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María Nieves Febles: “Para los arquitectos, la obra acabada es como un hijo. Es una gran responsabilidad”

Por primera vez una mujer está al frente del equipo directivo del Colegio Oficial de Arquitectos de Santa Cruz de Tenerife
María Nieves Febles

Por primera vez una mujer está al frente del equipo directivo del Colegio Oficial de Arquitectos de Santa Cruz de Tenerife. Con su nombramiento se rompe un histórico techo de cristal justo la semana en la que se celebró el Día de la Mujer. Pero este nuevo nombramiento va más allá de una cuestión de género, la entidad afronta con esta nueva plancha el reto de reconquistar su presencia en el discurso social, político y mediático, devolviéndole a la institución el valor como órgano de consulta.

-Primera mujer decana, ya era hora, ¿no?

“Bueno la verdad es que no estaba planeado. Fue surgiendo sobre la marcha. En el año 2018, muchas mujeres arquitectas empezamos a plantearnos unirnos y creamos con mucha ilusión la asociación Cascos Púrpura con el objetivo de trabajar por la profesión con perspectiva de género. A partir de ahí, muchas mujeres que trabajaban aisladamente y en silencio se unieron. Nos enteramos que se iban a celebrar elecciones y, bueno, era el momento. La anterior junta nos animó y como ya estábamos organizadas, pues decidimos formar la candidatura y presentarnos con el objetivo de evolucionar como Colegio y recuperar la imagen y el servicio público”.

-Imagino que habrán cambiado muchas las cosas desde que usted inició la carrera.

“Bastante. Yo tenía claro que quería estudiar Arquitectura desde muy joven. Estudié en Las Palmas en el año 1974 y acabé con 24 años en el año 1981. En esa época había muy pocas mujeres. De Tenerife éramos solo 3, a pesar de que las clases eran de 100. En mi curso podría haber 7 mujeres. Ahora creo que estamos al 50% y subiendo. Pero esto es algo que está pasando en todas las profesiones, lo que demuestra que la incorporación de la mujer a los estudios universitarios se está consolidando”.

-¿Cómo vivió la crisis de 2008,? Para su sector fue especialmente duro.

“Sí, si fue muy duro para el estudio que fundé junto a mi pareja y al que ya se ha incorporado mi hijo, como lo fue para el sector de la construcción en general. Tuvimos que salir fuera e irnos a África, pero al final logramos mantenernos”.

-¿Cómo encajan las piezas de la construcción con el respeto por el paisaje?

“Mire, como le dije antes, la carrera es muy dura con asignaturas muy potentes que te dan una visión para ver las cosas desde diferentes puntos de vista. Trabajamos analizando el entorno, la historia de los edificios y de la Isla y vemos cuáles son los conceptos que determinan el paisaje de cada lugar. Cuando hacemos las obras, usamos esos recursos y los incorporamos a la arquitectura contemporánea. Se trata de conservar por un lado y cambiar y transformar por otro, pero siempre con los pies en la tierra. Es un trabajo complejo”.

-No solo es hacer un diseño o un proyecto

“No, no, es mucho más que eso. Estudiamos la calidad de los espacios, el tiempo que las personas van a esta ahí… son muchas cosas. Es lo que le digo, intervienen muchos aspectos a la hora de hacer un proyecto, pero es apasionante. Dedicamos muchas horas a nuestro trabajo y la mayoría de las personas no son conscientes de ello. Le damos muchas vueltas a todo, pero le insisto, nos apasiona”.

-Lo mejor: ver el resultado final, la obra finalizada.

“Sí, para nosotros la obra acabada es como un hijo y, por eso, es de una enorme responsabilidad de cara a lo que dejas en las ciudades y en su memoria. Los edificios reflejan la cultura de un momento, el modo de vida…La tecnología también nos ha ayudado. Empezamos, con los vegetales y las plumas y ahora vemos los proyectos en un ordenador. Nosotros tenemos la capacidad de ver las cosas en el espacio, pero muchas personas no. Ahora con todo el desarrollo tecnológico podemos ser más precisos. Lo que hacemos ahora nos da mucha más seguridad a la hora de exponer nuestros trabajos, es más visible”.

-¿Cuántas normas tiene que mirar cuando hace un proyecto?

“Depende de si la actuación es en suelo urbano o rústico y si está afectada. Los arquitectos no solo hacemos un croquis y ponemos una firma. Hay un proceso, muchas veces largo, arduo y poco ágil, en el que el arquitecto vela por el cliente, sea público o privado. Tenemos que desfilar por diferentes administraciones y coordinarnos con muchas personas para que el trabajo tenga un sentido”.

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