El CD Tenerife parece haber entrado en estado de muerte cerebral. No es capaz de responder ni al estímulo que supone ver en las gradas de su estadio a más de 16.000 espectadores. El equipo de Luis Miguel Ramis es un verdadero despropósito a estas alturas de la temporada. Un despropósito que ayer solo fue capaz de empatar a cero contra la Ponferradina. El Tenerife es un pobre equipo que transmite una pobre imagen que está dirigido por un entrenador previsible. Ya todos los equipos saben que los blanquiazules nunca son protagonistas en los duelos, sino que esperan a que haya un error del contrario para intentar obtener un buen resultado. Así será imposible salir de un bache que ya dura toda la temporada y que corre el riesgo de agravarse.
No dio para mucho la primera parte que firmaron el CD Tenerife y la SD Ponferradina, dos equipos metidos en problemas clasificatorios y que demostraron claramente su miedo a perder. Un par de ocasiones aisladas de los locales fueron lo más destacado durante los primeros 45 minutos.
Sin Teto, por lesión, en el once pero con Shashoua, al Tenerife le costó encontrar el ritmo del juego. Ellos aprovecharon los primeros compases para acercarse al área blanquiazul, por suerte sin consecuencias negativas para la meta de Soriano.
Pasaron 10 minutos para que los locales se acercaran a la portería berciana. Shashoua la tuvo en sus botas, siendo el inglés el mejor del Tenerife en la primera parte y el único con algo de idea de cómo hacerle daño a la ‘Ponfe’. Cuatro minutos después, Sam la puso de nuevo arriba tras un buen centro de Gallego. Fueron esos los únicos momentos buenos del equipo en el primer acto.
Tras ese intervalo de dominio tinerfeño, el juego se ralentizó y afeó. Tanto que las ocasiones fueron dispersas y ninguna fue entre los tres palos. Tampoco en la otra portería Soriano también pasó una primera parte aburrida, al igual que los muchísimos aficionados que se dan cita en el Heliodoro.
La segunda mitad empezó sin cambios en los protagonistas y con el mismo ritmo que la primera. No se agitó el estadio hasta que Mellot sirvió en profundidad para Romero, pero el disparo del andaluz fue raso y carente de potencia (min 56).
No fue esa ocasión suficiente argumento como para contentar a un público que estaba sediento de triunfos. Ramis lo entendió y tiró de cambios. En el 63 entraron Waldo y Corredera al verde, en sustitución de Elady y de Aitor Sanz.
Otra vez reaccionó el Tenerife tras los cambios teniendo Waldo una buena ocasión que acabó con un disparo desde el perfil diestro del portero de la Ponferradina. Dieguez resolvió con seguridad en el minuto 71.
Pero no era suficiente y había que echar más madera al fuego. En el 73 Dauda relevó a Romero y José León a un lesionado Sergio González.
En la recta final del duelo, el Tenerife se animó a probar fortuna. Intentó ser protagonista pero con escaso acierto. Y así pasó otra jornada por el Heliodoro, con más pena que gloria.