gastronomía

El Lajar de Bello, un restaurante que te invita a volver

Alejandro Bello, chef y propietario, versiona platos tradicionales como la ropa vieja de carne cabra o se atreve con un arroz ibérico

El Lajar de Bello, ubicado en La Camella (Arona) es de esos lugares a los que vas una vez, pasa el tiempo y sigues recordando para bien. Buen producto, buen servicio, amabilidad por doquier, cava respetable y un chef, además de propietario, Alejandro Bello, que solo tiene un objetivo y que además lo logra: el disfrute del comensal. Bien es verdad que esta es una opinión subjetiva, pero que sin duda corrobora un comedor repleto de residentes en el Sur o de turistas que van y repiten y vuelven a repetir.

La historia de El Lajar de Bello es la historia de un hombre hecho a sí mismo. Nació hace 52 años en el barrio de Las Zocas en una familia humilde con ocho hermanos. Ya con 15 años empezó a trabajar en un bar, montado por sus padres tras muchos esfuerzos. No es difícil imaginarse aquel Sur sin el turismo. Luego vino otro trabajo en un restaurante centrado en el turismo y luego otro al que dedicó 13 años de su vida.

Tras abrir su primer restaurante, que tuvo que cerrar por su inexperiencia, convirtió el local de sus padres en un pequeño restaurante que llegó a convertirse en un referente del Sur. Luego, como los trenes que uno no debe dejar pasar, llegó la oportunidad de la actual ubicación con un restaurante con más capacidad y muy bien situado en la zona de La Camella.

Mientras, este chef, autodidacta, va creciendo y perfeccionando su cocina, innovando y personalizando cada vez más sus platos, como la receta de la ropa vieja con cabra de su madre Rosario. En los tiempos en que viví en el Sur de la isla, hace ya más de ocho años, El Lajar de Bello ya era un restaurante de referencia por una cocina que prima el producto y en el que las elaboraciones se convierten en un complemento, no en un disfraz.

Alejandro Bello interpreta el producto con recetas sencillas, alguna, como la anterior, rescatadas de su familia, y otras que va incorporando con la confianza de que gustarán a sus comensales.

El comedor del restaurante es sencillo, acogedor, confortable, con varios reservados y desde algunos puntos del mismo se presencian las evoluciones de los cocineros (los fogones están en el piso inferior) a través de un pequeño monitor de televisión.

La pareja de chef, Vanesa Capote, y su hijo, Alex, están al pie del cañón pendientes de si el comensal consultas alguna duda o si hay que reponer el vino, la cerveza o el agua.

En una reciente visita, en medio del fragor navideño, pude degustar alguno de los platos de esta casa de comidas. De entrada con la cerveza llega una mantequilla de cabra con tomate seco, que da paso a un gazpacho de mango, que no necesariamente tiene que tomarse en días de calor, con huevas, manzana y gamba, un plato andaluz versionado por Alejandro, muy agradable al paladar.

El siguiente paso, una ropa vieja de carne cabra, bien desgrasada, con un toque picante como se merece este animal autóctono. Recomendable incluso para aquellos paladares reticentes a la cabra.

Los arroces son plato fuerte de El Lajar de Bello. Y tocó probar el de secreto ibérico con alcachofas y morcilla de wagyu, propuesta contundente y potente de sabores.

El postre, refrescante y digestivo, fue recomendación de Alejando Bello: Sopa de chocolate blanco y coco, granizado de maracuyá y menta, que si vas y lo tienen hay que pedirlo. Pero sobre todo hay que volver.

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