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José Mangas, geólogo: “Los temblores del Teide son normales”

Canarias, la única área volcánica activa de España, concentra vulcanismo activo en Tenerife, La Palma y El Hierro

Por María Carcaboso Abrié. ¿Por qué hay personas que viven bajo un volcán activo? Pues porque ven más beneficios que riesgos, responde el catedrático de Geología y experto en Vulcanología de la Universidad de Las Palmas, José Mangas, quien, en una entrevista con EFE, repasa la situación del volcán de La Palma cuando se cumplen casi 15 meses de su erupción.

Desde que el 19 de septiembre de 2021 empezara a escupir lava, el volcán Cumbre Vieja ha marcado la vida y la historia de la isla de La Palma, donde aún hay zonas inaccesibles porque el volcán sigue emanando gases tóxicos, recuerda el catedrático, que viajó a Barcelona para participar en un coloquio sobre volcanes en el Museo de Ciencias Naturales de la capital catalana.

En una entrevista con EFE, Mangas, que fue uno de los vulcanólogos que siguió y explicó la evolución de la erupción del volcán de La Palma, explica que el volcán “todavía emite gases con flúor, cloro, carbono y azufre, que forman minerales, por las fisuras y el cráter”.

“A las zonas, muy turísticas, de Puerto de Naos y la Bombilla todavía no se ha podido acceder de nuevo porque ha habido emanación de monóxido y dióxidos de carbono, gases que pueden llevar a la muerte de las personas. La concentración de estos gases está por encima de la permitida y, de hecho, han encontrado animales muertos”, subraya Mangas.

“Los habitantes quieren volver y ha habido manifestaciones, pero las concentraciones de gases se miden cada día y la prohibición de acceso a estas dos zonas es oportuna”, justifica.

Tras la erupción, los vulcanólogos se preguntan: “¿Qué tenemos que hacer? ¿Cargarnos la colada de lava para volver a hacer carreteras o dejarla para estudiarla?”.

Mangas describe cómo la colada de lava “cortó” la isla y explica que ya hay carreteras construidas para reconectar puntos que quedaron incomunicados, pero reconoce que intervienen intereses políticos, y las elecciones del año que viene todavía alimentan más la confrontación política sobre las consecuencias de la erupción.

De forma contraria a las zonas inundables en las que la ley prohíbe edificar, hay personas que siguen viviendo cerca de áreas que podrían estar en peligro en caso de erupción volcánica, y muchas familias lo hacen, según Mangas, porque no disponen de los recursos necesarios para marcharse y, además, tienen un sentimiento de arraigo al lugar: “han nacido y se quedan ahí”.

Mangas se refiere a un estudio publicado en Hawái en 2018 que demuestra que es más barato comprar en las zonas con mayor probabilidad de riesgo volcánico.

“Arriesgan porque los beneficios que les aporta vivir donde lo hacen son mayores al riesgo que puede suponer una erupción. Si pensamos que el periodo de recurrencia puede ser de 50 años aproximadamente, lo ven lejano y prefieren el beneficio de, por ejemplo, las plataneras o el turismo”, argumenta el geólogo.

Mangas defiende que, en el caso de La Palma, la administración debería apostar por “una mejor ordenación del territorio que fomentase el desplazamiento hacia el norte, que sabemos que es una zona inactiva”.

LOS TEMBLORES DEL TEIDE SON NORMALES

El vulcanólogo afirma que la actividad sísmica que se está dando durante las últimas semanas en el Teide “es normal”, aunque admite que “hay que estar pendientes, pero tranquilidad, las crisis sísmicas en Tenerife son normales porque la capa magmática del Teide está a entre 10 y 20 km de profundidad y los gases, que quieren salir, presionan, rompen el suelo y se dan los terremotos”.

Canarias, la única área volcánica activa de España, concentra vulcanismo activo en Tenerife, La Palma y El Hierro, por lo que “al estar el Teide en el punto caliente, que ocupa entre 200 y 300 km, tiene actividad sísmica”.

Sin embargo, Mangas afirma que la magnitud de los seísmos detectados es inferior a 1 en la escala de Richter y, aunque los sismógrafos los registren, las personas no suelen notarlos.

“El magma del Teide, estratovolcán que lleva más de 125.000 años formándose, es evolucionado, es decir, es muy viscoso y le cuesta moverse, por lo que si erupcionase, tendría erupciones explosivas que podrían dar lugar a flujos piroclásticos, pero hay suficientes profesionales en las islas y en España que cooperan para que podamos estar en calma”, recalca.

VOLCANES Y CAMBIO CLIMÁTICO

Sobre la relación entre las erupciones volcánicas y la crisis climática, Mangas dice que “el cambio climático no incide sobre las erupciones, pero si se dieran muchas erupciones volcánicas que liberasen grandes cantidades de gases y ceniza, sí podría haber ligeros cambios en las condiciones climáticas”.

Según el geólogo, “gases y cenizas suben a la estratosfera, los rayos de sol chocan contra ellos y si esto se diera a gran escala, existiría una pequeña variación en las temperaturas mundiales”.

“Pero en los volcanes no es todo malo, también tenemos cosas que agradecerles. Si tenemos atmósfera, hidrosfera y personas, es porque procedemos de los volcanes. Estamos formados por elementos químicos que proceden del manto de la tierra”, concluye.

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