crisis migratoria

Eduardo Blasco, el nadador canario que salvará vidas en alta mar: “Mi misión es que sigan respirando a toda costa”

El joven, de 28 años, que consiguió el oro en los 50 metros en el Campeonato Mundial de Salvamento, se prepara para embarcarse en la competición más dura de su vida

La llamada que tuvo lugar el pasado septiembre, aseverando que su intervención salvaría el cien por cien de las vidas en los peligrosos transbordos en alta mar, fue lo que alentó a Eduardo Blasco a iniciar una ardua preparación para embarcarse en apenas unas semanas en el Astral, velero de la ONG de rescate Open Arms, que tiene previsto actuar en la ruta del Mediterráneo.

El majorero, de 28 años, que el año pasado consiguió la medalla de oro en los 50 metros durante el Campeonato Mundial de Salvamento, que se celebró en Italia, tiene claro que su misión será rescatar a todos aquellos migrantes que caigan al agua en un estado de nervios y angustia. “Quiero garantizar la supervivencia de las personas que tienen el valor de subirse a una patera o una neumática en busca de una vida más digna”, declara el nadador en una entrevista telefónica concedida a DIARIO DE AVISOS.

Blasco lleva meses sometiéndose a un exhaustivo entrenamiento, tanto físico como mental, para desempeñar su labor, ya que, como él mismo indica, es “a vida o muerte”. “Mi cometido conlleva mucho riesgo porque la desesperación de una persona que se está ahogando puede originar bastante fuerza, empleando toda su energía para mantenerse a flote”, afirma el canario, que está centrado en mejorar su resistencia para un posible rescate múltiple “en plena oscuridad, con olas de hasta cinco metros y en medio de una tormenta”. “He adquirido unos 20 kilos en musculación con ejercicios que practico en el gimnasio centrados en cargar, desplazar y levantar a personas que podrían estar inconscientes”, agrega.

Asimismo, está desarrollando diversas terapias de la mano de un profesional con el propósito de enfrentarse a situaciones complejas, como la tragedia de perder a alguien. “Estoy intentando cambiar el chip y deshumanizar mi misión para ser capaz de afrontar nuevos salvamentos con el mismo esfuerzo y dedicación”, explica el joven, a quien se le quiebra la voz al ser preguntando por la gestión de los niños, cuya presencia en las embarcaciones está siendo más habitual en la actual crisis migratoria: “Es lo más duro para mí porque nadie tiene la culpa de nacer en un territorio en guerra o en una zona de pobreza absoluta, pero ellos menos”. “Hay que tener suerte al nacer, y nosotros, los que la hemos tenido, ¿no vamos a ayudarles? Yo lo tengo claro”, dice con rotundidad.

Blasco reside en Fuerteventura, isla a la que casi a diario arriban pateras con los inmigrantes más afortunados. Los cuerpos sin vida de otros son hallados en las costas canarias. Pero el resto, lamentablemente, jamás será contabilizado en las estimaciones oficiales. Y es que el Archipiélago ha recibido desde el año 2020 el flujo más intenso de llegadas y rescates de embarcaciones desde que terminó la crisis de los cayucos hace más de una década. Según los últimos datos del Ministerio del Interior, los inmigrantes llegados a Canarias por vía marítima en 2022 aumentaron más de un 25 por ciento con un total de 8.741 personas, 1.789 más que en 2021. En cuanto al número de pateras, también fue ligeramente mayor con un 4,3 por ciento más que el año anterior.

El nadador profesional, que está a punto de encarar la competición más difícil de su vida, se muestra bastante sensibilizado con la problemática de la migración en nuestro país. A pesar de no recordar especialmente el flujo incesante de personas en las Islas ocurrido en 2008, debido a su corta edad, a día de hoy entiende que la arribada masiva de neumáticas ilegales a las costas isleñas supone un “problema grave”.

De hecho, la ruta canaria es una de las vías migratorias más mortíferas del mundo. Caminando Fronteras recoge en su último informe, perteneciente al año 2022, que más de 1.600 personas se encuentran desaparecidas, de las que solo 107 han sido localizadas sin vida. Una situación que, de acuerdo con la organización, ha empeorado por la militarización de las fronteras terrestres en Ceuta y Melilla, llevando a que la ruta de acceso al archipiélago canario fuese utilizada por más personas que en periodos anteriores, batiéndose récords en muertes y desapariciones.

Con todos estos datos sobre la mesa, Blasco lamenta profundamente el tufo a racismo que desprende una parte de la población isleña que debería mostrar cierta empatía. “A veces, parece que la gente da la espalda cuando tendríamos que ser más solidarios con la crisis migratoria”, cuenta el medallista majorero que, en cuestión de días, se convertirá en una pieza clave en medio de este drama humanitario: “Lo único que quiero es salvar vidas”.

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