Y con la Cabalgata anunciadora del Carnaval llegó Nueva York a Santa Cruz, con sus luces y sombras. Ni siquiera los taxis amarillos de la gran manzana, acostumbrados a los atascos, se hubieran atrevido ayer a acercarse al colapso de tráfico que se vivía en el principio de la Cabalgata, ubicada en la avenida de Bélgica.
En ella, los grupos del Carnaval esperaban impacientes para comenzar el recorrido que anoche dio la bienvenida a Don Carnal, al de la calle, a ese que tanto tiempo lleva esperando una ciudad que se transforma para acoger a la fiesta que para algunos, como el alcalde, José Manuel Bermúdez, ya es hasta interplanetaria. La lluvia acabó rindiéndose al Carnaval de la calle, después de que durante toda la mañana se llegara incluso a pensar en suspender, algo que finalmente no fue necesario.
Solo al principio del desfile, y también al final, se pudieron ver los paraguas, que pronto se guardaron para disfrutar de los grupos, carrozas, reinas y damas, que esperaron pacientemente al inicio del desfile, el mismo que empezó casi media hora más tarde sobre el horario previsto.
Este año, el recorrido contó con novedades, y es que, mientras las reinas, su corte de honor y los grupos partían desde la habitual salida, los coches engalanados y las carrozas lo hacían -sin el retraso ocasionado en el resto de la cabalgata- desde el puente Galcerán.
Y entonces sucedió. La caja, bombo y platillo de la NiFú-Nifá comenzó a sonar y la magia y la ilusión de la fiesta más importante de Canarias inundó las calles de la capital chicharrera en una cabalgata que Cabello describió como “la parte más anárquica del Carnaval”. Con la murga pionera a la cabeza, la comitiva empezó a recorrer las calles bajo la atenta mirada de miles de personas, a las que ni la posible lluvia desmovilizó.
Escoltada por la Fufa y unos enérgicos Joroperos, ganadores del primer premio de comparsas, que se hicieron acompañar de la vedette Marlene Mourreau, llegó la flamante Reina del Carnaval, Adriana Peña, que fue ovacionada por su simpatía y por el colosal diseño de Santi Castro titulado Lisboa.
Tras ella, a un ritmo algo más pausado, Cariocas, segundo de Interpretación en comparsas; los ganadores del concurso de disfraces; Trapaseros, ganadores del primer premio de Interpretación de murgas; la agrupación musical ganadora, Caña Dulce, y, a partir de ellos, el resto de grupos vencedores, que se fueron turnando con la corte de honor de la Reina.
Piratas, marineros, payasos, tribus, personajes del carnaval e incluso soldados se entremezclaron en un desfile único, que el público recibió con aplausos y vítores, homenajeando el trabajo que grupos del carnaval y diseñadores han preparado. Los aplausos solo fueron opacados por las batucadas, que recordaron que esta fiesta será más grande aún en esta edición por las ganas que hay de disfrutar de la normalidad.
Eran las 21.00 horas y no habían terminado de salir los grupos premiados de la Avenida de Bélgica cuando llegó Burlonas, una de las pocas murgas femeninas que han conseguido un premio de Interpretación, un logro que el público reconoció con sus aplausos. En ese momento, la cabecera de la comitiva iba por el Ayuntamiento, demostrando la agilidad y velocidad que cogió el desfile, que propició, por otro lado, que hubiese espacios vacíos entre participantes de algo más de cinco minutos.
Las más de 9.000 personas que participaron en esta multitudinaria cabalgata demostraron que el Carnaval está más vivo que nunca y que Santa Cruz le volvió a robar a Nueva York por una semana el título de ser la ciudad que nunca duerme.