Albares, durante la entrevista-coloquio que cerró la nueva entrega del Foro Premium del Atlántico, que organiza la Fundación DIARIO DE AVISOS, celebrada ayer en la sede santacrucera del Grupo Plató del Atlántico y que contó con la presencia de autoridades tales como el presidente del Parlamento de Canarias, Gustavo Matos; el vicepresidente autonómico, Román Rodríguez; el presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín; el alcalde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez; el subdelegado del Gobierno en Canarias, Javier Plata; el consejero regional de Presidencia y Justicia, Julio Pérez, así como otras destacadas personalidades de la vida social, económica y política de la Islas.
A preguntas del Adjunto al Editor del Grupo Plató del Atlántico, Carmelo Rivero, y de la directora de Atlántico Televisión y ganadora de tres Premios Emmy, María Rozman, Albares descartó sin ambages la posibilidad de que el conflicto en cuestión pueda degenerar en un holocausto nuclear “en el que nadie gana, y eso Putin [por el dictador de Rusia, Vladímir Putin] lo sabe, más allá de algunas declaraciones irresponsables realizadas por algunos dirigentes rusos”.
Ello no fue óbice para que la cabeza visible de la diplomacia española, cuya intervención en el referido foro tuvo como lema El desafío global ante la guerra de Ucrania, resaltara la gravedad de un conflicto armado que definió como una “guerra convencional de gran alcance cuyo objetivo principal es hacer el mayor daño posible”. Así, Albares desveló detalles de su reciente visita a Ucrania, donde se entrevistó tanto con el presidente Volodímir Zelenski como con su colega en el Ejecutivo de Kiev, Dmytro Kuleba, y en la que comprobó de primera mano que allí se vive “una situación humana muy complicada; pude ver juguetes de niños entre los escombros de lo que fue una guardería” tras ser bombardeada.
“Ojalá me equivoque”, vaticinó a su pesar el ministro durante la entrevista, pero teme que durante la Presidencia española de la Unión Europea (UE), prevista para el segundo semestre de 2023, “la guerra seguirá presente” y, si no es la guerra, “serán sus consecuencias sociales y económicas”. No en balde, añadió que “los ataques rusos a las infraestructuras energéticas ucranianas pueden generar un nuevo éxodo durante este invierno de otros dos millones de personas, que se sumarían a los siete millones que ya abandonaron el país”.
Pero lejos de resignarse ante tal escenario, Albares destacó que la política española y europea está orientada “a conseguir la paz lo antes posible y proteger a los ciudadanos de las consecuencias económicas y sociales de la guerra”, porque, sostuvo con firmeza, “en esta guerra están en juego los valores europeos, décadas de tolerancia, pluralismo y estado de derecho, además de la soberanía e integridad de un país que en ningún momento ha amenazado la seguridad de Rusia”.
“¡Nadie ha querido esta guerra salvo Rusia y Putin! Todo el mundo lo sabe, pero hay que repetirlo: es una guerra de agresión”, manifestó el ministro con rotundidad, antes de recordar que, de cualquier modo, “Europa siempre ha estado sentada en todas las mesas de negociación [para buscar una salida al conflicto] y seguimos dispuestos a dialogar, como también seguimos dispuestos a estudiar cualquier posibilidad para volver a la senda de la diplomacia, pero siempre dentro del respeto a la Carta de los Derechos Humanos, porque nadie puede obtener ventajas en el Derecho Internacional a través de una guerra”.
En todo caso, y ante la geopolítica planetaria actual, Albares recordó que la misma dicotomía entre los valores democráticos y las confrontaciones que se da en el panorama internacional se está produciendo también en el interior de las sociedades europeas, y que hace falta afrontar las consecuencias de la guerra “desde la unidad y no desde el sálvese quien pueda”.
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