Su espesa cabellera blanca es el primer rasgo de Alfonso Borrego que llama la atención. Recién desembarcado del crucero de la compañía Carnival que arribó a Tenerife nos dimos la mano en la Plaza de España donde habíamos quedado para que nos contara su fascinante historia que no se limita a su parentesco con una de las grandes leyendas indias de Norteamérica, sino que abarca su misión de dar a conocer al mundo que la leyenda negra sobre el papel de los españoles con respecto a las tribus indígenas de Norteamérica ha sido forjada, en su mayoría, en la fragua del relato anglosajón, ocultando una verdad que él se ha jurado desenterrar como un hacha de guerra contra aquellos que insisten en que los españoles no convivieron en paz con sus antepasados apaches. Una misión que empezó hace nueve años, tras abrazar un legado que su propia familia le ocultó para proteger su infancia del clasismo imperante en los Estados Unidos de hace unas décadas.
-¿Quién es Al Borrego?
“Soy descendiente de Jerónimo, está en mi ADN, por parte de mi madre, que es apache chiricahua, somos sus parientes. Pero no crecí con eso, es algo reciente, lo sabía, pero no era importante para mí, nunca lo había sido. No crecí siendo indio. Mis tatarabuelos vivían en Arizona poniendo las primeras líneas del ferrocarril. Mi tatarabuelo se lesionó trabajando en Texas, y allí nos quedamos, de ahí provengo”.
–¿Cómo era la vida en la frontera?
“Fue una vida difícil para nosotros porque al ser mexicanos, soy mestizo, no te miraban bien. Era una época de racismo, se veía normal, pero no se puede juzgar con los ojos de hoy lo que pasó hace 400 años. Cosas que eran la norma entonces ahora no son aceptables y viceversa. Recuerdo un restaurante en El Paso (Texas) que tenía dos entradas, la principal y la trasera. En la delantera había un cartel que decía “no dogs, no Mexicans, no Indians”. Lo de indio en aquella época no me afectaba porque no sabía que lo era. De pequeño, cuando era vago mi abuela me decía “es que eres puro indio”, pero yo tomaba eso como que los indios eran malos, no que yo era indio. Era algo malo”.
-¿Y ahora?
“Ahora los miro de muchas maneras. En el crucero se conmemoró Veterans Day (el día de los veteranos de guerra en EE.UU.), y por primera vez me puse a reflexionar sobre la letra del himno nacional…the land of the and the land of the free home of the brave…. (la tierra de los hombres libres y hogar de los valientes) …Yo me siento muy orgulloso de ser americano y me levanto a saludar la bandera, mi familia ha estado en las guerras, yo no, pero me puse a pensar y todavía los indios están en reservas, no es tan “free”. Son libres porque se pueden ir cuando quieran, pero están tan convencidos de que necesiten el soporte del gobierno o que tienen que estar ahí…no entiendo porque no salen. Hay reservas en las que no hay electricidad ni agua. En El Paso, hay reservas que en realidad son espacios creados por el gobierno federal y ahí están bien, pero hay reservas en las que no”.
-Pertenecer a una tribu india o hablar español era un estigma…
“Yo me acuerdo de chico, que mis abuelos tenían una cabaña en Ruidoso, Nuevo México, y ver cómo vivían los indios. Mi abuelastro veía a los indios y decía: “Mira cómo viven, borrachos, que el gobierno les da una paga, se compran un coche, pero luego viven así”. Me acuerdo como los mirábamos sin saber que también nosotros lo éramos. No era consciente de lo que pasaba porque me lo ocultaron para protegerme. En la escuela de pequeños, si hablábamos español nos pegaban, diciendo que era para que aprendiéramos inglés. Yo ahora creo que era para que el español no dominara. Es todo parte del engaño. Hay una importante relación entre los indios y los españoles. Yo creo que mi gente tiene que aprender la verdad, que nos ahogaron con la mentira de que los españoles cometieron atrocidades contra los indios, que mataron a todos los indios cuando, en realidad, fueron los anglos. Si no sabes de dónde vienes, no sabes a dónde vas”.
-¿Cómo pretende cambiar ese relato?
“La misión es dar a conocer la verdad, incluyendo a todos los españoles y a todos los hispanos del mundo, porque a todos nos han cegado con falsedades. En América, toda la hispanidad está vista como inferior, yo creo que es porque no sabemos ni quiénes somos”.
-Una misión casi imposible…
“El camino real es el que abre el norte de México a EE.UU. En cuanto empiezas a hablar del tema, enseguida te lo quieren cerrar porque no quieren que se conozca la verdad. Cuando doy conferencias con los gringos, se quedan con la boca abierta, pero no quieren empezar el debate, quieren cerrarlo ahí, sacan el teléfono y buscan quién soy. Llevo 9 años dando esta conferencia y no hay debate porque la verdad esta sellada y no hay manera. Una vez un periodista en Santa Fe me dijo que los españoles portaban rifles y que en un solo incidente mataron a 8.000 indios. Pero don Juan de Oñate, solo traía 100 o 120 soldados, ¿cómo iban a matar a 8.000 indios Acoma con armas que además había que recargar? ¿Un indio de los mayores de la tribu me dijo que mataron a 8.000 de los nuestros, y le dije dónde están enterrados? ¿Se llevaron a 300 mujeres a México… y digo cómo? ¿Caminando 1.300 millas a la Ciudad de México caminando? ¿100 hombres? ¿Cómo? No existen pruebas de esas leyendas negras de los españoles que circulan tanto entre los anglos como entre las tribus. Yo he tratado de que todo el camino se haga Patrimonio de la Humanidad, pero no quieren hacerlo en la parte norte, porque no interesa que salga la verdad a la luz en la región de la frontera. El Departamento de Interior no quiere que se sepa la verdad de lo que hizo don Juan de Oñate, y son los demócratas los que más se han empeñado en que no se sepa”.