Entre 1927 y 1982, La Tarde recorrió las etapas más convulsas de la historia española contemporánea. Las que van de la dictadura de Miguel Primo de Rivera a la muerte de Francisco Franco y el regreso de la democracia al país. Su último número salió a la calle el 29 de marzo de 1982. Más de medio siglo de historia, de España, de Canarias, de Tenerife, y también del oficio de informar, que ahora recorre José Luis Zurita en su libro La Tarde, 55 años de periodismo tinerfeño (1927-1982). El ocaso de la prensa vespertina en España.
Publicado por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, el punto de partida de este volumen se remonta a 2011, cuando Zurita realizó su doctorado en la Universidad de La Laguna (ULL) con una investigación sobre el periódico que fundó su abuelo, Víctor Zurita Soler, junto a Francisco Martínez Viera y Matías Real González. En la actualidad, el fondo documental de La Tarde se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife, que depende de la citada dirección general.
“Este libro es fruto de ese trabajo -detalla José Luis Zurita, periodista y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la ULL-, pero, aunque no pierde su rigor académico, también es una obra para cualquier persona interesada en el tema. Por eso creo que caben dos lecturas: una lenta, dirigida a quienes quieran instruirse acerca de un medio de comunicación, y otra más rápida, a partir de muchas fotografías, sumarios, gráficos…”.
Con esa doble perspectiva, el libro se vertebra con capítulos que, por ejemplo, abordan la fundación del periódico y la empresa informativa, con los medios humanos, los directores la redacción, los colaboradores, los fotógrafos, los talleres, la administración, la producción…
Una panorámica de más de 50 años de periodismo no es fácil. El autor afronta el reto eligiendo Siete periódicos, siete hitos. Es decir, escoge siete números de La Tarde que ilustran otros tantos momentos.
Esa ruta comienza con el primer número del vespertino, el 1 de octubre de 1927, cuando acaba de entrar en vigor el decreto de la división provincial de Canarias entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, poniendo fin a la capitalidad única de la primera. En el segundo ejemplar, Zurita se traslada al número 1.024, que se puso a la venta el 14 de abril de 1931, cuando se proclama la Segunda República.
Poco más de un lustro después, el 18 de julio de 1936, La Tarde informa en su número 3.895 del alzamiento militar contra la República, el golpe de Estado fallido que dio lugar a la Guerra Civil. En el número 3.895, da cuenta, el 3 de abril de 1939, del fin del conflicto bélico, que tuvo lugar dos días antes.
FRANCO
El quinto número estudiado, el 7.198, llegó a los kioscos el 24 de octubre de 1950 y la noticia principal que recogía era la visita del dictador Francisco Franco a Tenerife. El 15 de marzo de 1966, el periódico sacaba su número 12.229, que abordaba la Ley de Prensa e Imprenta, más conocida como la ley Fraga, que entraría en vigor tres días más tarde. Finalmente, José Luis Zurita recurre al número 16.355, publicado el 7 de diciembre de 1978, donde se subrayaba que los españoles habían votado en su gran mayoría (91,81%) a favor de la nueva Constitución.
LA CENSURA
“Durante la investigación -detalla Zurita-, me encontré en el fondo documental del periódico depositado en el Archivo Histórico Provincial, para que sea accesible a los investigadores, una cantidad brutal de contenidos vinculados a la censura”. “Reflejan la que sufrió La Tarde durante la dictadura de Primo de Rivera; en la Segunda República, que la hubo, pues también se mostró hostil con los medios, y en el largo periodo de la dictadura franquista”.
La primera multa, de 100 pesetas, se impuso el 5 de mayo de 1928, “por no haber cumplido con la censura previa y publicar un artículo tendencioso e inexacto contra una disposición del Gobierno Civil”, transcribe en su libro José Luis Zurita, quien, en alusión a la Segunda República, proclamada en 1931, escribe: “La República también fue proclive a sanciones, multas y censuras contra quienes criticaban la acción del Gobierno. Durante el primer bienio, la mayoría iban a caer sobre periódicos católicos y próximos a la monarquía”.
Con la llegada de Franco al poder serían numerosas las sanciones, que en lo económico se reflejan, por ejemplo, en pagos al Estado de hasta 5.000 pesetas. “La Tarde evitó enfrentarse abiertamente al franquismo por una simple cuestión de supervivencia”, puntualiza el autor. “Como otros medios de información, se trataba de una empresa de la que dependían muchas personas y familias. Pero La Tarde siempre tuvo un ideario republicano. De hecho, Francisco Martínez Viera llegó a ser alcalde de Santa Cruz de Tenerife durante la República y mi abuelo, Víctor Zurita Soler, estuvo en el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux”.
José Luis Zurita apostilla que el periódico rechazó el levantamiento militar, pero también fue crítico antes con “el violento periodo que atravesó el país tras la llegada del Frente Popular”.
“En la investigación me encontré con una cantidad brutal de contenidos vinculados a la censura”
Un elemento que considera esencial José Luis Zurita para entender el papel de La Tarde durante la larga noche que supuso el franquismo es su función como “refugio para la intelectualidad tinerfeña”. El vespertino, que durante muchos años publicó la Gaceta Semanal de las Artes, sirvió de tribuna a personalidades como Domingo Pérez Minik, Eduardo Westerdahl, Pedro García Cabrera, Julio Tovar y muchas otras.
EL CIERRE
La Tarde tuvo tres directores: Víctor Zurita Soler, de 1927 a 1974, aunque en los primeros tiempos no pudo figurar oficialmente con esa responsabilidad al ser funcionario en Telégrafos; Alfonso García-Ramos, entre 1974 y 1980, y Óscar Zurita Molina, tío del autor del libro, que lo fue de 1980 a 1982.
Pasados 40 años de la aparición del último número del vespertino, y 11 de la investigación que le dedicó en su doctorado, José Luis Zurita ha vuelto a hacerse una pregunta: “¿Por qué cerró La Tarde?” Esa cuestión, escribe, “impulsó el germen de la tarea encomendada y la ulterior respuesta. La Tarde murió, básicamente, porque nació por la tarde”. Y también “por la difícil adaptación a los cambios tecnológicos, las limitaciones económicas y la infructuosidad de los contactos con determinados grupos empresariales que la hubieran salvado”.
“La Tarde’ murió porque nació por la tarde”, una vez que la televisión y la radio adoptaron la inmediatez informativa
Si los vespertinos desaparecen en el siglo XX -el último en España, el Diario de Las Palmas, lo hizo en 1999-, es en gran medida por la televisión y la radio, por la inmediatez informativa que comienzan a brindar. Un fenómeno análogo a la compleja situación que afrontan hoy los periódicos tras la irrupción de Internet.
“¿Cuál es el reto hoy?”, se cuestiona el autor de La Tarde, 55 años de periodismo tinerfeño (1927-1982). El ocaso de la prensa vespertina en España. “Que los profesionales y los medios informativos se distingan del actual tsunami, donde todo el mundo habla, todo el mundo publica, pero no todo el mundo informa. Eso se logra con profesionalidad y honestidad”. En todo caso, concluye, “estamos viviendo en una época dorada para la información”.