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Omar Ayuso: “Me interesan las historias que hablen de lo que no está bien visto y de lo que tratamos de esconder”

El actor madrileño coprotagoniza con Toni Acosta 'El sonido oculto', un montaje de la obra de Adam Rapp que tendrá su estreno nacional este viernes en el Teatro Leal de La Laguna
Omar Ayuso
Omar Ayuso. / Carlos Villarejo

Con la dirección de Juan Carlos Rubio (Córdoba, 1967), Toni Acosta (La Laguna, 1972) y Omar Ayuso (Madrid, 1998) coprotagonizan esta semana en el Teatro Leal de La Laguna (el viernes y el sábado, 20.30 horas) un estreno nacional. Se trata de El sonido oculto, una adaptación de la obra del estadounidense Adam Rapp realizada por el propio guionista, dramaturgo y director cordobés. En este thriller psicológico, Omar Ayuso encarna a Hugo Barroso, un estudiante universitario “bastante atormentado, que tapa todo ese tormento, todas esas heridas, con una máscara de tío muy seguro, muy resuelto y muy insolente”. Antes de debutar sobre las tablas de un teatro, el actor madrileño conversó con DIARIO DE AVISOS.

-‘El sonido oculto’ representa su debut en el teatro. ¿Cuál es el mayor estímulo y el mayor desafío de este nuevo proyecto?
“El mayor reto es justo subirme a un escenario, cambiar de formato. Aunque pudiera parecer que no es tan significativo, interpretar ante una cámara es muy distinto a hacerlo ante un público. Ese es el desafío, trabajar ante unos espectadores. Y, a la vez, ese es el mayor estímulo. Aunque da mucho miedo, también da mucho gusto”.

“Mi personaje en ‘El sonido oculto’ es el de un genio atormentado incapaz de conectar con la realidad”

-¿Qué fue lo que hizo que se decidiera a implicarse en esta propuesta teatral?
“Siempre había querido hacer teatro, pero durante mi carrera profesional no había existido un espacio para ello. Justo hace un año, Toni Acosta me mandó el texto y me propuso formar parte del proyecto. Fue muy gracioso: ella insistía y me decía que seguramente yo estaría metido en 25.000 proyectos, pero que le diera una oportunidad al texto de El sonido oculto, que lo leyese con amor. Y mi respuesta fue: ‘Toni, estoy sin trabajo ahora mismo’. Entonces, tras leerla, me enamoré de la obra, además de que admiro mucho a Toni como actriz. De manera que no tardé en decirle que sí y me subí al carro”.

-Sobre las tablas comparte protagonismo con Toni Acosta. ¿Qué es lo más destacable de trabajar con la actriz canaria?
“Toni es la mejor compañera que he tenido hasta la fecha. Es generosa, amable, siempre está con la energía al máximo… Es un regalo. Siempre digo que todo el mundo debería tener a una Toni en su vida, porque es una persona con una mirada limpia, que te habla desde un lugar profundamente humano… Nos hemos convertido en amigos, es superdivertida, intensísima… A lo mejor el público está acostumbrado a verla sobre todo en un registro de comedia y, sin embargo, lo que hace en El sonido oculto es desgarrador. En muchas ocasiones estamos ensayando y me quedo embobado mirándola, porque ella es, en suma, un animal escénico”.

“Toni Acosta ha sido un regalo: es un animal escénico y en esta obra hace un trabajo absolutamente desgarrador”

-¿Cómo es Juan Carlos Rubio en la dirección de los actores? ¿Está todo concretado, perfilado, cerrado de antemano o hay margen para que los personajes evolucionen a medida que avanzan los ensayos?
“Existe mucho margen. De hecho, no solo evolucionan los personajes, sino también el texto. Hubo un momento, a mitad de los ensayos, en el que nos quedamos un tanto atorados con una de las escenas que preparábamos. Entonces Juan Carlos la cambió por completo. Él está muy abierto al cambio. Y no solo eso, también a que la propia historia se enriquezca y vaya creciendo. Es una persona que tiene las cosas bastante claras, es muy inteligente. Además, a mí me da la sensación de que siempre, aunque ya conozca cuál va a ser el destino al que llegará una escena o un personaje, se pone a trabajar con los actores de una manera en la que te deja que seas tú quien lo vaya descubriendo. Y luego hay otra cosa importante: es un director muy cercano. No sientes la presión de que en un momento dado se enfade o te dé un grito: es un cielo de persona. Y todo esto de lo que hablo, sin perder en ningún momento un nivel de exigencia muy alto, porque él es superexigente”.

