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El ovni de Francisco Abreu

Su encuentro en pleno vuelo fue el primer secreto ovni desclasificado en España
El ovni de Francisco Abreu

En estos días conocimos la triste noticia del fallecimiento de Francisco Andréu Plaza, piloto histórico en la aviación canaria y un ser humano entrañable como pocos. Pensamos en su familia y nos unimos al pesar de este trance.

Su viaje más importante lo ha emprendido a los 85 años, tal y como ha informado el periodista Juan Carlos Díaz Lorenzo en Puente de Mando. No repetiremos los numerosos méritos e hitos profesionales que tan acertadamente describe Diaz Lorenzo en su recomendable blog, queriendo centrarnos en estas breves líneas en el episodio que lo hizo pasar también a la historia de la ufología española.

Fue su encuentro con un ovni el que propició que tuviéramos el privilegio de conocerlo. Les acompañó durante el vuelo y remedó algunas de sus maniobras, exhibiendo un comportamiento inteligente “Aquello –nos confesaba décadas atrás- sigue sin tener una explicación, debido a las altas velocidades de aquella luz, las maniobras que realizaba y la duración de la observación”.

El primer secreto ovni liberado

Francisco Andréu vivió el 14 de marzo de 1968 el encuentro con un ovni para el jamás encontró explicación. Ese episodio fue investigado en su momento por el Ejército del Aire y clasificado durante años como materia reservada, hasta que en septiembre de 1992 fue liberado convirtiéndose en el primer secreto ovni oficial en ser desclasificado. Tuvimos el placer de conocerle y ampliar los detalles de su singular vivencia allá por 2011, cuando presentábamos nuestro programa televisivo Canarias Mágica.

Durante la noche de aquel 14 de marzo, la tripulación y el pasaje de un vuelo de la compañía Spantax que realizaba la ruta Gran Canaria-Villacisneros para Iberia, estuvo acompañado en su vuelo por Canarias y el Sáhara Español durante dos horas por una luz desconocida. Andréu era el copiloto de aquel Fokker, al frente del cual estaba el comandante Andrés Ciudad.

El episodio arrancó cuando la aeronave iba a tomar tierra en Villacisneros, hacia las 20,30 H., momento en el que observaron una potente luminaria que parecía realizar una maniobra similar. En un momento determinado del descenso del avión la inesperada luz, que bajaba paralela al Spantax, “realizó un giro de unos 65º o 75º y ascendió a gran velocidad dejándonos atrás. Aquella maniobra fue realmente sorprendente, y posiblemente fue determinante para que acortáramos nuestro protocolo de aterrizaje y tomáramos tierra de manera más rápida” nos rememoraba Andréu. Aunque los operarios del aeropuerto descartaron que se tratara de un tráfico instrumental reportado, aquella anomalía se habría quedado en una curiosa anécdota de no ser por lo que acontecería apenas una hora más tarde. Y es que, al cabo de cincuenta minutos, al partir de regreso a Gran Canaria, nuevamente la luz hizo acto de presencia.

Esta vez fue la torre quien nos informó que teníamos la luz a nuestro lado, es decir, que lo observaron primero desde tierra. Allí había hasta un oficial médico que con prismáticos estaba contemplando el fenómeno. Según nos comunicaron por radio, la luz había pasado sobre ellos y se había situado a unos tres kilómetros, aproximadamente sobre el acuartelamiento de la Legión, y allí parece ser que nos esperó” Precisamente es este uno de los datos más interesantes del episodio, puesto que dicha luz, tras la cual los testigos no lograban determinar sí había o no algún objeto y la forma que podía tener, literalmente esperó a que el avión despegara y alcanzará su altura, para comenzar a moverse y acompañarle a partir de ese instante durante la mayor parte del trayecto de regreso a Gran Canaria. “Durante el mismo realizó algunas maniobras muy desconcertantes, que en aquel momento e incluso hoy difícilmente, por no descartarlo del todo, realizaría un aparato con nuestra tecnología. Ascendía a una velocidad vertiginosa y se situaba en nuestra vertical. Teníamos que pegar la cara al cristal para mirar hacia arriba y verlo, y acto seguido descendía por debajo del avión” nos explicaba el piloto. La extraña luminaria acompañó al Spantax durante todo el trayecto, alternando esta maniobra. “Daba la impresión de estar dirigido, de conocer nuestro plan de vuelo y responder a criterios inteligentes, pero verdaderamente no tengo ni idea de lo que había detrás de aquel fenómeno” aseveraba Andréu.

Noticia para la prensa: misterio para el Ejército

El caso acaparó de manera inmediata el interés de la prensa ya que, al tomar tierra en Gran Canaria, algunos periodistas ya estaban allí. El eco mediático fue de tal magnitud que el Ejército se vio obligado a emitir poco después una nota explicativa, histórica por completo, en la que dejaba claro que el avión y su pasaje no había corrido en ningún momento ningún riesgo. Como ya estaba estipulado, se nombró un juez instructor y se recopiló toda la información disponible clasificándose el informe del avistamiento como secreto y sin explicación. “También nos recomendaron que, en el futuro, si volvíamos a contemplar algo, no habláramos con la prensa, posiblemente por la repercusión que tuvo el incidente”

El 25 de septiembre de 1992 se desclasificó el informe del caso sin aportar explicación, aunque para entonces algunos analistas, abiertamente escorados hacia el negacionismo ovni, habían intentado restar interés al mismo alegando que las descripciones podían encajar en la observación confusa de estrellas, en fenómenos ópticos concomitantes y en especie de crédulo y contagioso entusiasmo. Básicamente, y en lenguaje coloquial para que cualquier lector lo entienda, en el avión y en el aeropuerto a todos los testigos se les había ido la pinza viendo luces que interpretaban como extrañas, luminarias que no eran más que estrellas y reflejos.

Durante años era habitual, incluso hoy lo es, que algunos “expertos” eructaran cosas así y se quedaran tan anchos, en un ejercicio de sobreestimación y falaz supremacía intelectual, y de subestimación de las capacidades ajenas. Recuerdo cómo al preguntarle al veterano Andréu por esta explicación, sin perder su afabilidad se mostraba contundente, “quien quiera creer que fue una estrella es libre de hacerlo sí eso le tranquiliza. Para mí el comportamiento de aquella luz obedecía a una inteligencia; podía estar tripulado o dirigido, pero desde luego no era normal ni fruto de confusiones”

A esa conclusión llegó y con ella cerramos esta crónica que contribuirá a salvaguardar su memoria.

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