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El medio siglo de un hito artístico surgido en Santa Cruz de Tenerife

El Espacio Cultural CajaCanarias de la capital muestra este lunes el programa conmemorativo por el 50º aniversario de la Exposición Internacional de Escultura en la Calle
De izq. a derecha, Amadeo Gabino, Martín Chirino, Francisco Sobrino, Vicente Saavedra y un responsable de la instalación de las obras. / DA

El Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife será el próximo lunes, 27 de febrero, escenario, desde las 19.00 horas y con entrada libre hasta completar aforo, de la presentación del programa de actividades que se van a llevar a cabo en 2023 con motivo de la celebración del 50º aniversario de la Exposición Internacional de Escultura en la Calle. La cita contará con representantes del Gobierno de Canarias, el Cabildo de Tenerife, el Ayuntamiento capitalino, la Universidad de La Laguna, la Fundación CajaCanarias y el Colegio Oficial de Arquitectos de Tenerife, La Gomera y El Hierro, entidades que organizan la agenda cultural que recordará este hito artístico.

A continuación habrá una semblanza de dicho acontecimiento, clave para el paisaje cultural de la capital tinerfeña, a cargo del arquitecto Carlos A. Schwartz, quien ha formado parte tanto de la Exposición Internacional de 1973 como de la Comisión de Escultura en la Calle desde sus inicios.

El artista británico Eduardo Paolozzi y Carlos A. Schwartz. / DA

A LA VANGUARDIA

Las dos ediciones de la Exposición Internacional de Escultura en la Calle, celebradas en Santa Cruz de Tenerife en 1973 y 1994, introdujeron en la ciudad magníficas esculturas de reconocidos artistas que transformaron sus espacios públicos. El gran impacto paisajístico de estas piezas escultóricas situadas en parques y avenidas ha contribuido al acercamiento del ciudadano a las experiencias artísticas, ha generado debate y ha situado a la capital tinerfeña a la vanguardia de la escultura moderna internacional, convirtiendo a Santa Cruz de Tenerife en un fantástico museo al aire libre.

La primera edición de la Exposición Internacional de Escultura en la Calle tuvo lugar entre el invierno de 1973 y la primavera de 1974 y fue organizada por la Comisión de Cultura de la Demarcación de Tenerife, La Gomera y El Hierro del Colegio de Arquitectos de Canarias con el patrocinio del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y la Caja General de Ahorros de Canarias, actual Fundación CajaCanarias.

Todas las obras que resultaron seleccionadas para este proyecto escultórico se encontraban en la vanguardia del arte moderno y fueron situadas en los principales espacios públicos de la ciudad. Actualmente, 39 de estas esculturas permanecen ubicadas en el callejero capitalino, formando parte de su rico patrimonio.

La primera edición de la Exposición Internacional de Escultura en la Calle tuvo lugar entre el invierno de 1973 y la primavera de 1974. / DA

Tal y como recordaba Vicente Saavedra en el texto Historia de un acontecimiento, un encuentro casual con el arquitecto Carlos Schwartz en el sur de Tenerife propició que germinase la idea de organizar una exposición de esculturas al aire libre en las ramblas de Santa Cruz, teniendo como punto de partida la emblemática Lady del escultor Martín Chirino. “El primer paso fue convocar a la Comisión de Cultura de nuestro Colegio, que aceptó e hizo suya la propuesta, por lo que Eduardo Westerdahl nos puso en contacto con su íntimo amigo el escultor Pablo Serrano, cuya colaboración fue inmediata e incondicional. Fue suya la idea de convertir la pretendida exposición nacional en una muestra de carácter internacional, así como el que intentásemos vincular a los escultores con el proyecto mismo, invitándolos a venir a Tenerife para realizar las obras directamente en nuestras calles y plazas”.

Al recordar la exposición, Carlos Schwartz mencionaba en 2021 a DIARIO DE AVISOS la contribución de personalidades como Eduardo Westerdahl, que integraba una comisión de honor en la que figuraban Joan Miró, el arquitecto Josep Lluis Sert y el artista y crítico de arte Roland Penrose. “Westerdahl era muy amigo de Penrose, y este, de Henry Moore. Eso nos permitió, por ejemplo, visitar a Moore y traer para la exposición una de sus obras en préstamo, que no pudo quedarse en la ciudad. Por fortuna, unos años más tarde pudimos tener otra escultura suya muy importante: El Guerrero de Goslar”.

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