-Interpreta a un estudiante universitario que establece una relación con su profesora. ¿Qué tipo de persona diría que es Hugo Barroso?
“Es un marciano. Una persona absolutamente desconectada de la realidad y del mundo. Es un superdotado, un genio, pero, como muchos genios, con una gran incapacidad para las relaciones sociales, para conectar con su entorno. Es un personaje bastante atormentado, que tapa todo ese tormento, todas esas heridas, con una máscara de tío muy seguro, muy resuelto, muy insolente, pero al mismo tiempo muy culto… En definitiva, este personaje es un caramelo. Me lo estoy pasando muy bien interpretándolo, porque ya no solo es que tenga muchas capas, sino que además es alguien que nunca sabes por dónde te va a salir, y eso resulta muy interesante”.

“Nunca antes había vivido un proceso de ensayos en el que apreciase tanto mi evolución; cada jornada ha sido un escalón más”

-Las series televisivas han sido su carta de presentación como actor. ¿Ha sido muy grande el paso que ha tenido que dar entre este tipo de lenguaje y el propio del teatro?
“Sí, aunque no me sentido desbordado. No ha sido algo que me agobiase, ni que en determinado momento me haya llevado a decir que no lo puedo hacer. Ha sido una inmersión. Desde el minuto uno, cuando entro en el proyecto y empiezo a trabajar sobre el texto. Nunca antes había vivido un proceso en el que, de un día para otro, notase tanto la mejoría. Cada jornada de trabajo era un escalón más, un escalón más, un escalón más… No solo debes trabajar con tu miedo escénico, que es mucho mayor al que sientes cuando estás con una cámara y un equipo al que estás habituado, sino que también has de acostumbrar tu voz y tu cuerpo, afrontar nuevos registros… Está siendo un camino fascinante”.

-Escribió y dirigió en 2021 el guion del cortometraje ‘Matar a la madre’. ¿Esta vertiente como cineasta la asume como un camino paralelo o no descarta que en un futuro ocupe un lugar principal en su carrera artística?
“Es una actividad paralela. Desde niño he tenido muy claro que quería ser actor. Una vez que tuve 12 años, empecé a obsesionarme con el cine de Pedro Almodóvar y también a tener claro que quería ser director. Siendo intérprete es como ha llegado ese camino paralelo de director. Ambas facetas me gustan mucho, me motivan y, además, siendo distintas en tantos aspectos, funcionan como vasos comunicantes. Todo lo que aprendo de una lo invierto en la otra, y viceversa. Este año y el siguiente voy a estar muy centrado en proyectos como actor, pero ya estoy escribiendo, de cara a 2024, con la intención de volver a dirigir un cortometraje”.

“Lo que aprendo de intérprete lo invierto en mi aprendizaje como director, como si fueran vasos comunicantes”

-¿Y qué tipo de historias le interesa interpretar y contar? ¿Qué clase de relatos llaman más su atención hoy?
“Aquellos relacionados con la parte más oscura y más reprimida del ser humano. Todo lo que tiene que ver con lo que no está bien visto o con lo que escondemos, con las cosas de las que nos cuesta mucho hablar en este momento tan políticamente correcto… Hay una película de 2022 que me fascina y que podría estar dentro de estos temas a los que me refiero: Mantícora, de Carlos Vermut, un film que aborda la pederastia. La adicción me interesa mucho, como las relaciones maternofiliales o todo lo relacionado con el colectivo LGTB… Se podría decir que el cine que más me apasiona es el psicológico, el intimista”.

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