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Guillermo García Calvo dirige a la Sinfónica de Tenerife en la ‘Sinfonía Dólar’, de Kurt Atterberg

La formación retoma el viernes su temporada, en el auditorio de la capital tinerfeña, con un concierto que incluye obras de Montsalvatge y Saint-Saëns, con Asier Polo como solista
La OST afronta el octavo concierto de su temporada. / DA

La Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) retoma este viernes (19.30 horas) su programación de temporada con un concierto en el que destaca la Sinfonía Dólar, de Kurt Atterberg, que será interpretada por primera vez por la OST. La dirección de este nuevo programa que podrá escucharse en el Auditorio de Tenerife corre a cargo del maestro madrileño Guillermo García Calvo. La propuesta musical incluye además Calidoscopi Simfònic, de Xavier Montsalvatge, y el Concierto para violonchelo nº 1, de Camille Saint-Saëns, en el que actuará el violonchelista vasco Asier Polo como solista invitado.

LA LUZ Y EL COLOR

Calidoscopi Simfònic, obra escrita en 1955 por Xavier Montsalvatge, abrirá el programa de este concierto. Se trata de una pieza que experimenta con la luz y el color, a través de cuatro movimientos. La partitura refleja diferentes guiños al folclore catalán y es el sostén de una de las pasiones del autor: la danza. Este proyecto iba a ser la base de un ballet que nunca vio la luz.

A continuación, la orquesta abordará el Concierto para violonchelo nº 1 en La menor, op. 33, de Saint-Saëns, que muestra la explosión creativa del autor en el cenit de su carrera. En una breve partitura que aúna lirismo y virtuosismo, el músico francés intercala una vistosa conversación entre el violonchelo, en este caso a través de Asier Polo, y la orquesta, presentando así las virtudes solistas de este instrumento.

Tras el descanso, la OST interpretará por primera vez la Sinfonía nº 6 en Do mayor, Sinfonía Dólar, op 31, de Kurt Atterberg. Esta pieza recibe su nombre del premio de 10.000 dólares que obtuvo el compositor danés por ganar el concurso organizado por la Columbia Grammophone Company en 1928, con motivo del centenario de la muerte de Franz Schubert. La partitura refleja una composición de bellas sonoridades y depurada técnica, que, según el propio Atterberg, emana de la influencia de compositores como Brahms y Reger, en la que, además, incorpora diferentes tópicos del folclore sueco.

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